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— Iré a ver a una amiga, pero pasaré por ti con un carruaje e iremos directamente al baile, ¿Bien? — dijo Anthony mirando el reloj que le regaló su padre, debía llegar puntual.

Como siempre, queriendo tener todo bajo control... todo bajo su control.

Benedict asintió. 

Colin iría a ese baile y se marcharía mañana, él podía ocuparse de llevar a su madre, a Eloise y a Frannie a un baile solo por una noche... ¿Verdad?

— Colin lo hará bien... solo llegaremos unos minutos tarde. Llegarán a tiempo, se lo pedí explícitamente.

— Claro... — sonrió Benedict con esa sonrisa que solo él, Anthony y Colin compartían — Después de todo, no hay nada que deba hacer en que pueda meter la pata, ¿Verdad?

Anthony y él se miraron por unos segundos, pensando en cuantas veces su hermano menor metió la pata.

— Bien, volveré quince minutos antes e iremos a casa antes de que comience el baile — gruñó Anthony.

B. Bridgerton rió fuerte y supo que en esa calle se separarían, no sabía exactamente donde vivía la amiga de Anthony, pero siempre que iban al bar juntos, ellos se separaban en esa calle.

— Nos vemos en unas horas, hermano...

El más grande de los Bridgerton y vizconde desde los diez y ocho, solo podía pensar en las curvas de su "amiga", pero también iba esquivando miradas, pensando en que debía mantener en secreto más que nunca si lo que deseaba era hallar una esposa.

No pensaba en fidelidad cuando pensaba en matrimonio, ni en amor, ni en felicidad plena. No deseaba nada de todo eso, creía él; él buscaba estabilidad, herederos, inteligencia. Pensaba en muchas cosas cuando esos malditos papeles venían a su mente. 

Hasta que de pronto una chica, bastante tonta podría él decir, ya que venía mirando el cielo embobada, lo chocó y lo hizo retroceder unos cuantos pasos...

Mientras Benedict siguió caminando, a paso tranquilo y pensando realmente en nada, quizás en qué sería de esa noche. Tan aburrida como todos los demás bailes, y estaría tan plagado de madres como en todas las demás temporadas. No podría soportarlo mucho más. Pero aún así, no estaba dispuesto a casarse... no aún, al menos. 

No había conocido a nadie que le quitara el aliento. 

Sí, había conocido a muchas mujeres a lo largo de sus veintiocho años. Pero ninguna de todas ellas le daba ganas de recitar poesía... ninguna de todas ellas lo hacía querer pintar sus distinguidos ojos en un lienzo blanco - porque, de alguna manera, él sabía que su futura mujer tendría distinguidos ojos -

... hasta que la vio.

*****
Los hermanos Olland se detuvieron en la puerta de un bar, al que Geni podría haber llamado "Pintoresco" pero con alguna mueca.

— Debo hacer unas cosas en el bar, ¿Me esperan aquí? — preguntó Jhon con su cara de "Lo siento tanto".

— Tu casa queda a dos calles de aquí — sonrió Ginny, con confianza, cuando vio la puerta del bar y la admiración de su hermana menor, porque al fin vio hombres de su edad — Puedo ir yo sola, recuerdo donde queda.

Flawless.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora