cruel existencia (06)

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Moa pudo sobrevivir el domingo en un cuarto de hotel. Pero sabía que sólo le dudaría hasta ahí, puesto que al día siguiente, debía ir a trabajar, soportar ser ignorada por jeon y por la tarde. Tendría que encarar a Hyo cuando pasara por la casa a buscar sus pertenencias.

Sería un lunes súper molesto. En donde su fortaleza sería probada de diferentes maneras y aún, no estaba preparada para eso.

***

—señor tomas. Ya le he dicho, que usted no tiene nada. Eso que llama depresión, es sólo cansancio producto del aburrimiento. Su cabeza está buscando excusas para engañar a su esposa y créame, eso no es una enfermedad mental— el hombre la miró incrédulo. Pero moa no cambió la postura, ni se dejó intimidar. —en estos casos, sólo puedo decirle que se separe o que busque enmendar el dolor que le provoca a su esposa. A caso, no le da vergüenza?

—disculpe, señorita. Usted es mi terapeuta o consejera sentimental?

—señora. Y no soy nada. Usted no tiene nada, lo que no lo convierte en mi paciente. Pero cómo mujer le aconsejo que cuide a su esposa.  Lo único que gana con su actitud, es alejarla y cuando se de cuenta, será tarde. 

El hombre, salió muy disconforme del consultorio. Minutos después, entra una joven de unos veinte con retraso madurativo. Moa ya la conocía, la había tratado en otras ocasiones y su caso nunca le pareció tan molesto.
La chica decía tener serios problemas de seguridad lo que le ocasionaban ataques de pánico por las noches. La verdad era que le gustaba llamar la atención—dime, cómo te fué en la semana?

Veía que la joven frotaba sus manos con nerviosismo, pero sabía que era fingido, a pesar de tener la mente de una nena de doce, manipulaba a todo el mundo y ella cómo su psicóloga, lo sabía a la perfección. —volví a soñar con él.

—con tu vecino?— preguntó elevando las cejas. La joven asintió simulando timidez y a moa le hirvió la sangre. —tu vecino, es un hombre casado. Debes dejarlo en paz, entiende que jamás dejará a su esposa por tí.

—él... Dijo que me ama!— exclamó, sus ojos se llenaron de lágrimas lo que provocó que Moa se pusiera a la defensiva.

—hay muchos chicos de tu edad, o de la edad de él que estarían más que encantados por estar contigo. ¿Por qué arruinar una familia? Dime— la miró con reproche. —te gustaría casarte, tener hijos y que una mujer más joven que tú, se metiera con tu esposo?

Entonces, comprendió que ya no estaba actuando cómo una profesional. Estaba mezclando su vida personal con la de sus pacientes y eso no era bueno. La chica lloró y entre gritos salió del consultorio llamando la atención de los pacientes que esperaban afuera.

—¿Qué mierda estoy haciendo!?— se auto recriminó y a pesar de faltarle tres horas para salir, juntó sus cosas y salió del consultorio.

En el pasillo se cruzó con su supervisora. Una mujer que ya la tenía entre cejas y por su expresión, notó que no traía buenas noticias. —doctora, necesito verla en mi despacho— dijo con tono serio. Moa negó mostrando sus pertenencias. —su horario de trabajo no terminó.

—no me siento bien— mintió y apretó su bolso. —lo que tenga que decirme, dígalo ahora.

—bien, era para recordarle que usted continúa en práctica y que gracias a su mal accionar, me veo en la obligación de retener su titularidad. Lo que quiere decir que desde ahora está suspendida, sin beneficio de su paga— no le sorprendió las palabras de su superior. Pero la manera triunfante en la que habló, le hizo saber lo mucho que estaba gozando de ser quien le informara de dicha suspensión.

—parece que en este lugar molesta que un profesional diga la verdad. Aceptan pacientes sin ningún problema, sólo por la paga, negando espacio para esa gente que sí necesita ayuda. Yo... No estudié para eso.

será nuestro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora