Flawless.

32.

" Ya finalizados los escandalosos eventos de la boda de Anthony y Ginebra Bridgerton, esta autora no le queda más que decir que la memorable temporada termina de la manera en la que aposté. Espero sean felices, queridos lectores, y nos veremos en 1815; donde se rumorea que algunos solteros jugosos estarán en el mercado...

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN.

10 de Junio de 1814".

— ¡La feliz pareja, el señor y la señora Bridgerton! — gritó Colin, antes de que su hermano y su mujer hicieran una salida triunfal de la mansión, con sus brazos entrelazados.

Una ovación de aplausos y silbidos cayó sobre ellos, junto con algunos granos de arroz. Ginebra reía sin parar y Anthony no despegaba sus ojos de ella. Estaban terriblemente enamorados; y cualquiera que viera la forma en la que se miraban, podría apostar con que su felicidad y su amor sería siempre el mismo que el del día de su boda. 

— ¿Qué piensa hacer después de esto, Genevive? — preguntó el Duque de Sussex a Geni, que miraba como su hermana volvía a saludar a todo el mundo y a hablar con otros — ¿Puedo atreverme a insinuar que la boda de su hermana es un gran momento para anunciar un... compromiso?

Genevive lo miró de golpe, y recordó que ese hombre quería casarse con ella. Pero que otro hombre también quería hacerlo. Suspiró pesadamente y se odió por tener la misma duda en su cabeza durante semanas.

— Si me disculpa un momento, William. Necesito refrescarme — sonrió enorme y comenzó a caminar hacia los baños.

Genevive ya no pensaba el matrimonio como lo hacía antes. Ahora era algo difícil, imposible de saber podía incluso decir. Era una vida entera basada en solo una elección. Ella había crecido tanto en esos meses, y siquiera lo había notado. El matrimonio sería casi la recta final; pero no lo era todo, ella soñaba con algo más. 

Y debía elegir a su esposo de forma que le permita vivir ese "algo más". 

Se había hartado de recibir piropos y miradas ese día. Estaba completamente hermosa. Tenía un vestido en un muy claro tono de verde, largo, hecho con algo más hermoso que la seda. Y su cabello rubio estaba suelto por completo, excepto por dos pequeñas trenzas unidas al final detrás de su cabeza.

Cuando entró a la casa, y estaba por subir las escaleras, alguien la tomó del brazo y la hizo girar repentinamente a su dirección.

— Geni — sonrió el Bridgerton.

— ¿Benedict? Necesito ir al baño.

— Reúnete conmigo en la habitación donde... ya sabes, en una hora. Mi madre dijo que la asignó para ti, así que estaremos solos — murmuró — Por favor, necesito decirte algo. Y tengo algo para ti...

— Benedict... — se acercó a él, murmurando — Si nos ven, nos veremos obligados a contraer matrimonio. Y, ¿En serio quieres que sea de esa manera?

Él negó y la soltó, pensativo.

— Iré con Daph. 

Geni asintió un poco, oh dios, como necesitaba mojar su cara con agua helada.

— Bien. Te veré ahí.

Continuó caminando y respirando profundo. Sería una noche difícil, que suerte que su hermana comenzaría su rumbo a su luna de miel tan solo en media hora. Sería difícil seguir ocultando su mal humor y sus ganas de golpear a alguien.

Entró a una habitación para dirigirse a alguno de los baños privados y respiró profundo mientras cerraba la puerta. En cuanto abrió los ojos, se dio cuenta de que era la habitación en la que pasó la primer noche con Benedict, y una Ginebra vestida de novia, mirando por la ventana, se encontraba ahí. Sonriendo sola y con sus manos entrelazadas.