46. Escuadrón Estrella

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Luego de las tres semanas de arduo entrenamiento, los mejores reclutas fuimos escogidos para el examen que evaluaría si teníamos las capacidades requeridas para ir al Capitolio.

Todos los tributos sobrevivientes hicimos la prueba, al menos los jóvenes que aún estábamos lo suficientemente sanos para pelear, incluso Peeta.

Hawk, a quien no había visto desde el Vasallaje, estaba sentado junto a mí, esperando su turno para la fase final del examen, una simulación de un combate en las calles del Capitolio.

— ¿Has oído algo acerca de Lyme? La vi en el video que grabaron cuando derribaron el Hueso, pero no he oído nada más de ella desde ese entonces. Debe estar muy ocupada liderando su escuadrón en el distrito 2— le pregunté, curiosa. Hawk y Lyme eran amigos cercanos, eso no era ningún secreto, así que si alguien sabía algo de ella, era él.

— Ella está muerta— murmuró.

Me quedé en silencio, sintiéndome como una tonta al no haber pensado en la posibilidad de que estuviera muerta, solamente haciendo más grande la herida en el hombre.

Minutos antes de que mi turno llegara, Finnick me pidió que no hiciera la prueba, pues no se sentía seguro de que ambos fuéramos al Capitolio, existiendo la posibilidad de dejar a Hope huérfana.

Luego de convencerlo de que todo iría bien, entre en la habitación.

Las calles recreadas las conocía muy bien. Si bien habíamos llevado durante las 3 semanas de entrenamiento una clase en la que debíamos aprender las calles más importantes del Capitolio, la calle que veía frente a mis ojos era un callejón de la periferia de la ciudad.

Lo sabía porque siempre me encontraba con ese callejón cuando iba a visitar a Cassia.

Antes de que la prueba comenzará, hice una revisión mental de mis debilidades, algunos de los soldados habían escuchado el rumor que usaban nuestra mayor debilidad y miedo para ver si éramos capaces de mantener todo bajo control aún con las amenazas que se colaban hasta en nuestras pesadillas.

Me puse los lentes de realidad virtual y los audífonos y los ajusté muy bien, dando inicio a la prueba. Mi misión era llevar a mi equipo a un lugar seguro, despistando a los agentes de la paz que nos perseguían.

Los hologramas eran exterminados por mi pico y tridente, con el que me había familiarizado bastante durante las últimas semanas.

Acababa con uno y otro de mis objetivos pero los hologramas seguían creciendo, acorralándome.

La única manera de huir era refugiándose en el Callejón pero me negaba a hacerlo porque sabía que eso sería probablemente peor.

De pronto lo recordé, una alcantarilla en el fondo del Callejón, escondida entre unos botes de basura. Lo recordaba muy bien porque una vez uno de mis aretes cayó por ahí directo al desagüe.

— Al Callejón— grité a mi batallón, que igualmente se trataba de unos cuantos hologramas.

— ¿Está segura soldado Odair?— cuestionaron mi decisión, haciéndome dudar.

— Sí— respondí con firmeza, mientras seguía luchando para que el resto pudiera escapar.

Cuando me libré de los hologramas que me atacaban, corrí al Callejón y con señas les indiqué donde estaba la alcantarilla, los hologramas desaparecieron en cuanto se plantaron sobre la tapa.

Me acerqué al desagüe y abrí la tapa, resguardándome en su seguridad en el tiempo suficiente para que los Agentes de la Paz no me vieran.

— Han capturado a un soldado— habló el Comandante.

La chica de las flores | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora