Eclipse XLIII

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Todo a su alrededor se desvaneció y se quedó en completa penumbra. Westley no sabía en qué momento dejó de sentir a Ryan cerca suyo pero cuando todo se iluminó nuevamente, pintando el espacio lleno de estrellas, ya él no estaba. Comenzó a llamarlo pero su voz rebotaba en ecos por todo el vacío lugar, y entonces vio una luz en forma de persona a unos cuantos metros hacia adelante.

Caminó hasta ella, percatándose de lo conocida que le era la silueta, sus cabellos eran fuego ardiente, su piel blanca y tersa estaba trazada con unas marcas como las de Ryan pero que ardían en fuego; y sus ojos parecían tener el mismo sol dentro.

Cuando estuvo a unos pasos de ella se quedó descolocada, el rostro de la mujer allí delante era totalmente diferente, pero así como la primera vez que vio a Leyla, también pudo reconocerla, era Katherina.

-¿Dónde está Ryan? -fue lo primero que preguntó.

-No te preocupes, está bien, solo necesitaba hablar contigo a solas.

--¿Por qué? ¿De qué va esto? Si lo sabías todo... ¿Por qué no decir nada? Estuviste ahí todo este tiempo -le reclamó molesta pero ella ni se inmutó, habían cosas que no venían al caso en ese momento-. ¿Es que acaso no te importa?

-Westley, el destino siempre llega, ¿recuerdas? Este era tu destino y como tal debía de ser cumplido.

-¿Entonces debo morir? ¿Por eso es que me llamaste aquí?

Katherina negó con la cabeza, haciendo que sus llameantes cabellos se movieran como si flotaran, parecía un hada, era completamente hermosa, muy distinto de lo que había mostrado de su ser todo ese tiempo.

-Te llamé aquí para explicarte lo que solo mi muerte permitiría. Tu destino nunca fue morir, no eras la princesa de la luna y no deberías haber pasado por esto. Se supone que debías de haber muerto aquella noche cuando Leyla planeó todo aquello para deshacerse de tu madre, la última princesa -le contó y Westley no tenía palabras que decir, así que continuó-. Tu madre y tu padre habían comenzado a romper la maldición, porque se amaban, pero el amor se supone que debe sobreponerse a todo y vencer todo. La traición no está entre lo que es el amor y tu madre perdió lo que había ganado por eso. Se dejó influenciar por falsas esperanzas que le dio Leyla, quien se inmiscuyó en todo el asunto para su propio beneficio. Traicionó a tu padre solo por beneficio propio, le lastimó para salvarse y eso no es amor, porque el amor no es egoísta.

-Pero ella fue engañada, no tenía culpa si...

-¿Hubieras hecho tú lo mismo, Westley? -le interrumpió- ¿Serías capaz de lastimar a Ryan, un hombre que ha dado todo por ti, solo por romper una maldición? ¿Solo por tu propio beneficio?

La respuesta era clara, no podría, preferiría morir esa noche antes de hacerle eso a él quien había dado todo por ella, su vida entera.

-No, no lo haría, moriría antes de hacerle daño.

-Y por eso es que Leyla te teme, porque tú eres un fallo en su plan. Ella lo ideó todo, influenció a tu primo que terminó influenciando al padre de Ryan, y todos se pusieron de acuerdo para lo mismo, matar a la princesa de la luna antes de la Luna de sangre.

-¿Pero por qué? ¿Qué beneficios tendrían las bestias de esto si ellos la necesitaban?

-La libertad de cazar siempre que quieran es una buena tentación para cualquier bestia - Westley asintió, tenía toda la razón-. El problema es que no contaban con que Ryan estaría ahí, mucho menos con que ustedes se hubieran conocido y él estuviera enamorado de ti.

-¿Entonces fuiste tú, verdad? Tú fuiste quien me salvó aquella noche.

-Sí, esa noche renuncié a mis poderes solo para salvarles, rompí las reglas de no inmiscuirme y por eso me volví una simple humana mitad bestia. Ryan te amaba y tenía fe en que, en algún momento de la historia, se volverían a encontrar y tú le amarías.

-Creo que tuviste demasiada fe en mí, Katherina, tal vez nunca le hubiera conocido.

-Había esa posibilidad, pero sabía que Clarence en algún momento te querría bajo su radar, y Ryan se convirtió en tu guardián desde aquella noche, él no permitiría que nada te sucediera y si para eso tenía que mostrarse delante de ti... Lo haría.

Y lo hizo, pero ahora seguía todo igual, la maldición seguía en pie y nada había cambiado.

-El tiempo se me acaba, Westley -dijo llamando su atención-. Solo te diré una cosa, tú eres quien único puede romper la maldición, y solo hay un camino, acabar con la culpable de todo...

-Acabar con Leyla.

Ella asintió a sus palabras ya comenzando a desvanecerse. -Recuerda, ella es la luna y lo único que vence a la luna es...

Westley no entendió sus últimas palabras porque ya a ese punto se había desvanecido por completo y todo se volvió negro a su alrededor. A lo lejos sintió la voz de Ryan que le llamaba y poco a poco fue abriendo los ojos, encontrándose con su rostro frente al suyo.

-¿Westley? Westley, reacciona -le decía y apenas en ese instante notó que estaba tendida en el suelo con él tratando de reanimarla.

-Estoy... Estoy bien, ¿dónde estamos? -preguntó aturdida mirando alrededor y se dio cuenta de que estaban de vuelta en las afueras de la mansión Moon.

Westley se puso en pie con ayuda de Ryan y sus ojos se abrieron al ver la gran e imponente luna delante suyo, comenzando a tornarse roja. Un escalofrío recorrió su cuerpo al ver como su color blanco se volvía cada vez más rojo como la sangre y un fuerte dolor en el pecho le atacó, haciendo que cayera sobre sus rodillas.

-¿West, qué te sucede? -le preguntaba Ryan, tratando de sostenerla pero le dolía mucho. Sintió su piel arder y sobre ella comenzaron a tatuarse aquellas marcas negras.

Westley no estaba muy consciente, Ryan seguía hablándole pero solo miraba a su alrededor como fuera de sí. Sus hermanos, su padre y Aisha estaban a unos pasos en posición de ataque y sabía bien el porqué, podía sentir el olor de muchas bestias acercarse a paso rápido hacia su hogar.

-Westley -Ryan le llamó por n-ésima vez y entonces le miró. Él no estaba muy distinto y ya había notado que las marcas habían comenzado a surcar su piel que parecía brillar como la superficie de la luna, mientras sus ojos se volvían blancos como los suyos-. Creo que la luna ha activado tu transformación.

Ella asintió algo ida, sintiéndose extraña por aquel nuevo poder que le estaba llenando, pero a penas y se había comenzado a acostumbrar a la sensación, cuando por encima de las rejas de los portones comenzaron a saltar bestias y más bestias.

Sus hermanos, padre y amiga no dudaron ni un segundo en transformarse en lo que ellos eran, bestias también. Darío y Aisha tenían la misma transformación que ya Westley conocía y sus hermanos menores, Justin y Caleb, eran panteras al igual que Thomas, Andrew y su padre, delatando perfectamente que estos sí que eran sus hijos. Todo lo contrario a ella o sus otros hermanos, Connor era el más imponente, su bestia era un gran león de melena blanca, con alas del mismo color en la esplada, en cada una de sus patas tenía pequeñas alitas con plumas que le daban un toque majestuoso. David era un lobo blanco inmenso, con algunos trazos en rojo por todo su pelaje.

Las bestias que se oponían a ellos eran muchas y fuertes, pero cuando se abalanzaron para enfrentarles, el porqué de que los Anderson habían usado una artimaña para tenerla bajo su poder se hizo evidente, ellos jamás podrían tocarla, porque sus hermanos mayores no solo eran bestias, también eran hijos de la luna y como tal, sus poderes corrían por sus venas. Todos los miembros de su familia se movían a su antojo por el lugar, destrozando a sus adversarios y defendiéndola como habían prometido, con su vida.

Westley no quería quedarse mirando, pero sabía que para vencer esa noche, una princesa de la luna debía morir, y no sería precisamente ella. Esperó por instantes porque sabía que aparecería, por alguna razón, su estado le permitía saberlo, sentirla de antemano. Ryan estaba igual, esperando, pero no solo por Leyla, sino por todo lo que venía con ella, su familia entera y todos sus sirvientes.

Los ruidos se oyeron a sus espaldas y a lo lejos pudieron divisar ambos la horda de criaturas de la noche que venía volando en el cielo y luego, la otra horda que corría hacia ellos en tierra. Los dos se miraron y aunque sus ojos estaban en blanco, no les hizo falta más, entendieron perfectamente lo que decía esa mirada, era un te amo y una promesa, la promesa de que estarían juntos al día siguiente y serían felices para siempre.

Cuando sus ojos volvieron al frente, fue casi de forma automática en la que ambos desaparecieron. Ryan apareció volando en su forma de bestia frente a todos los de su familia que estaban en el cielo, todos ellos a quienes conocía y todos a quienes odiaba, ninguno era digno de su misericordia, porque ninguno valía más que ella para él y sabía que a ninguno de ellos les temblaría la mano para acabar con su persona. Pudo diferenciar a James entre ellos y debió admitir que eso le afectó, fuera lo que fuera, era su hermano, pero estaba incluido en el grupo de los demás y lo sabía. Todos trataron de rodearle pero se les hizo imposible, eran muy buenos, muy fuertes y muchos, pero él sabía cuáles eran los poderes que corrían por sus venas y le mantenían vivo, sabía que podía vencerles.

Westley caminó inmutable hasta llegar muy cerca de donde todas las bestias que venían por tierra estaban reunidas. Su cabello y piel brillaban en medio de la oscuridad como si ella fuese la misma luna, siendo solo opacado por su ropa y las marcas negras en su piel. Sus ojos vieron claramente a sus adversarios, todos perros falderos de los Anderson y obviamente, el padre de Ryan. Miró hacia donde debía estar su esposo y notó como él ya había comenzado a pelear sin siquiera pestañear, haciendo uso de sus poderes y fuerza a diestra y siniestra.

Escuchó la orden de ataque de Clarence que no estaba transformado y vio a todos aquellos monstruos abalanzarse hacia ella. No se movió, solo siguió allí parada hasta que se acercaron unos metros, entonces fueron alzados en el aire solo con una orden de su mente, luego fueron cortados con el mismo viento, como si este estuviera hecho de cuchillas. Sus cuerpos destrozados cayeron al suelo, pero serían los primeros de muchos. Westley movía sus manos y los alzaba, los tiraba lejos, los destrozaba y acababa con ellos sin piedad y sin pensarlo, tal como lo primera vez, sintiendo ese horrendo placer al matarlos. Esta vez no se dejó dominar por él, no lo haría porque estaba clara de que eso era lo que quería Leyla, quien ni siquiera había aparecido, lo cual, le tenía en alerta todo el tiempo.

La batalla continuó así por un largo rato y todos comenzaban a sentir las secuelas de usar sus poderes, incluso Westley. Era demasiado poder y les estaba consumiendo las fuerzas, cada vez les costaba más responder a los ataques con magia, pero aún así seguían siendo lo suficientemente fuertes como para continuar peleando.

Ryan había acabado con todos sus contrincantes y solo le quedaba uno, su hermano, quien no dudó en atacarlo viendo que ya no había más nadie para enfrentarle. Ambos se abalanzaron uno sobre el otro y en el mismo aire comenzaron a pelear, dando zarpazos e hiriéndose. Ryan se movía rápido, pero James sabía de sus poderes y también que estaba cansado, así que aporvechaba cada momento de debilidad para dar buenos golpes que dejaban a su hermano bastante débil. La lucha de Ryan no solo era externa, enfrentaba a James pero no con todo, porque en su interior aún estaba la espinita de que sea lo que fuera, era su hermano, con quien había convivido durante los casi treinta años que tenía de vida y a quien quiso en algún momento, incluso si de ese sentimiento ya no quedaba absolutamente nada.

Le volvió a atacar por sorpresa desgarrando todo su pecho y le sujetó teletransportándoles a ambos hacia la tierra. Hizo chocar el cuerpo de James duramente contra el suelo y por la fuerza con la que cayeron, este se arrastró unos cuantos metros más allá. James, en su forma bestial, se levantó atontado, pero eso no duró mucho hasta que su hermano volvió a atcarle, ensartándole un zarpazo que le hizo chocar contra la reja que separaba la mansión del exterior. Ryan volvió a abalanzarse sobre él para darle el golpe de gracia pero no pudo porque un sonido ensordecedor los paralizó a todos.

Westley estaba acabando con un grupo de bestias cuando oyó el sonido y vio a todos retorserse a su alrededor. No entendía nada en absoluto, porque a ella no le afectaba pero rápido logró notar de dónde venía y quién era la causante.

Leyla estaba en la cima de la mansión Moon y junto a ella Jonathan. Westley solo hizo desearlo y ya estaba allá arriba tratando de atacarla, pero fue detenida en el intento. Sintió como unas manos invisibles sujetaban su cuello y la asfixiaban, aún si luchaba con todas sus fuerzas para evitarlo.

-¿En serio creíste que me vencerías, Westley Moon? -preguntó Leyla con una ceja arqueada y una media sonrisa de victoria-. Eres poderosa pero no más que yo, la verdadera y única princesa de la luna.

-No... No te saldrás con la tuya -musitó Westley, tratando de respirar y de soltarse, pero se le hizo imposible. Usar sus poderes también fue en vano, parecía como si Leyla le absorbiera todo, volviéndola una simple humana. Sus ojos fueron a Jonathan que ni siquiera la miraba, y se le rompió el corazón porque sabía que estaban en bandos distintos, a pesar de ser hermanos-. Jonny...

-Oh, por favor, no empieces a rogar. -Leyla le lanzó bruscamente, haciéndole rodar por toda la superficie del techo y casi caer de este de no ser porque logró sujetarse antes de llegar a la orilla.

Se levantó como pudo, tratando de recuperar el aire y miró hacia donde estaban sus hermanos y los demás, aquel sonido seguía haciéndoles daño sin discriminación entre amigos o enemigos, y debía de pararlo cuanto antes. Tosió varias veces antes de esquivar el ataque de Jonathan, a quien Leyla le había ordenado que acabara con ella antes de bajar de allí.

Jonathan la atacaba como si no le conociera y a Westley le costaba enfrentarse a él, no solo porque se sentía débil en extremo, sino también porque no dejaba de verlo como su primo con quién había crecido.

-Jonathan, no tienes por qué hacer esto -le dijo pero él siguió tratando de atacarla, estaba en su forma de bestia, rememorándole los recuerdos de aquella horrible noche.

Westley le esquivó una vez más y corrió hasta el otro lado, donde anteriormente había estado Leyla parada, buscándola con la mirada. La encontró camino hacia donde estaba Ryan, quien aún seguía sufriendo por el fuerte sonido que ella estaba provocando. No entendió absolutamente nada. ¿Por qué iba hacia Ryan? ¿Qué rayos estaba planeando?

Ya en ese punto no podía seguir huyendo de Jonathan, era la vida de su esposo la que estaba en juego y la de todos sus otros hermanos, Jonathan no se merecía aquel sacrificio, incluso si le dolía tener que hacer esa elección. Volvió a cambiar de lugar con solo pensarlo y atrajo a su primo, esta vez no esperó a que le atacara, sino que ella misma lo hizo. El viento cortó a Jonathan como cuchilla afilada, pero para sorpresa de Wetsley, sus heridas se sanaron al instante, dejándola pasmada. Él se abalanzó sobre ella mientras se defendía, trató de pararlo y no pudo, trató de cortarle, pero tampoco pudo. Era demasiado fuerte.

Westley comenzó a desesperar, necesitaba deshacerse de él ya y llegar a donde Ryan, no podía seguir esperando a acabar con Jonathan, así que lo pensó y en menos de nada apareció detrás de Leyla atacándola por sorpresa. Una vez más, el ataque fue en vano, ella le había sentido y le lanzó lejos haciéndola rodar por todo el suelo fuertemente. Tosió sangre, ya casi sin fuerzas mientras sus ojos buscaban a la maldita de Leyla con desesperación, sintió alivio al ver como su atención había dejado de estar en Ryan para estar sobre su persona.

-En serio que eres molesta, parece que tendré que hacer el trabajo yo misma -dijo antes de levantarla en el aire y volverla a lanzar lejos, haciendo que chocara contra un árbol que había allí.

Westley volvió a caer al suelo con la cabeza dándole vueltas y casi sin fuerzas, pero no se rendiría, necesitaba acabar con ella de una vez por todas. Se puso en pie débilmente y llevó sus ojos a Leyla quien se acercaba caminando bastante confiada de que ganaría, y obviamente lo estaba, porque Westley también creía que no podría vencerla. Lo único que pensaba era en qué era eso que tenía y que le había dicho Katherina, lo único que podía vencer a la Luna.

El próximo ataque de Leyla logró esquivarlo con eficacia para molestia de la otra, estaba débil, pero no derrotada. Westley trató de atacarla de nuevo y antes de que la parara, detuvo a Leyla. Ambas comenzaron a estrangularse con aquellas manos invisibles, los ojos rojos de Leyla ardían mientras los blancos de Westley brillaban. Ninguna se rendiría, ella estaba dispuesta a eso y más, necesitaba acabar con Leyla y si debía dar su vida por ello, lo haría.

-¿Crees en serio que ganarás? Westley, crees que le amas pero no es así, es solo una bestia más.

-No es sólo una bestia más -musitó ejerciendo más poder sobre el agarre del cuello de Leyla, provocando que esta hiciera lo mismo con ella-. Ryan es mi esposo, el amor de mi vida.

-¡Solo un mes no define eso!

-¡Sí lo hace! -gritó en respuesta con los dientes apretados y comenzó a avanzar hacia Leyla, quien tenía cada vez más control sobre ella-. Ryan es el amor de mi vida, y con solo un mes junto a él me bastó para saberlo. Le amo y lo haré... -Casi no podía respirar y ya estaba a un metro de ella-. Daré mi vida solo para que él viva.

-Pues tus deseos son órdenes...



🌕 🌕 🌕

Hola, gente.

Intenso el capítulo, ¿no?

Espero que no haya sido muy brusco mi cambio de narrador 😅

El próximo capítulo es el final.

¿Qué será lo que sucederá?

¿Ansiosos por saber?

😌😌😌

Vieron que Katherina sí explicó todo.

😌😌😌

Todo en su tiempo, mis amores.

¿Qué será lo único que puede vencer a la Luna?

¿Westley Lo descubrirá a tiempo?

Ya se enterarán este jueves.

Gracias por leer,no se olviden de darle mucho amor al capítulo y hasta el próximo.

Ya estamos acabando nuestro viaje.

¡Se les quiere!

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