One Shot: Epitafio

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— Existen muchas palabras para describir a Haymitch Abernathy— la voz de Finnick resuena en la habitación.

—Tributo. Vencedor. Mentor. Rebelde. Amigo. Esposo. Compañero. Padre... Y ninguna podría significar por si sola, todo lo que representó este hombre en la vida de todos.

— Recuerdo muy bien el día que conocí a Haymitch pero no hablaré de ello, porque no fue una buena introducción— una pequeña sonrisa agridulce se pinta en su rostro.

— Lo detesté por muchos años... Supongo que no debería estar diciendo esto aquí pero así fue. Lo juzgué por la forma en la que manejó todo el dolor que sufrió. No entendía que a pesar de haber pasado por cosas similares, no eran iguales.

— Ambos sabíamos lo que era perder a nuestra familia, pero no de la misma forma— el ojiverde piensa en la muerte de sus padres y el asesinato de la familia de Haymitch organizado por Snow.

— Y hasta muy tarde me di cuenta que hacía lo mejor que podía, que daba todo lo que tenía en ese momento para enfrentar el dolor y el miedo... Todos hacíamos lo que podíamos, a decir verdad.

— Tuve demasiado tiempo para conocerlo cuando estuvimos en el distrito 13. Ambos estábamos pasando por momentos horribles, y nos hicimos un poco de compañía. Durante ese tiempo conocí al Haymitch real. Al que se escondía detrás de esa fachada de hombre insensible, antipático. Y me encontré con el alma de un niño, con un gran corazón, asustado por todo lo que pasaba a su alrededor.

— Y luego el día de mi boda— las lágrimas se acumulan en sus ojos— nunca lo había visto tan feliz como ese día mientras acompañaba a Lidya hasta el altar. Orgulloso y nostálgico, así lo recuerdo.

Lidya solloza un poco y asiente con la cabeza.

— Cómo dije en un principio, Haymitch perdió a su familia muy joven. Pero eso no lo detuvo para construir una después.

— Desde su adorada esposa, Effie. Y no olvidemos, a Marlon. Creo que todos coincidimos cuando digo que veía a Katniss y a Lidya como sus hijas.

— Ni como negarlo— ríe Effie.

— Y eso nos haría a Peeta y a mí en sus yernos.

— Pero no solo somos nosotros. Johanna, Nocta, y mucha gente que perdimos durante la guerra.

— Y los que permanecimos junto a él todos estos años, se que el dolor es indescriptible. Pero es así porque tenemos todos estos recuerdos maravillosos, de lo mucho que este hombre tocó nuestras vidas.

El hombre baja del estrado y deja una flor en el ataúd para luego volver a su silla.

— ¿Estás segura de que quieres hablar? No tienes porqué hacerlo, todos entenderían— susurra al oído de su esposa.

— Quiero hacerlo— solloza por lo bajo. Finnick pinta una mueca y toma a la más pequeña de sus hijas entre sus brazos.

— Haymitch...— la morena se aclara la garganta— Haymitch y yo, al principio nos detestabamos. Effie puede confirmarlo, peleábamos todo el tiempo, y me gustaría poder decir que eran peleas pequeñas y tontas pero estaría mintiendo. Yo, por mucho tiempo creí que lo odiaba. Pensaba que era un hombre cruel, incapaz de sentir amor y empatía... Y no pude estar más equivocada. Haymitch era un hombre sensible, más como un niño, eso aprendí muchos años después. Se escondía bajo está capa como de roca para evitar todo el dolor, como todos los vencedores hacemos. Creía que pelear con él sería la solución para rescatarlo del camino, para devolverlo a la vida pero estaba equivocada. Creo que sí lo ayudé a encontrar el rumbo, eventualmente; pero definitivamente no fue gracias a todas esas peleas. Fue con el cariño, la comprensión, y compasión.

— Cuando regresé de mi secuestro en el Capitolio, hace ya más de 12 años, me sentía muerta en vida. Estaba en este hoyo negro, profundo, lleno de miedo, y rabia y casi nadie pudo comprenderme. Por más que intentaran no podían entender mi sentir. Pero Haymitch lo hacía. En sus ojos encontré el reflejo de mi sentir,  y hasta ese momento me di cuenta que él se sentía como yo me sentía en aquel momento. Y que llevaba años sintiéndolo.

— Cuando me acompañó al altar fue uno de los momentos más felices de mi vida. Cuando me habló del tiempo que le quedaba de vida, creí que era el día más triste de mi vida. Sin duda ahora pienso que ese día fue un día feliz, porque pude abrazarlo, pudimos planear tantas charlas, picnics en la playa y demás— sonríe con lágrimas en los ojos— y este es un día muy triste. Muy triste— susurra, intentando controlar las lágrimas.

— Por la vida de Haymitch...— levanta su copa con un poco de vino.

— Mi padre— murmura antes de beberse el líquido.

La chica de las flores | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora