O eso creí.
Gale me rodeó con los brazos por la espalda, intentando controlar los espasmos que mi cuerpo producía, o tal vez era su versión de un abrazo.
— Por favor. Tenemos que irnos— susurró con calidez.
Asentí en silencio y antes de ponerme de pie, tomé la mano fría de Finnick una última vez.
Apenas perceptible pero real, el muchacho apretó mi mano.
— Está vivo— chillé.
Gale se acercó y puso su oído en el pecho del muchacho, intentando oír si había latidos o no.
— Su corazón late— sonrió — y sigue respirando. Vamos, te ayudaré a llevarlo.
Con las vendas del botiquín de primeros auxilios hicimos un torniquete en su pierna, intentando detener el sangrado.
Con cuidado lo pusimos de pie y avanzamos a la estación del tren.
Sin el Holo, no teníamos idea de donde podrían encontrarse las vainas.
Una vaina se activó, dejando a su paso una picadora de carne que avanzaba con nosotros.
El resto del grupo iba delante de nosotros, esquivando rayos de luz que se alzaban desde el suelo hasta el techo, derritiendo la piel de quien caía en ellos. Messala, desafortunadamente fue uno de esos.
— Déjame llevarlo— pidió Gale, deteniéndose— iremos más rápido así.
El muchacho intentó poner a Finnick en su espalda pero su cansado cuerpo no podía con el peso.
— Tienes que seguir— besé la frente de mi primo y con trabajos sostuve el cuerpo de Finnick.
— Pero...— comenzó.
— Corre, vete. Es mejor que uno regrese a casa en lugar de ninguno— con los ojos llenos de lágrimas y el ceño fruncido, el chico soltó un gruñido pero obedeció.
Comenzó a correr en dirección a la salida de la estación, con el resto del equipo.
La picadora de carne se acercaba, amenazante, mientras yo avanzaba a paso lento, arrastrando a Finnick por el suelo, aferrándome a la vida.
Pero no pude continuar. El dolor me impedía seguir, me impedía caminar. Así que me rendí ante la idea de nuestra inminente muerte.
Me dejé caer en el suelo y sostuve la mano de Finnick entre las mías, disfrutando los últimos momentos que tendría con él.
— Te amo— susurré entre sollozos.
— Te amo— lo oí murmurar muy por lo bajo.
No estaba segura de si había sido el en realidad, porque permanecía inerte en el suelo, o si se trataba de una alucinación de mi desquebrajada mente. Pero oír su voz fue como la chispa que le daba inicio a un incendio. La adrenalina comenzó a subir desde mis pies hasta mi cabeza, haciendo mi cuerpo hormiguear.
No podía dejarnos morir.
Con mucho trabajo me puse de pie y levanté a Finnick del suelo.
— Nos voy a sacar de aquí. Lo prometo— la adrenalina me hizo obtener una fuerza que de otro modo no habría podido explicar.
Acomodé al ojiverde en mi espalda y una vez que estuve segura de que no perdería el equilibrio, comencé a avanzar.
El dolor de cadera seguía ahí, creciendo y creciendo a cada paso que daba, pero ni siquiera eso podía detenerme. Corría a lo largo de la estación, esquivando los rayos de luz, escapando de la picadora de carne que me pisaba los talones.
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La chica de las flores | Finnick Odair
FanfictionLidya Hawthorne fue seleccionada durante la cosecha para ir a los 68° Juegos del Hambre, a sus cortos dieciséis su vida cambió completamente. Resultar victoriosa no fue lo que ella esperaba, en lugar de una vida tranquila y de lujos su vida fue de t...