Capítulo 14

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                       –Que comience el juego–

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KASS

Adicto es la palabra perfecta para describirme. Adicto al sabor de sus labios, a su aroma. Un adicto en abstinencia, deseando indagar sobre los lugares más oscuros, ya sea dentro de su corazón u otra cosa. Me considero un fiel adicto a los misterios, a lo malo y a lo que eso conlleva. Si me dieran a elegir entre lo bueno, lo sano o lo benevolo sin pensarlo dos veces me quedaría con lo impuro, lo perverso y lo siniestro porque ya estuve de ambos lados y la última opción es satisfaciente, placentera y lujuriosa. Es todo aquello que le temen y de alguna manera todo lo que buscan. Es una entrada al infierno sin retorno, en dónde te adentras sin desearlo y te vas con el anheló latente de volver. Quizás mi fascinación ante esa chica era decubrir su lado oscuro sin saber que eso me traería grandes consecuencias. Sin saber quizás que esa era mi entrada al mismísimo paraíso.

Unos chillidos que reconocí de inmediato me impulsaron a caminar hacía mi hermana que se encontraba gritándole a un hombre mayor de edad. Se veía furiosa de brazos cruzados, y por eso mismo me pare a su lado mirando de lleno a aquel señor, antes de que Minerva desate un drama en pleno funeral de la señora Wilson.

−¿Qué sucede? −dije, dando un paso hacía delante.

El hombre calvo quiso hablar pero se detuvo de manera que Minerva se le adelanto.

−Este degenerado insinuó que yo me acostaría con él.

El señor levanto las manos en modo de rendición.

−Yo, yo pensé que como estaba así vestida era una, una... −no terminó la frase que Minerva lo tomó del cuello de su traje y lo acerco a su rostro enfurecido.

−Mire maldito idiota, que yo me vista de esta manera no le da el derecho de pensar que soy una prostituta, y si lo fuera créame que antes de acostarme con alguien como usted preferiría tirarme de un acantilado −hizo una pausa y miro a su alrededor −. Como dice mi amiga mi Spencer...podré vestir como la peor perra que te cruces en tu miserable vida y hablar como mojigata −Lo arrimo más hacía ella y le susurró a tan solo unos centímetros de su cara −, pero hay algo que personas como usted jamás podrán vencer, y es a una perra que se las da de mojigata −le guiñó un ojo y lo soltó caminando hacía la mesa de tragos.

Tome un trago junto a mi hermana, mientras tanto Kol se nos unió.

−Eso... eso fue genial −gritó haciendo que todas las personas del funeral voltearan a vernos.

Me alejé de ellos, con un trago en la mano. La mejor amiga de Claire se paro justo a mi lado con un cigarrillo entre sus labios rojos, sus ojos estaban tapados con unas gafas negras acompañado de un gran tapado blanco que la hacía lucir como la reina de Alaska. No nos miramos pero sabía a que había venido, todos lo sabíamos.

−¿Trajiste lo que te pedí? −dije. lo sacó de su bolsillo y me entrego un pequeño pendrive, sin antes mirar hacía todos lados asegurándose de que nadie nos viera.

Wonderf  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora