Desconfianza 30

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—cómo te está llendo en la universidad?— le preguntó su padre. Tae lo miró sonriente, con esa sonrisa característica que tenía a todas las chicas de la oficina soñando despiertas. Aunque a él no lo notaba, rara vez cruzaba palabras con sus colegas mujeres.

—muy bien. Tengo que admitir que me encuentro muy cómodo y ya no lo siento tan pesado cómo al principio.

—y por qué la cara?— el joven alzó las cejas en confusión. Estaba seguro que sonreía, de eso no había dudas. —la sonrisa no te llega a los ojos y tienes un brillo diferente. No sé que será, pero alegría de seguro no. —lo oyó suspirar y supo que su presentimiento paternal no fallaba. —siguen los problemas con Moa?

—no lo sé y creo que eso lo es peor. No saber cómo estamos me tiene muy ansioso— su padre lo miró atento animandolo a seguir. —me siento inútil.

—no digas eso. No eres inútil— lo corrigió. —todas las parejas tienen problemas. No puedo ayudarte a solucionar nada. Pero puedo escucharte y quizá aconsejarte — el chico asintió y se removió en su silla. Miró a ambos lados, buscando sentirse seguro para hablar. —soy tu padre, pero también soy hombre— dijo con voz firme. Dándole a entender que podría decirle cualquier cosa.

—hago todo mal. Moa me pone de cabeza siempre y todo lo que hago resulta no ser correcto, incluso lo que es obvio para mí.

—en el error está el aprendizaje— comentó para darle alivio. —deberias buscar el problema desde la raíz para erradicarla. Ver en donde comenzaste a fallar e intentar solucionarlo desde allí.

—recuerdas la primera vez que su padre la llevo a casa y me la pasaba haciendo tonterías para llamar su atención? Era la primera chica que me gustaba de verdad y no sabía que hacer para atraerla. Recuerdas lo que me dijiste?— su padre sonrió al recordar ese tiempo. Su hijo era un chico muy solitario e introvertido y verlo enamorarse a tan temprana edad, fue algo de lo que siempre había estado feliz de presenciar.

—que seas tú mismo. Si le vas a gustar a alguien debe ser por tus propios méritos.

—si...— alargó la vocal. —nunca me funcionó del todo. Ella siempre fue diferente al resto de las chicas y me veía cómo un niño. Por eso Joong ganó su amor al principio. Claro, él era mayor, más maduro— se silenció unos segundos, siendo consciente que su padre ya lo miraba triste. No le gustaba eso, pero necesitaba sacarlo de su sistema, sentirse comprendido al menos una vez —cuando me casé con ella, lo hice pensando que era verdad. Que yo era eso que ella buscaba en un hombre. Me sentí un idiota cuando me enteré lo de Joong. Y por primera vez en la vida sentí pena de mí mismo.  Fue mí inseguridad lo que me llevó a dejarla pese a que la amaba tanto. Los celos y la impotencia de no sentirme lo suficiente me llevaron a ver fantasmas. No cabía en mí cabeza cómo la persona de la cuál había estado enamorado unilateralmente toda mí adolescencia, me había mirado al fin... llegué a obligarme a creer que lo hacía para darle celos a él. Y la odié, la odié tanto por hacerme sentir engañado que terminé en una relación con una mujer mayor por que necesitaba demostrarme a mí mismo que podía.

—Tú eres valioso, hijo!— exclamó en forma de reproche. Tae sonrió al sentir la empatía de su padre. —siempre fuiste la alegría de la casa. Inocente, carismático y eso está bien! Cómo no se iba a enamorar de ti? Si a pesar de la vida que tenía al lado de su madre, contigo encontraba paz. Sonreía todo el tiempo.

—si?— soltó una sonrisa triste. —solo era su payaso— confesó. —Una vez, cuando estábamos bien, me había dicho que le gustaba cómo era, aniñado y risueño. Le creí... Pero cuando su madre la mandó de nuevo a estados unidos, no tardó mucho en encontrar a alguien más. Y no era cualquier persona. Otra vez, un hombre mayor, apuesto por dónde lo mires. Emprendedor, elegante— suspiró desviando la mirada.  —y yo qué? Toda la seguridad que había ganado con Stella se vieron pisoteados.

será nuestro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora