sincericidio (60)

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“La cosa más aterradora es aceptarse a sí mismo por completo”.

“Cuando los conflictos más intensos, se superan, dejan una sensación de seguridad y tranquilidad que no se perturba fácilmente. Son solo estos intensos conflictos y su conflagración lo que se necesita para producir resultados valiosos y duraderos”

-Carl Jung

Al llegar a su departamento, Jeon se cruzó con Dahyun. Esta esperaba el ascensor junto a un hombre mayor en silla de ruedas el cual supuso que era su padre.
Los saludó con una leve reverencia y los ayudó a subir las bolsas de supermercado a la caja metálica.

—no te preocupes por mí. No moriré por que te vayas unas horas— comentó el hombre. La rubia revoleó los ojos en disconformidad. —no soy un bebé. La enfermera vendrá mañana temprano y le dejé en claro que debe traer las cartas de poker. Con eso tienes tiempo hasta la hora de la cena.

La chica suspiró pensativa. No quería perderse el bautismo de Danna, tampoco quería desaprovechar el tiempo lejos de su padre. Pero sus motivos para no asistir estaban lejos de eso. La verdad era que no quería cruzarse con cierto pelinegro, el cual, tenía justamente frente a ella.
Hizo una fuerza antinatural para no echarle un ojo. A penas lo había visto cuando caminó hacia el ascensor y su corazón casi se le sale al notar lo apuesto que se veía. Era demasiada tortura para ella.

—tu amigo irá al bautismo contigo?— preguntó. Jeon se tensó en su lugar. Buscó hacer contacto visual con Dahyun, pero esta parecía decidida a fingir que no lo conocía.

—a caso le diste opción?— contestó con una interrogante, dejando en claro que no hablaba de él. El anciano sonrió negando. —claro que no. Seguramente se sintió acosado por tí.

—él me agrada— comentó.

El elevador se detuvo en el piso que compartían. La rubia empujó la silla hasta el pasillo y cuando se volteó para recoger las bolsas, jeon ya estaba detrás de ella con las compras en sus manos.

—no tienes que hacer esto— le dijo molesta. Lo odió por ser tan caballero. Preferiría que fuera un patán, así podría tener motivos para sacarlo de su sistema.

—está bien. Los dejaré en tu puerta— el mayor miró sobre su hombro y al no comprender la actitud de su hija, reparó en el pelinegro.

—disculpe a mi hija. Ella cree que puede con todo. Me llevaría cargando si la dejara.

El hombre tosió. A la rubia se le pusieron los ojos cómo platos. —estás bien? Necesitas oxígeno?

—estoy bien— Susurró. De repente parecía que su semblante se apagó. Se veía más cansado que segundos atrás y su dificultad para respirar era evidente. —llévame a dentro.

Con rapidez, empujó la silla hasta la puerta de su departamento olvidando la pequeña riña que tenía con su vecino.
Ingresó directamente a la habitación con su padre. Jeon acomodó las compras sobre la mesa de la cocina y ya estaba dispuesto a salir. Pero los gritos de Dahyun lo habían puesto en alerta.
Sin pedir permiso, ingresó a la habitación y la vió intentando reanimar a su padre que parecía muerto en la silla. —no, por favor no!— sollozó mientras llamaba a una ambulancia.

Él se acercó para comprobar los signos vitales del mayor y al verificar que solo se había desmayado, resopló con alivio.
—tranquila, solo se desmayó. Hay que subirlo a la cama y ponerle oxigeno en lo que llega un médico.

La chica lo miró llorando. Todo el cuerpo le temblaba. Entonces, mientras ella oía las indicaciones de los paramédicos al otro lado del teléfono, jeon se dispuso a quitarle los abrigos  y lo acomodó en la cama.

será nuestro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora