La noche del 20 de diciembre mientras íbamos en el tren que nos llevaría al Capitolio a Katniss se le ocurrió lanzar una bomba durante la cena.
—¿Por qué no nos casamos? Peeta y yo— Haymitch se atragantó con un panecillo al oír aquello y tuvo que retirarse un momento de la mesa para recuperar la compostura.
Le pegué un trago a mi copa de vino para no tener que ser la primera en discutir el tema y miré a Peeta, quien había botado los cubiertos en cuanto escuchó a Katniss. Su cuerpo estaba tenso y respiraba con pesadez, la sugerencia no le había parecido.
— Ya lo dijeron ustedes, estamos atados de por vida— mala elección de palabras Katniss —eventualmente tendremos que hacerlo. ¿Por qué no ahora? Tal vez así desaparezcan las dudas de nuestro amor— Haymitch y yo intercambiamos miradas, incómodos y sin saber que decir.
— Está bien, hagámoslo. Me da igual— Peeta lanzó la servilleta al plato y se levantó de la mesa molesto.
—Creí que eso quería— dijo la castaña una vez que el muchacho había salido del vagón.
— Pero no así— contestó Haymitch con la boca llena.
— ¿Cómo que no así?
— ¿En serio no lo notas Katniss? Peeta aún está enamorado de ti- expliqué.
Me levanté de la silla y fui detrás del muchacho, quien seguramente estaba en su habitación.
Antes de que siquiera tocara la puerta el chico abrió y de un tirón me metió con él.
— Siéntate— pidió amablemente. Sin decir nada obedecí y lo miré dar vueltas de un lado a otro, nervioso.
— Bien, aquí voy— el rubio sacó una pequeña caja de entre sus cajones y se arrodilló frente a mí.
— ¿Te quieres casar conmigo?— lo miré perpleja sin entender lo que sucedía. ¿Acaso un chico de 16 años me estaba pidiendo que me casara con él? ¿O sólo era mi imaginación?
— ¿Y? ¿Lo hice bien? No. ¿O sí?— se puso de pie y siguió dando vueltas por la habitación —Vamos Lidya, di algo. No quiero echar todo a perder mañana frente a las cámaras.
— Vaya propuesta de mierda— reí.
El chico se relajó un poco y se permitió reír un poquito para luego volver a su estado inicial de tensión y seguir merodeando.
— Deja de dar vueltas que me mareas— lo regañé —¿Por qué no dices algo sobre lo maravilloso que es tenerla en tu vida? Eso podría servir— sugerí.
— Tenerla en mi vida es un tormento. La adoro, porque a pesar de todo la sigo adorando, pero me parte el alma saber que el sentimiento no es correspondido.
Medité las cosas por unos segundos, buscando el discurso perfecto para la propuesta y dejando pasar la confesión de Peeta, no tenía nada para comentar sobre eso, no sabía nada de desamores.
Pensé en Finnick y en todo lo que me gustaría decirle y las palabras comenzaron a llegar a mi mente. Me levanté en busca de papel y pluma y comencé a escribir palabras que no tenían mucho sentido en ese momento pero que luego lo tendrían.
" Conocerte fue lo mejor que me pudo suceder en la vida. Por tantos años te amé en secreto que aún no puedo creer que lo que hay entre nosotros es real. Cuando estas cerca de mí es como si todo a nuestro alrededor desapareciera y sólo quedáramos tú y yo, como si el tiempo se detuviera deseando ser tan eterno como lo será nuestro amor. No puedo esperar por el momento en que pueda llamarte mi esposa, me pregunto todas las noches si nuestros hijos tendrán tus ojos o si serán igual de valientes y tercos que su madre. Ansío formar una familia contigo... "
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La chica de las flores | Finnick Odair
FanfictionLidya Hawthorne fue seleccionada durante la cosecha para ir a los 68° Juegos del Hambre, a sus cortos dieciséis su vida cambió completamente. Resultar victoriosa no fue lo que ella esperaba, en lugar de una vida tranquila y de lujos su vida fue de t...