Moon

Moonlight XIV

Arriba fotito de lo que se encontrarán más abajo
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    Dos largos, tediosos y fríos días pasaron luego de aquella noche. No sabía dónde estaba Ryan, no le había vuelto a ver y, la verdad, me hizo sentir muy mal. Pensaba que la cena no había termiado tan mal como para que desapareciera sin respuesta por dos días, no comprendía su actitud. Al final tampoco llamé a mi padre o a mis hermanos, no quería que desataran la tercera guerra mundial por teléfono, lo único que hice fue llamar a Aisha, quien estaba más que preocupada. Le dije que estábamos en algún lugar, que no sabía en dónde pero que hacía un frío terrible, había hablado con ella varias veces más después de eso.

    Estaba sobre la cama mirando el techo, un suspiro se escapó de mis labios, me había costado muchísimo dormirme en todo ese tiempo. Al día siguiente de aquella noche, Katherina fue a llevarme el desayuno y casi muero de un infarto. Creo que después de los gritos que di no le quedaron muchas ganas de volver, solo me dejaba notas para que fuera a tomar las comidas de los diferentes horarios. Tampoco allí había más nadie ¿Cómo podían vivir en una casa tan enorme y completamente vacía?

    Oí unos cuchicheos cerca del borde izquierdo de mi cama que me sacaron de mis pensamientos. Llevé mis ojos al lugar y di un grito completamente sobresaltada. Me caí de la cama torpemente golpeándome el trasero, eso dolió.

    Bastante quejumbrosa, asomé mis ojos por encima del colchón y los vi allí. Eran pequeños, más o menos del tamaño de la palma de mi mano abierta; delgados con piernas largas, su cabello era corto y de color oscuro al igual que su piel y ojos. Parecían tener estrellas dibujadas en la cara y su ropa era horrible, pero parecían criaturas graciosas. Y lo que delató lo que eran fueron esas alitas en sus espaldas, si no estaba mal eran hadas, más bien Pixies.

    Espera... ¡¿Hadas?!

    —¿Qué rayos? —Me levanté mirándolas aún sin creer lo que eran y ellas me observaban a mí con curiosidad, mientras cuchicheaban entre sí.

    Me subí a la cama y me acerqué gateando mientras las escudriñaba con la mirada. Ellas inclinaron su cabeza un poco y luego vinieron hasta mí, tocando mi cabello con sus pequeñas manos. Lo acariciaron con timidez para luego hacerlo con más confianza, parecía que les gustaba mucho. No pude evitar reír fuertemente ante la situación y ellas se asustaron un poco.

    —Lo siento. —dije haciendo gestos de que todo estaba bien y volvieron a acercarse. Comenzaron a volar alrededor de mí jugando con mi cabello. Era lo más divertido que me había pasado en todo ese tiempo y totalmente raro. Verlas revolotear se me hacía tan irreal, aunque ya muchas cosas por allí lo eran.

    Busqué el móvil y tecleé "Pixies" en el buscador mientras ellas parecían estar obsesionadas con mi cabello. Creo que me estaban haciendo trenzas o algo así. Decían muchas cosas sobre ellas en Google, en lo que más me fijé fue en que les gustaba la música y la danza.

    Dejé la búsqueda a un lado y me dispuse a ver lo que habían hecho con mi cabello. Me miré en el espejo y aquello era un desatre. Reí bastante mientras me deshacía de esas trenzas locas que me habían hecho y ellas comenzaron a empujarme hacia la puerta de salida. Fui sin oponer mucha resistencia y me arrastraron hasta alguna parte fuera de la casa. Hacía un frío que picaba pero estaba tan entretenida que no me preocupé mucho por ello.