12. Familia

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La tía Hazell y los chicos estaban parados en la puerta de mi casa, todos lucían muy limpios y sonrientes, sonreí contenta al verlos y corrí a su encuentro.

- Te extrañamos mucho Lidya- Posy, la más pequeña de todos se abrazó a mi pierna, contenta de verme.

- Yo también los extrañé cariño- saludé a todos y los invité a pasar.

Hacía tanto tiempo que no pasaba un tiempo con mi familia que no pude evitar sentirme emocional, la lejanía, los recientes juegos y la amenaza que Snow me había lanzado directamente terminaron derrumbándome, haciéndome llorar mientras preparábamos la cena.

- ¿Te sientes mal Lid? - Vick me sirvió un poco de miel en una cuchara, diciendo que eso me haría sentir mejor, su dulzura e inocencia me hizo llorar todavía más.

- Lidya está bien cariño, sólo está muy feliz por vernos - explicó su madre.

- Pero está llorando- intervino Posy.

- La gente a veces llora cuando está feliz.

Cuando finalmente pude recuperarme seguí en mi labor de pelar papas junto con Gale.

Una vez estuvo listo todo, nos sentamos a comer y por primera vez en muchos años me sentí realmente contenta.

En el Capitolio estaba rodeada de lujos, asistía a fiestas, me hacían sentir importante pero llegar a una casa vacía siempre me bajaba los ánimos.

- Quiero que se muden aquí, conmigo- solté.

- No, ya hemos hablado de esto Lidya- la tía Hazell me miró con severidad por mi comentario, que había alborotado a los niños con la idea de vivir en una casa grande.

- Lo discutiremos luego de la cena, y no aceptaré un no por respuesta hasta que oigas mi propuesta- ella accedió a la idea y seguimos comiendo.

Cuando terminamos de comer ayudé a levantar la mesa, mientras los niños corrían alrededor del comedor.

- Niños, ¿por qué no juegan afuera? Hay más espacio allí - propuse, para sacarlos de la casa y hablar con su madre a solas.

Los tres asintieron y en un dos por tres la casa estaba en silencio.

- Tú puedes vigilarlos- Gale resopló molesto por mi indicación.

- Ya no soy un niño Lidya, puedo enterarme de los temas importantes que sea que deban discutir.

- Vigila a los niños, no tengo nada que contarte ahora. Luego hablamos - murmurando maldiciones por lo bajo dejó el comedor, luego se escuchó la puerta cerrándose, lo que significaba que había salido de la casa.

- Siéntese - le indiqué a mi tía.

- Lidya, ya te lo dije. Mi marido no aceptó que vinieramos a vivir aquí hace seis años y yo no lo haré ahora, no voy a irrespetar sus decisiones.

- Tía Hazell, yo entiendo que quiera respetar la decisión de mi tío pero... Él ya no está aquí. Mire sus manos, todas partidas y llenas de llagas de tanto lavar, se le ve cansada, no puede seguir así.

- Gale se salvó de puro milagro de no salir seleccionado en estos juegos, 42 veces estuvo su nombre en esa urna, ¿no le parece demasiado? Y Rory, no quiero que siga el camino de Gale. El próximo año es el Vasallaje de los Veinticinco y usted sabe lo brutales que son esas ediciones de los Juegos.

- Yo puedo mantener a mis hijos Lidya, no necesito caridad.

- No es caridad, es amor. Tía, a mí me sobra todo. Tengo una casa enorme, comida que termina en la basura porque no puedo acabar con ella, no sirve de nada tener esto si no puedo compartirlo con ustedes que son mi familia.

La chica de las flores | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora