Moon XXXIX

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    Di vueltas en mi habitación por un buen rato mientras le marcaba a Ryan una y otra vez al móvil. Sentía mi corazón latir con fuerza y mis manos congelarse hasta el punto de volverse torpes. No quería que las cosas acabaran así, no tenía miedo de que la luna de sangre estuviera a escasas horas... Tenía miedo de perderle y no volverle a ver por mi desconfianza.
   
    Mis hermanos llevaban tiempo tratando de que saliera de la habitación pero no quería verles, necesitaba pensar, estar sola, analizar la situación y ponerme en estado de investigación total. ¿Y si Ryan tenía razón? ¿Y si Jonathan no era un Moon y era un Anderson? ¿Y si de veras mató a mi madre?
   
    Miré mi móvil sobre mi mano y los números de mis tíos resaltaron en la pantalla. ¿Debería llamarlos? Me lo pensé por unos segundos y luego solo marqué el móvil de uno de ellos. Dio timbre varias veces hasta que contestó, era mi tío.
   
    —¿West? —preguntó desde el otro lado de la línea y yo casi no sabía qué decir, al fondo se escuchaba a mi tía hablar en inglés, al parecer a alguno de mis primos— ¿West, hija, todo está bien? —le escuché decir y mascullé un "sí" casi imperseptible—. Mi sobrina hermosa, hace mucho que no nos llaman ustedes. ¿Qué tal te va la universidad?
   
    —Bien, tío —respondí sentándome sobre la cama.
   
    —¿En serio? ¿Aún te metes en líos?
   
    —Ya no. —Sonreí con algo de vergüenza—. Tío... ¿Sabes que hoy hay eclipse, no?
   
    —Oh, sí, eso escuché en las noticias, me temo que acá en América no será visible, ya es de noche y nada —contestó animado y mordí mi labio. Tenía mis sospechas pero acababa de comprobar que mis tíos no tenían ni la más remota idea de lo que sucedería ese día—. Linda, deberías venir de vacaciones alguna vez a América, nunca has salido del país, acá hay muchas cosas lindas que te gustarán, y te compraré otra moto.
   
    Sonreí con nostalgia, mi tío fue quien me regaló mi moto a los dieciséis. —Cuando pueda iré, lo prometo.
   
    —Bien y... ¿Podrías convencer a Jonny de venir? Hace años que no viene y estamos preocupados porque casi no hemos hablado con él últimamente.
   
    Eso fue un balde de agua fría. —¿Jonny no ha estado con ustedes en América hasta ahora? —pregunté sorprendida.
   
    —No, West, Jonathan descubrió algunas cosas que no le gustaron y decidió que no quería vivir más con nosotros, por eso nos vinimos para acá hace años y él se quedó allá. Creí que tu padre le estaba cuidando...
   
    —Y lo está —mentí—. Lo está, solo fue un despiste —aseguré pero sentía mis manos temblar sobre mi regazo.
   
    —Está bien, linda, te dejo que los niños tienen que ir a dormir ya. Cuídate.
   
    Él cortó la llamada y dejé caer mi mano pesadamente sobre mi regazo. ¿Jonathan no había estado en América todo este tiempo? ¿Entonces dónde había estado? Mi padre no tenía ni idea de eso, nadie en la familia, llevábamos años creyendo que estaba con nuestros tíos y debo decir que no éramos muy de hacer llamadas entre familias.
   
    Jonathan había mentido sobre donde estaba, y seguro había mentido también sobre sus motivos al hacerse presente antes de la luna de sangre, lo más probable es que hubiera mentido también con respecto a muchas cosas más.
   
    Salí de mi habitación y fui directamente a la que le habían dado, tocando varias veces hasta que abrió.

    —¿West? ¿Sucede algo?
   

    —¿Quieres dar una vuelta en moto? —pregunté y él me miró extrañado, como si fuera muy repentino—. Este puede ser mi último día y... Luego de lo de Ryan... —Bajé la vista—. Siempre te gustó ir conmigo a hacer de mis travesuras, pensé que querrías...
 

 
    —Sí, sí quiero —asintió y levanté los ojos hacia él con una sonrisa—. Nos vemos...
   
    —Mi habitación, en cinco minutos y que mis hermanos no te vean, ya sabes. —Le guiñé un ojo y me fue rápidamente.
   
    Me cambié de ropa como un rayo, colocándome mi chaqueta negra y mis botas de montar, junto a los guantes. Jonny llegó justo a tiempo como siempre y le pedí que cerrara la puerta en silencio. Abrí la ventana y me salí por inidcándole el camino, aunque no era la primera vez que hacíamos algo como esto, él siempre había sido mi cómplice en muchas de mis aventuras.
   
    Bajamos por el árbol y luego nos dirigimos con sigilo hasta el garaje. No había nadie, la servidumbre había sido despedida por causa de lo que sucedería en la noche, así no tendríamos que lidiar con más humanos que proteger. Cuando llegamos al lugar, tuvimos que robar las motos de mis hermanos, ya que la mía había fallecido y la que Ryan me regaló estaba en la mansión Anderson.
   
    —¿West, estas segura de esto? —me preguntó mientras nos colocábamos los cascos y yo asentí.
   
    —Completamente segura.
   
    Encendí mi moto, la hice rugir por unos instantes y, tomando el control de la puerta del garaje, la abrí y salí por siendo seguida por Jonathan. Íbamos a toda velocidad como me gustaba ir a mí, pero tomé una carretera desierta que nos llevaría hasta la playa deshabitada a la que había ido hacía un mes cuando me comprometí con Ryan. Necesitaba encarar a mi primo y no tenía miedo, él era una bestia pero yo podría defenderme como lo había hecho anteriormente y si no... Confiaba en que Ryan aparecería.
   
    —¿Por qué aquí? —preguntó él quitándose el casco cuando nos detuvimos sobre la arena.
   
    —Es un buen lugar, ¿no crees?  —respondí, bajándome de la moto y retirándome el casco.
   
    —Normalmente no elegirías estos lugares para hacer una de las tuyas, West.
   
    —Pues hoy este es el destino.
   
    Comencé a caminar junto a él hasta que casi llegamos a la orilla de la playa. Miré el mar por unos instantes sin saber por dónde comenzar, ni siquiera tenía idea de qué decirle o reclamarle, de cómo hacer que me dijera la verdad si de veras era el asesino.
   
    —West, siento que me cocino con este sol —le oí quejarse, sacándome de mis pensamientos y le miré extrañada.
   
    —No seas llorón, Jonny, no hace tanto sol, yo ni lo siento —le reprendí aunque la verdad me sorprendió, revisé mi reloj y noté que casi era mediodía, a esas horas el sol en la playa está tan picante que podrías hacer parrillada en tu piel, sin embargo, yo no lo sentía.
   
    —Es en serio, Westley, si querías broncearte, haber venido sola.
   
    Asentí un poco desconcertada con mi nueva información y caminé junto a él hasta debajo de una planta de uva caleta que había por allí. Miré a mi pirmo y me fijé en sus facciones, no podía creer que fuera un Anderson, no lo entendía, se parecía bastante a mi tío, tenían el mismo color de ojos y de piel, hasta el mismo porte, lo demás se lo atribuía a mi tía pero...
   
    —¿Tienes algo que decir, Westley? Porque siento tus ojos sobre mí y no quisiera pensar que te gusto —bromeó y sonreí, aunque no porque me hiciera mucha gracia.
   
    —Solo pensaba en lo mucho que te pareces a mi tío —dije y le vi tensarse aunque trató de disimularlo—. Le llamé esta mañana...
   
    —¿Qué? No hiciste eso, ¿verdad?
   
    —Quería saber de ellos...
   
    —No, lo que querías era confirmar lo que el loco que tienes por esposo te dijo —me interrumpió molesto y se levantó para irse.
   
    —Jonathan, espera. —Le detuve por el brazo y me atravesé en su camino impidiendo su huida—. ¿Por qué mentiste respecto a estar en América? Mi tío dice que nunca has ido para allá, incluso me pidió que te convenciera de ir.  ¿Dónde has estado todo este tiempo si no ha sido allá o con nosotros?
   
    —No pienso responder nada, Westley, en serio me decepciona que creas que yo podría ser el asesino de tu madre. ¡Soy tu primo, crecimos juntos!
   
    —¡Y lo sé! —dije exaltada—. Lo sé y por eso le pregunto a mi pirmo dónde ha estado durante los últimos ocho años en los que se supone deberías haber estado en América o con nosotros.
   
    —Eso no te incumbe, son asuntos míos, Westley —musitó con los puños apretados y le miré entrecerrando los ojos con los brazos cruzados.
   
    —¿Qué ocultas, Jonny?
   
    —Ya te dije, no oculto nada, pero no me creerás porque la bestia de tu esposo te metió ideas en la cabeza.
   
    —¡Ryan no es una bestia!
   
    —¡Lo es, Westley, lo es! ¡Quieras negarlo o no, él es la bestia aquí, él es quien asesinó a tu madre, pero estas ciega por él!
   
    —En eso te equivocas, Jonathan, no estoy ciega, si sé que Ryan no fue es porque, como te dije, recuerdo a esa bestia y la transformación de mi esposo nada tiene que ver con la suya —dije molesta—. Pero resulta que nunca he visto la tuya.
   
    —Yo no soy una bestia, soy un Moon, los Moon no somos bestias. Tus hermanos se transforman porque tu padre es una bestia y...
   
    —Tú no eres un Moon, Jonny —le interrumpí y él me miró furioso—. ¿Sabes por qué lo sé? Porque mi tío me lo dijo —mentí descaradamente, pero era mi única carta bajo la manga. Él se alejó de mí y se veía furioso, pero yo me mantuve firme en mi posición—. Mi tío me dijo que ellos no son tus verdaderos padres, Jonathan, así que comienza a hablar de una vez.
   
    —No, ellos no son mis padres —admitió y sentí un escalofrío recorrerme cuando le vi voltearse en mi dirección con sus ojos puestos en mí, estaba muy molesto.
   
    —¿Quiénes son? —inquirí sin dejar a la vista el miedo que comenzaba a sentir de que de veras él fuera lo que Ryan pensaba.
   
    —Eso no necesitas saberlo.
   
    —¿Uno de ellos es un Anderson, verdad? —dije y él me miró más furioso.
   
    —¿De dónde rayos sacas semejante idea? ¿Acaso te escuchas?
   
    —Entonces, si no eres un Anderson, podrás mostrarme tu transformación, ¿no? —inquirí cruzándome de brazos con una ceja arqueada—. Quien nada debe, nada teme.
   
    Él me miró indignado por unos segundos pero luego se echó a reír. —¿Sabes? No pienso seguir con esto, estás mal. Me marcho.
   
    Jonathan comenzó a caminar rumbo a la moto y me quedé parada por unos segundos sin saber qué hacer. Comenzaba a dudar de tener razón cuando sentí como se me desgarraba la parte superior de mi brazo comenzando a sangrar fuertemente. Caí al suelo por el dolor de la herida, y vi mi sangre correr como un río por todo mi brazo hasta gotear en la arena. Miré alrededor buscando a mi agresor pero lo único que noté fue a Jonathan a un par de metros y parecía estar respirando pesado.
   
    —Jo... —No llegué a articular palabra porque él se abalanzó sobre mí en cuestión de segundos.
   
    Parecía poseído, no estaba transformado pero sus ojos se habían vuelto negros y tenía grandes colmillos a la vista. Traté de separarlo pero fue en vano, él era más fuerte y trataba por todos los medios de llegar a mi herida en el brazo. No comprendía lo que estaba pasando pero definitivamente no era normal. Rodamos por la arena en la intensa batalla que tenía para que me dejara en paz. Sus garras me hicieron más heridas y eso le puso más histérico. Estaba asustada, pero no aterrada, solo algo confundida porque no entendía en qué momento habíamos llegado a eso.
   
    Logré separarme de alguna forma y salí corriendo con dificultad, me había herido mucho y la primera herida de mi brazo era demasiado profunda. Corrí como pude pero no tardé mucho hasta sentir un rugido y luego a su cuerpo cayendo sobre el mío. Mi rostro golpeó la arena de forma brusca y sentí mi mundo dar vueltas hasta que me alzó por mi cabeza con una de sus garras. Estaba débil y no entendía por qué cuando lo necesitaba esa transformación que tenía no funcionaba. Mi vista estaba empañada y mis sentidos nublados por lo dolorosa que era esa forma en la que me alzaba, pero pude ver su transformación y sí, definitivamente había sido él...

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