Moon XXVII

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Arriba fotito de la fea criatura que mató a la mamá de Westley 😌. Para mejor referencia de la descripción 😁

¡Ah! ¿Fea, verdad?

🤣🤣🤣🤣

🌙🌙🌙


    —Debe ser más responsable para la próxima, Sra. Anderson, los golpes que sufrió al caer de la moto pudieron ser más graves, pudo haber muerto —dijo el médico y asentí algo avergonzada.
   
    —¿Podrá irse a casa hoy? —preguntó James que era quien estaba ahí conmigo.
   
    —Sí, solo le quedan algunos golpes, aunque deben estar todo el tiempo pendiente de ella, al parecer no tuvo daños internos, pero mejor prevenir.
   
    —Gracias, Doctor —dijo James y el médico se retiró.
   
    Yo no le miré, estaba algo molesta por haberme despertado en el hospital y que Ryan no estuviera ahí, no entendía por qué James era el que me estaba cuidando. Habían pasado tres días y ya era de noche, se supone que el doctor no debía de pasar pero le insistí a James, necesitaba irme a casa ya, quería ver a Ryan.
   
    —¿Quieres ir a casa o prefieres quedarte aquí un poco más? No debes querer ver a Ryan luego de todos esos golpes que te dio el otro día.
   
    —Ryan no me golpeó, James —dije, mirándole mal. Por eso era que estaba molesta, llevaba todos esos días diciendo a había sido Ryan, no se creía lo de la moto.
   
    —Westley, conozco a mi hermano...
   
    —No, no le conoces de nada, él no me hizo esto y ya deja el tema —le corté, levantándome de la cama de hospital.
   
    —¿Qué estás haciendo?
   
    —El doctor dijo que podía irme a casa, es lo que estoy haciendo —respondí sin mirarle.
   
    —Westley, no creo que debas volver, Ryan es una bestia...
   
    —¡Ryan no es una bestia! —exclamé hastiada, volteándome hacia él—. No vuelvas a repetir eso, ¿está bien? Mientras estés en mi presencia no te permito que le llames bestia.

    Él me miró extrañado. —¿En serio le estás defendiendo?
   
    —Sí, le estoy defendiendo. ¿Algún problema?
   
    —Westley, no puedes estar hablando en serio.
   
    —¿Por qué no? No veo por qué no pueda.
   
    —¡Porque es una bestia, un monstruo!
   
    —¡Tú también lo eres, James! —le grité alterada— ¿Crees que ya no lo sé? ¿Crees que no sé para lo que todos ustedes se acercaron a mí? ¿Crees que no sé que todo lo de aquella noche en Nebula fue un teatro para atraerme?
   
    —¿De qué hablas?
   
    —¡Hablo de que ya sé todo sobre las bestias, sobre la maldición de los Moon y sobre lo que soy para ustedes! —dije exaltada—. Así que no vengas a dártelas de santo conmigo, Ryan es una bestia pero tú también.
   
    Di la conversación por zanjada y me di vuelta para irme, chocando inesperada y torpemente con el pecho de alguien. Me alejé un poco adolorida, frotando mi nariz y noté que era Ryan. Sentí mis mejillas enrojecer. ¿Lo habría escuchado todo?
   
    —¿Le contaste? —escuché preguntar a James e iba a voltearme pero Ryan no me dejó.
   
    —Yo no se lo conté, fue Aisha Assad.
   
    —¿Y sabe la verdad? ¿Ella sabe lo que hiciste? —iba a responder pero Ryan me lo volvió a impedir.
   
    —Lo sabe —dijo y levanté mis ojos para verlo.
   
    —¿Y aún así lo defiendes, Westley? ¡Él mató a tu madre!
   
    Iba a voltearme nuevamente pero tampoco me dejó. —Sabes que tengo mis poderes de convencimiento, es todo parte del plan —respondió fríamente y le miré extrañada. ¿Qué plan? ¿Había un plan?
   
    —No te creo nada, sé perfectamente que siempre has estado obsesionado con ella, pero no creas que harás lo mismo que con su madre, esta vez tendrás que aguantarte.
   
    —Y lo estoy haciendo, ¿no? —parecía algo molesto—. No te preocupes, James, probarás la carne de la princesa cuando sea el momento, pero ahora está bajo mi cuidado. Y dado a que ella sabe la verdad, ahórrate el teatro de chico enamorado, no te queda.
   
    Sentí como desaparecíamos y aparecíamos en la habitación de él. Me separé un poco y le miré a los ojos en busca de una explicación sobre lo que había oído, pero Ryan solo puso sus manos sobre mis hombros y se inclinó un poco para quedar con nuestros rostros frente a frente.
   
    —¿Qué te dijo el médico? ¿Ya estás recuperada?
   
    —Dijo que debo ser más responsable, pero que ya estoy bien —respondí sin mirarlo y sentí como tomó mi mentón volviendo a hacer que le mirara.
   
    —Necesito que actúes como que no sabes nada, por favor, no trates de huir o de cambiar las cosas. Ahora más que nunca necesito que estés cerca de mí para poder protegerte, ¿comprendes?
   
    —¿Por qué? —pregunté y él parece no haber comprendido— ¿Por qué me proteges, Ryan? ¿Por qué eres diferente a los demás?
   
    —Westley, no hagas preguntas difíciles de responder. —Acarició mi rostro con ternura—. Solo te pido que confíes en mí como lo has hecho hasta ahora, te prometo que en esta luna no habrá cena de ningún tipo.
   
    —Ryan...
   
    —¿Podrías decirme lo que viste en el recuerdo de la bestia? Sería de ayuda si supieras cómo es —preguntó alejándose y desviando la conversación.
   
    —Era muy parecido a ti, pero no tenía los ojos blancos, sus alas eran más pequeñas, sus orejas desorbitantemente grandes, y de su nariz sobresalían dos picos o algo así. Además, no tenía tanto pelaje como tú, ni se veía tan adorable, él daba más miedo —respondí y me miró arqueando una ceja con una media sonrisa en sus labios.
   
    —¿Me veo adorable? —preguntó y tragué grueso.
   
    Westley, tú y tu gran boca.
   
    —Digo... Tú... Tú así de momento y pareces un perrito tierno...
   
    —¿Un perrito tierno? —comenzó a acercarse y yo estaba nerviosa a muerte.
   
    —Bueno, es que... Es que... —Mordí mi labio inferior. Es que eso me lo pareciste pero ahora me da vergüenza decírtelo—. No es nada, solo no lo tomes en cuenta —respondí yendo hasta la cama y sentándome, noté que todo estaba igual que antes, como si aquella noche jamás hubiera existido—. ¿Tienes idea de quién es la bestia?
   
    —Tenía sospechas, pero ya no tengo muchas dudas, al parecer fue alguien de mi familia, la cuestión es quién.
   
    Le miré  no las cejas alzadas. —¿Cómo sabes que fue de tu familia?
   
    —Porque cada familia tiene un tipo de bestia, y eso que me describiste es una criatura de la noche, un Anderson.
   
    —Entiendo. —Bajé los ojos a mis manos puestas sobre mi regazo y sentí como se acercaba a mí.
   
    —West...
   
    —Aisha dijo que habían encontrado tu sangre en la escena —le interrumpí mirándole de vuelta—. ¿Qué hacías ahí?
   
    Él suspiró, se sentó a mi lado y tomó mis manos. —Estaba cazando y sentí el olor de tu madre a lo lejos. Me dio curiosidad, así que fui a ver.
   
    —No recuerdo haberte visto.
   
    —Yo no sé si lo hiciste —dijo y pasó mi cabello detrás de mi oreja, el gesto me dió escalofríos.
   
    —¿Es cierto que estás obsesionado conmigo?
   
    —Puede —admitió, comenzando a jugetear con mis dedos y empecé a ponerme nerviosa—, puede que me obsesiones un poco, Westley —Sus auréolas borrosas chocaron con mis ojos, haciéndome sentir un cosquilleo raro en mi estómago—. ¿Te asusta eso? —preguntó y  negué de forma automática, haciéndole sonreír a labios cerrados—. Te llevaré a tu habitación, es mejor que descanses —se puso en pie pero sujeté su mano.
   
    —Quiero... Quiero dormir aquí —dije sin mirarle.
   
    —Westley...
   
    —No confío en nadie de esta casa, si alguno de los Anderson asesinó a mi madre, nadie me asegura que no hagan lo mismo solo porque estoy en su mansión. —Levanté la vista a sus ojos—. Déjame quedarme, por favor.
   
    —West...
   
    —Por favor —insistí y él asintió—. Gracias, sé que será molesto, pero...
   
    —No me molesta que duermas aquí —me interrumpió, yendo hasta el clóset—, solo me preocupa— entró y comenzó a desvestirse. Yo desvié la vista. ¿Por qué no había cerrado la puerta?
   
    —No creo que me hagas daño —dije mirando hacia la cristalería de la puerta que daba al balcón, también la habían arreglado.
   
    —Yo sí, aquel día casi lo hago, no confío en mí.
   
    Volví a mirar hacia el frente y le vi con una ropa de dormir. Traía un simple short suelto y una camiseta sin mangas algo holgada, de color gris, que dejaba ver sus brazos, sus fuertes y bien trabajados brazos. Mordí mi labio ligeramente, me encantaba.
   
    —Westley, disimula —escuché que dijo y di un salto.
   
    Otra vez... me había cogido de nuevo mirándole descaradamente.
   
    —Yo sí confío en ti —dije ruborizada y sin mirarle—. Bueno, ehmmm... Yo también me quitaré esta ropa de hospital tan molesta.
   
    Me metí en el clóset y cerré la puerta tras de mí, puse mis  manos sobre mis mejillas, estaban ardiendo. ¿Cómo podía ser tan obvia? Ya no era la primera vez que casi lo desnudaba con la mirada.
   
    Sacudí mi cabeza para espantar mis pensamientos y tarde noté que allí no había ropa para mí, toda se la habían llevado para la otra habitación. Bufé y tomé la primera camisa que me encontré por allí. Literal me quedaba gigante, Ryan no parecía ser tan grande, pero viendo su ropa me quedé abismada. La camisa me llegaba hasta la mitad de mi muslo y mis brazos a penas y llegaban al final de las mangas.
   
    Abrí la puerta del clóset algo avergonzada, la verdad, no me sentía muy cómoda, pero al ver que las luces estaban ya apagadas me relajé más, así no me vería con su ropa. Él no se encontraba en la cama, noté como la puerta al balcón estaba abierta y cuando me acerqué a ella, le vi recostado del barandal mirando hacia afuera.
   
    Mis pies se movieron de forma automática hasta donde estaba en completo silencio, iba a asustarlo. Estaba a punto de hacerlo cuando...
   
    —Westley, siento tus intenciones.

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