16. Distrito 4

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Los siguientes días fueron aparentemente más tranquilos pero igual de tensos para nosotros, Katniss y Peeta se limitaron a leer sus tarjetas al pie de la letra, sonreír, tomarse de las manos, darse uno que otro beso frente a las cámaras durante el banquete que daban en cada distrito y nada más.

Así fuimos de Distrito en Distrito hasta llegar al 4.

Esta era la segunda vez que me encontraba en aquel lugar tan maravilloso. Desde el tren se podía ver el mar azul, el calor no era sofocante como el del distrito 11, el sol brillaba durante el día y por las noches el aire fresco te arrullaba bajo la luz de la luna y las estrellas.

Bajé del tren a toda prisa, encantada por tan mágico lugar.

No podía creer que estaba en el distrito 4, siempre había anhelado conocerlo pero lo único que podía ver de él en la televisión era el gris y soso Edificio de Justicia, durante la Gira de la Victoria de los tributos de años pasados.

La gente me recibió con música y flores pero lo único en lo que podía pensar era en el mar con sus aguas cristalinas.

— Andando— Velvet me tomó del brazo y me hizo caminar hasta el auto que nos llevaría al Edificio de Justicia.

— ¿No me veo bastante simple? — pregunté insegura.

— La mezclilla está de moda niña— murmuró haciéndose la ofendida.

— La mezclilla está de moda niña— murmuró haciéndose la ofendida

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Luego soltó una pequeña risilla y prosiguió.

— Te ves muy joven y divertida. Los colores azul y blanco van con tu tono de piel. Además no le hiciste nada malo a ninguno de los chicos de este distrito, estoy guardando los trajes más sobrios y formales para los que... — se detuvo para no mencionar la palabra.

— Asesiné—terminé la frase por ella.

No lo había notado hasta ahora pero era cierto, en la visita a los Distritos de los Tributos que murieron a manos mías usaba vestidos de tonos más oscuros, faldas y mangas más largas, escotes menos profundos, mientras que en los Distritos a los que no les arrebaté la vida a sus hijos, usaba prendas más juguetonas y coloridas.

La gente aguardaba en silencio por mi discurso, incluso los padres de Marlee y Pike lucían contentos de verme ahí.

Miré las tarjetas insegura de si leerlas o no, había pasado la mayor parte de la Gira leyéndolas sin expresión alguna a causa de los calmantes que me hacían tomar para mantenerme controlada pero ese día me sentía bien y no había requerido ningún medicamento.

Guardé las tarjetas en mi bolsillo y me acerqué al micrófono.

Marlee y Pike fueron mis aliados y amigos — comencé.

— Me hubiera encantado conocerlos mejor  pero de lo poco que pude ver aprendí mucho de ellos. Marlee fue valiente y bondadosa al tenderme la mano en esa arena. No necesitaba hacerlo, pudo haberme dejado morir a manos de Cloth pero en lugar de eso decidió ayudarme, lo cual habla del gran corazón que tenía— la madre de la chica se llevó la mano al pecho mientras a sentía con una sonrisa.

La chica de las flores | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora