Moon XXXV

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Westley:



Cuando mis ojos comenzaron a abrirse, aún me sentía atontada por sea lo que fuera eso que me habían inyectado para doparme. Mi vista estaba empañada y torpemente intentaba moverme, notando que estaba completamente inmovilizada. Miré hacia los lados, vagamente divisando que mis brazos estaban abiertos a cada lado, con grilletes que los sujetaban a la mesa en la que me encontraba acostada. El frío del metal me molestaba a lo sumo, la camisa de Ryan definitivamente no me ayudaba en nada a aplacarlo y menos el dolor que sentía a lo largo de ambas piernas. Traté de moverlas, notando también que estaban sujetas con grilletes y que tenía múltiples rasguños a lo largo de ellas, rasguños que parecían ser intencionales y que me dolían muchísimo.

Comencé a respirar pesado y a desesperar. ¿Dónde estaba?

-Veo que despertaste -escuché que decían y miré hacia detrás de mi cabeza para ver a quien había hablado. Mi sangre se congeló al verle pararse justo a mi lado con una sonrisa sórdida, sádica... Una sonrisa que conocía perfectamente.

-Abner...

Sus ojos brillaron de placer al notar que recordaba su nombre y llevó su mano a mi rostro en una "caricia" que me hizo desesperar de terror. -Me alegra que te acuerdes de mí, así será más divertido. -Se alejó hacia unas mesas que habían por allí y tomó algo. Yo respiraba pesado mientras miraba desesperada alrededor con ganas de escapar, llena de terror.

El lugar era una especie de laboratorio improvisado, aunque parecía más la guarida de un asesino en serie, de un psicópata. Lo que obviamente era él, porque esa sonrisa la tenía grabada con fuego en mis entrañas.

Temblé nuevamente al sentir que se acercaba a mí y Abner no borraba la sonrisa, casi podía sentir lo mucho que le exitaba verme así, completamente aterrada y a su merced.

-¿Por qué estoy aquí? -pregunté casi llorando y tratando de mover mis brazos- ¿Qué quieres?

-Creo que esas preguntas están de más, Moon -respondió tranquilamente y colocó una de sus manos en mi muslo.

Comencé a removerme desesperada con ese gesto, estaba muerta de miedo. -¡Aléjate de mí! ¡No me toques! -le grité, removiéndome como loca y eso solo le hizo reír.

Dejé de gritar cuando sentí como enterraba sus garras en el lugar donde antes había estado su mano, haciéndome dar otro grito de dolor y que comenzara a llorar.

-Mejor controla ese carácter, no soy muy de ser paciente, Moon, y no sabes cómo me provoca tu sufrimiento. -Sus ojos de loco, psicópata, desquiciado me miraban oscurecidos, mientras su garra seguía enterrada en el interior de mi pierna.

-Déjame ir, por favor -supliqué llorando-, déjame ir...

-Ay, tan linda. -Sacó su garra de mi muslo, haciendo que me quejara de dolor y vi como limpiaba la sangre que había quedado en su mano con su lengua-. ¿Sabes? No me sorprende para nada que Ryan se enamorara de ti -me recorrió con la mirada, haciéndome llorar más fuerte por el miedo-, eres condenadamente bella y... Suculenta.

-Déjame ir -volví a suplicar fuera de mis sentidos, sintiendo lo dolorosa que era la herida que aún sangraba en mi pierna-, déjame en paz, por favor.

-No puedo, mi jefe quiere que me asegure de que nadie te coma antes de la luna de sangre y... Bueno, bastante me está costando cumplir esa orden -respondió y se acercó a la herida en mi muslo comenzando a sanarla como mismo lo hacía Ryan. Aquello me revolvió el estómago de asco y ya no podía parar de temblar involuntariamente ante el miedo-. Si no fuera por ese idiota... -jadeó mientras se apartaba de la herida, ya medio cerrada, y limpiaba la sangre de sus labios-. Si no fuera por ese maldito de Ryan habrías sido solo mía, Westley. -Tomó mi rostro con su mano agresivamente y yo solo hacía llorar mientras él recorría mi piel con su nariz-. Aún recuerdo lo dulce que me supo tu corazón -susurró a mi oído y le sentí sonreír-, fue delicioso, horriblemente delicioso, ver como la vida abandonaba tu cuerpo, como morías aterrorizada.

-¡Aléjate! ¡Aléjate de mí, suéltame ya, déjame en paz! -grité, removiéndome sin poder más con aquello, era demasiado para mí, era mucho, no podía. Él me abofeteó fuertemente para que me callara.

-¡Te dije que cerraras la boca! -me gritó molesto y volvió a agarrar mi rostro con furia para que mirara sus ojos- ¿Sabes lo molesto que es, eh? ¡Podría haberte devorado aquella noche, probar toda tu maldita carne tan dulce! ¡Lo deseaba, lo ansiaba hacer mientras veía tu sufrimiento! -Su cara de desquiciado estaba a nada de la mía y yo solo lloraba aterrada, rogando para todos mis adentros que alguien me salvara-. No sé cómo estás viva aún -sus palabras me sacaron de mis pensamientos. Noté que ya me había desabrochado parte de la camisa y que ahora trazaba la cicatriz de mi pecho-. Recuerdo haberte arrancado el corazón, haberme llevado tu vida. -Llevó sus ojos al lugar mientras seguía trazando mi piel, haciéndome gritar internamente de terror, ya no sabía qué hacer, la desesperación me llenaba-. ¿Por qué aún late un corazón dentro de ti, eh? -me preguntó casi llorando. Estaba loco, era un psicópata-. Eso me ha frustrado y enloquecido todos estos años, Westley, yo me comí tu dulce corazoncito de niña.

-Estás enfermo, estás completamente loco -dije llorando con ganas de que quitara sus sucias manos de mi cuerpo. Él sonrió y sentí como desgarraba mi piel con su uña, justo sobre la cicatriz.

-Estoy loco, sí, y es tu culpa, Westley, tú me desquiciaste.

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