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"¡Anthony Bridgerton y Ginebra Olland han llegado juntos en carruaje al baile de la señorita Cowper! Aunque ambos hayan afirmado toda la noche que fue porque no había otra opción... esta autora adoraría verlos juntos en algún futuro cercano. Bailaron solo un baile, pero vuelan chispas cada vez que se miran a los ojos. ¿Serán ellos dos los "Simon y Daphne" de esta temporada?

Por cierto, ¡por fin la señorita Featherington dejó de usar color lima!, ¡Gracia Divina!

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN.

16 de Abril de 1814"

— ¿En qué estabas pensando, Ginebra? — preguntó Anthony sentado frente a ella, dentro del carruaje, con puertas y ventanas cerradas.

— ¿Ya dejamos de tutearnos y ahora nos llamamos por nuestros nombres? — Ginny sonrió un poco — ¿Anthony?

Quizás era el efecto del alcohol, pero decir su nombre, le gustaba un poco.

— ¿Ir ebria a un baile? ¿Dónde cualquier hombre podría querer sacar provecho de ti? — preguntó haciendo puños sus manos.

— Nadie se aprovechará de mi. Estoy completamente segura de que vas a estar detrás de mi toda la maldita noche — murmuró acurrucándose en el asiento.

A Anthony se le achicó el corazón un milisegundo. No tenía idea si ese plan le agradaba a Ginny. Porque la verdad era que, para él, pasar la noche entera detrás de ella... no sonaba nada mal.

Pero, ¿Por qué le importaba?

— No importa. Tú deberías saber cuidarte, no puedo cre..

— Anthony — sentenció Ginny de golpe, apoyando su mano izquierda en la rodilla derecha del señor Bridgerton — No, por favor. No ahora, al menos. Espero tener una buena noche.

Él se obligó a sí mismo a respirar profundo y a pasar por alto que su mano, mucho más chica y cálida que la de él, estaba apoyada en su rodilla.

Pero no pudo evitar pensar en que le gustaba su tacto.

Ginebra, apenas se dio cuenta de que su mano estaba en la rodilla de Anthony, la apartó rápidamente y se sentó derecha.

— Bien, quizás sí cualquier hombre podría sacar provecho de mi, estando en este... estado — confesó, casi en un murmuro — Solo... no te despegues de mi.

No despegarse de ella... eso sonaba aún más tentador.

— Todos pensarán que estamos cortejando — retrucó, algo nervioso.

¿Nervioso?

Respiró profundo mientras miraba por la ventana, rogando porque algún Dios baje y le entregue fuerzas de autocontrol, porque a él le quedaban muy pocas.

Seguía buscando excusas para alejarse de ella, cuando en realidad lo único que quería era estar a su lado... ¿O no?

Le exasperaba no saber lo que quería con ella.

Ginebra se veía tan bien en ese vestido azul, que estaba seguro de que quien no apareciera en su casa mañana, era un completo idiota.

Se veía tan bien que Anthony sabía que pasaría la noche pensando en maneras de asesinar a aquellos que la miren de más.

— Bien, solo... ¿Podrías solo andar por ahí? — preguntó algo más simpática — Te deberé una si lo haces. Lo que sea.

La miró con una ceja levantada, tratando de borrar de su mente todas las maneras que se le ocurrían en que Ginebra podía devolverle el favor.  Asintió, intentando pensar en otra cosa. Y la conversación terminó en ese momento...

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