Moonlight IV

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Pasaron unos días luego de la noche del evento en Nebula, la verdad, eso último que le hice a James Anderson me daba bastante gracia, había sido horriblemente malvada con él; pero al ser un capullo lo único que me daba era risa. Soy muchas cosas, pero me molesta que me fuercen a algo, incluso si es un beso con un chico atractivo como él, no soy tan fácil como parece, de entrada ese tipo de actitudes me fastidia.

A pesar de la situación de mi familia, había aprovechado al máximo mi pase libre a las instalaciones de Nebula, no era nueva por allí pero ahora podía permitirme las clases que quisiera sin importar los requisitos por los cuales a veces no me dejaban entrar (Ya saben, mis problemas con la ley y todo eso) Ese día llegué bastante dispuesta a uno de los salones de baile, estaba vacío y pude observarme en el gran espejo. Serían unas largas horas de baile que disfrutaría como de costumbre.

Puse la música y comencé a moverme.

Me sentía súper estresada, había discutido con Connor la noche anterior por la situación de la familia. Estaba segura de que él estaba encubriendo lo que sea que había hecho mi padre para que perdiéramos las empresas de un momento a otro, pero no me quiso decir y se armó una buena; luego me salí de casa y me pusieron una multa por exceso de velocidad. Casi podría hacerme una colección de esas multas, seguro que rompería el Record Guinness.

Sentí como aplaudían a mis espaldas y me giré encontrándome con el pelirrojo capullo, ya me sorprendía no habérmelo topado ni una sola vez en todos esos días.

-Veo que estás muy dedicada.

-Lo estoy, así que, por favor... -Le insinué con ambas manos que se retirara pero parece que su cerebro de chorlito no capta las indirectas, porque se acercó a mí quedando a nada de distancia.

Al parecer aún seguía en sus intentos de conquista ¿Tanto le gustaba así?

-¿Cómo has estado? -susurró mirando mis labios y yo blanqueé los ojos.

-Estaba bien hasta que llegaste. -Me alejé de él y tomé mi botella de agua para beber.

-¿Por qué eres así? -preguntó y le miré sin entender.

-¿Así cómo?

-¿Por qué huyes de mí? No parecía disgustarte hace unos días ¿O acaso te estás haciendo de rogar? -dijo, sonriéndome con picardía.

-No es nada de eso, Anderson -respondí relajada-. Sabes que nuestras familias no se llevan bien.

-Eso no nos incluye, nosotros podríamos cambiar las cosas.

Sonreí. -Eres muy ingenuo si crees que algo cambiará. No sé por qué se odian pero te aseguro que debe ser muy fuerte. -Me senté sobre el suelo recostada del espejo y él hizo lo mismo.

-No tenemos que ser amigos si no quieres -dijo y le miré, su vista estaba en el escote de mi camiseta deportiva, que dejaba ver el nacimiento de mis pechos.

-Mis ojos están acá arriba -musité molesta. Menudo capullo.

Él pintó una sonrisa, haciendo coincidir sus ojos azules con los míos. -Lo siento, eres demasiado tentadora, jamás podría tener intenciones de que fuéramos solo amigos.

-¿Ah, no?

-No, Westley, yo no tengo amigas, mucho menos si están como tú.

-De seguro. -Miré hacía el frente bebiendo un poco más de mi botella de agua, no me creía ni un poco eso, pero bueno, los amigos con derechos estaban de moda. Sentí como giraba mi rostro para ponerlo de frente al de él nuevamente-. No voy a tener una relación contigo, Anderson.

-No tenemos que ser novios para divertirnos. -Su mano se deslizó por mi cuello hasta acariciar mi hombro-. Pasarla bien no requiere de compromiso.

Sonreí indignada. -¿Crees que porque soy la oveja negra de mi familia y que porque tengo el monte Everest en multas policiales, me acuesto con el primer hombre que me lo proponga? -Me alejé, poniéndome en pie bastante molesta-. Seré una chica irresponsable y loca, pero no soy una cualquiera, Anderson, para que vengas cínicamente a proponerme tal cosa.

Él se puso en pie también, quedando frente a mí. -No he dicho que lo seas, solo quiero una noche contigo, Moon. -Acarició mi cabello pero le aparté la mano bruscamente.

-Dije que no, y espero que entiendas -respondí tajante.

-Está bien, como quieras. -Se alejó-. Pero si cambias de opinión... O si necesitas ayuda, aquí está mi tarjeta. -Vi como la dejó sobre mi bolsa-. No sabes lo que puede suceder y la ayuda de un Anderson nunca viene mal, incluso si eres una Moon.

Él abandonó el lugar, me acerqué hasta donde había dejado la tarjeta y la tomé ¿Por si necesito ayuda? Antes muerta que recurrir a algún Anderson.

Mi móvil comenzó a sonar y noté que era una llamada de Darío.

-¿Sí?

-Westley, ven a casa, estamos en serios problemas -dijo desde el otro lado de la línea y ni siquiera pregunté, colgué el móvil y salí de allí apresuradamente.

Llegué a las puertas de la mansión en cuestión de minutos, pero no pude entrar por ahí, estaba abarrotada de periodistas. Di la vuelta y entré por la de atrás. En cuanto estuve en el interior de la casa me encontré con mis hermanos en la sala, sus caras no denotaban nada bueno. En realidad, ya los periodistas habían dejado más que claro que nada bueno sucedía.

-¿Qué sucede, Dari? -le pregunté.

-La policía ha arrestado a papá, West, se lo han llevado a comisaría hace unos minutos.

-¿Qué? ¿Pero por qué?

-Dicen que es malversación, papá ha estado desviando fondos de las empresas, o por lo menos de eso lo acusan -respondió David.

-Eso no es posible, papá jamás haría eso.

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