One Shot: Protegerla

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Finnick's P. O. V.

Es la sexagésima octava edición de los Juegos del Hambre. Estoy junto a Mags, parado bajo el ardiente sol del distrito 4 en espera de que los dos nuevos tributos sean cosechados. Me siento bastante confiado, esta es la tercera edición de los juegos en la que participo como mentor, y aunque no he conseguido que ninguno de mis tributos gane, sí he conseguido que lleguen a los últimos 5 finalistas. Lo que es un logro, a decir verdad.

Sonrío aliviado al momento que veo a Pike, un viejo amigo del colegio, ofrecerse como tributo. Por fin, buen material de vencedor.

Puedo verlo con la corona puesta sobre su cabeza, saludando a la gente que lanza vítores, a él, y a mí, por tan buen trabajo como mentor.

Tan pronto como la ceremonia finaliza avanzamos al tren que nos llevará al Capitolio, y me apresuro a ver las cintas de los demás tributos que han sido cosechados en esta edición de los Juegos. Anoto nombres, edades y primeras impresiones, no sin antes mencionarles a Pike y Marlee con quien deberían tener cuidado.

Terminamos de ver las cintas de los distritos 1 al 11,y cuando tengo la cinta del 12 en mis manos, resoplo.

— Esta no será necesaria mirarla. Los tributos del 12 son un chiste— carcajeo— todos son niños que mueren de hambre. Además, Haymitch es un pésimo mentor, siempre anda borracho. No se preocupen por estos— dejo la cinta en la mesa y me pongo de pie, dispuesto a salir del vagón para dirigirme a una cama.

— Podría ser diferente esta vez— oigo decir a Mags, quien toma la cinta y la pone en el reproductor.

Ruedo los ojos, porque siempre hace lo mismo. Siempre insiste en ver la cinta del 12, a pesar de que es siempre lo mismo, a pesar de que tengo razón.

Me acomodo de nuevo en el sofá y miro de reojo la pantalla frente a nosotros.

— Lidya Hawthorne— cuando la mujer menciona el nombre de la chica, no puedo evitar mirar, curioso. El distrito 12 suele tener chicas muy lindas, aunque su belleza no es suficiente para salvarlas.

Cuando mis ojos se encuentran con la pantalla, me atraganto un poco con mi propia saliva. Lo que veo me deja sin aliento.

La chica más bella que he visto en mis 17 años de vida. Con grandes ojos verde aceituna, labios rosados y un fleco castaño mal cortado que intenta acomodar antes de avanzar hasta el frente.

Las mariposas revolotean en mi estómago, me siento hechizado. Un escalofrío recorre mi cuerpo y aunque quiero correr de allí, presa del miedo por aquellos desconocidos sentimientos, mis piernas se niegan a avanzar.

Un poco de drama se desata entre la fila de varones, donde un niño se niega a dejar ir al tributo varón, cuyo nombre es Rory Flannagan. Finalmente el niño sube junto a su compañera y ella lo abraza con fuerza mientras le dice algo al oído.

— Finnick tenía razón, nada de que preocuparse— ríe Marlee cuando el video ha terminado— apuesto a que podemos acabar con ambos en el baño de sangre.

— NO— me pongo de pie, con los puños cerrados y el cuerpo tenso. No sé porque he dicho eso, parece que no tengo control sobre mi cuerpo, que actúa con autonomía.

— Luego de esa escenita van a posicionarse como los favoritos, sin dudarlo. Les conviene tenerlos de aliados— invento.

Mags me mira con la ceja arqueada, segura de que lo que acabo de decir es una estupidez.

— ¿Cómo podrían ser los favoritos si el niño se la ha pasado llorando?— cuestiona Pike.

— Por ella— interviene Mags luego de un largo silencio— no sólo es bella, lo que le da ventaja para conseguir patrocinios. También ha dejado claro que va a proteger a ese niño, cueste lo que cueste. Es valiente— asiento con la cabeza, incapaz de pronunciar palabra.

La chica de las flores | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora