15.

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Geni le sonrió al Duque de Sussex en uno de los bancos de la casa del Conde Bechaump. A las afueras de su jardin enorme.

— Señorita Olland...

— Su excelencia...

— Cuénteme algo que no sepa — pidió este en la oscuridad.

Geni volvió a sonrieír. Había costado convencer a William para que la acompañase hasta ahí. Él no quería casarse con ella por obligación, quería que ella lo elija.

Pero ella lo había convencido. Y ahora estaban sentados en un banco que daba a una pequeña laguna artificial, donde se reflejaba la luna y se oía a los grillos cantar. Sentados junto al otro, con sus piernas tocándose y sus manos en sus regazos, muy tímidos o aún no preparados para tomar el atrevimiento de tomarse las manos.

— No suelo guardar muchos secretos, William. Hay pocas cosas que no le cuento a la gente.

— Oh, eso lo sé... — sonrió un poco este, mirándola a la luz de la luna.

— Quiero besarte — interrumpió ella, en un murmuro.

— ¿En serio?

Ella asintió.

— ¡Genevive Olland! — gritaron detrás de ella.

Ambos voltearon exaltados, pero la cara de William irradiaba pánico. A Genevive no le interesaba tanto si un desconocido los encontraba y le contaba a todo el mundo; pero su cara se transformó en una de horror cuando vio los ojos furiosos de Benedict Bridgerton acercándose a ellos con los puños cerrados.

Ambos se levantaron y Genevive se posó delante de William. Esperando a Benedict.

— William ¿Qué mierda pasa contigo?

Preguntó enojado él, cuando llegó frente a Geni, sin importar que su distancia entre él y Genevive era corta.

— Yo lo convencí de que me acompañara, Benedict.

— Hablaré contigo luego — murmuró enojado — Te llevaré a tu casa ahora mismo.

Geni levantó una ceja cuando Benedict la tomó del ante brazo y la comenzó a arrastrar, aunque ella no puso mucha resistencia, después de todo, el momento se había arruinado.

— ¡Agradezca que debo llevar a Genevive a casa, su excelencia! — dijo Benedict mirando hacia atrás — Su cara estaría completamente deformada para este momento si la situación fuese distinta.

La hizo caminar unos cuantos metros hacia el otro jardin trasero. Donde se toparon con Colin y Penélope. Ella tenía sus ojos llenos de lágrimas, pero antes de que Genevive pueda preguntarlo, Penélope salió corriendo hacia el salón de baile.

— Le dije que comenzaré mi viaje en unas semanas — Colin frunció su ceño y su mirada se perdió en los arbustos.

— Llevanos a la residencia Olland, Colin — pidió Benedict.

En menos de cinco minutos el carruaje había comenzado su trayectoria. El ceño y la mirada de Benedict eran implacables. Genevive se sentía culpable, pero a la vez enojada.

— ¿Qué es lo que pasa contigo? — preguntó Benedict por fin, rompiendo ese horrible silencio — ¿Por qué te empeñas en rompes las reglas una y otra vez, Genevive?

— ¿Por qué siquiera te interesa, Benedict?

Él la miró, confuso. Claro. Genevive no tenía idea de los pensamientos de Benedict hacia ella.

— ¿Por qué te empeñas en arruinar mis pequeños momentos a solas con William una y otra vez? — Genevive se acomodó en el asiento — ¡No te he visto en una semana! Y ahora, solo por estar a solas con el único hombre que me respeta en toda esta jodida sociedad, te enfadas conmigo.

Flawless.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora