Capítulo 19

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                     –¿Que escondes ojos grises?–

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CLAIRE

Hubiese deseado que nunca me llegara ese mensaje. Hubiese deseado no estar frente a una casa de dos pisos, que contenía grandes ventanales en donde no dejaban escapar un mínimo rayo de luz. Hubiese deseado no ver ese rostro tan cínico asomado a un rincón de su habitación. En conclusión... me hubiese gustado no estar en casa de los Wilson.

Mi padre toco el timbre y de manera inmediata apareció Ruby Wilson con una sonrisa ensanchada de lado.

−Bienvenidos −susurró, abriendo la puerta de par en par −, siéntanse como en casa.

Mi padre asintió con agradecimiento y atravesó la puerta, puse un pie en esa casa para entrar pero Ruby me tomó del brazo con fuerza. Voltee a verla con la mandíbula tensa.

−Trata de no comportarte como una zorra con Max o lo lamentaras, ¿me escuchaste mosquita muerta? −me regaló una sonrisa falsa para que mi padre no se de cuenta lo que estaba diciendo.

Reí por lo bajo.

−Tranquila, mi presencia aquí no interfiriera con tu poca autoestima −le volví la sonrisa, liderándome de su agarre. Comencé a caminar hacia delante pero me detuve y voltee a verla −. Y por cierto, la próxima vez trata de que el papel de baño no se te enganche en el culo.

Señale su trasero en donde una tira de papel estaba enganchado en sus pantalones. Ruby se dio la vuelta con prisa, su rostro se ruborizo y yo reí mientras caminaba por el pasillo.

Trágate tu mierda, maldita.

La señora Wilson nos recibió de camino a la cocina con una gran sonrisa en el rostro. Su cabello rubio estaba bien peinado con una coleta que sostenía toda esa cantidad de cabello. Vestía un hermoso y elegante vestido negro de estilo campana.

−Adelante, pasen −su voz era tan dulce y apaciguada, por momentos se me olvidaba que era parte de esta familia llena de locos.

−Agradecemos mucho la invitación −comento mi padre, mientras yo miraba todo a mi al rededor.

La casa estaba decorada con cuadros de la familia, en donde en  cada costado de la fotografía sobraba un pedazo, como si la hubieran cortado o algo similar. Era un hogar acogedor con una luz tenue y un aroma a carne asada. Las paredes eran blancas con algunos destellos naranjas de igual tono que los sillones.

−Iré por algo al auto, ya regreso −dijo mi padre dejándome sola en medio de la casa.

Mire a mi al rededor, estaba sola y por eso fui directo a la sala de estar para ver detalladamente las fotografías. La única luz que había era la que llegaba de la chimenea, la brasa chispeaba en ocaciones sobre un gran pintura que parecía haberla hecho el mejor artista de los Estados Unidos. Me acerqué a la pintura, el fuego calentaba mis pies mientras mis ojos se llenaban de sobredosis artística. Era una silueta de una mujer, se veía tan libre y a la vez tan prisionera de sus propios demonios. Estaba de espalda mientras corría por un hermoso pastizal. Era asombroso.

Wonderf  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora