Miré espantada a Jonathan, no me creía lo que acababa de decirme. ¿Que no se olvidaba de mí? Pero si él y yo nunca llegamos a tener nada.
-¿De qué hablas? -pregunté extrañada y él se puso de frente a mí.
-Nunca te lo dije, pero siempre sentí algo por ti, West. No me atrevía a decírtelo porque crecimos prácticamente juntos y temía que me vieras solo como tu primo.
-Somos primos, Jonathan -aclaré retraída. Sí, había sentido algo por él, pero eso fue antes de conocer a Ryan.
-Y lo sé, pero quiero que sepas que haré de todo para que nada te suceda en esa luna.
-Jonny, mis hermanos ya están en ello.
-Y yo los estoy ayudando. -Tomó mi mano, lamiendo ligeramente la herida que me hice con la rosa hasta sanarla-. Vamos a sacarte de la mansión Anderson antes de que llegue la luna de sangre, yo me encargaré de llevarte lejos de Nighthall.
-Jonathan, no creo que estés muy informado. -Solté mi mano de su agarre, sintiéndome incómoda-. Ryan es peligroso, ya mis hermanos intentaron llevarme una vez y no funcionó.
-Esa vez fue porque tú le defendiste, Ryan no podrá contra ocho bestias.
Sí que puede, tú no le has visto.
-Es peligroso -fue lo único que dije, si me oponía demasiado sería sospechoso.
-Todo sea por ti, Westley -dijo y me dejó un beso en la mejilla para luego irse.
Bufé, no tenía idea de lo que Ryan planeaba hacer para protegerme e igual solo confiaba en él, era una locura, pero incluso mis hermanos no me hacían sentir tan segura. Es cierto, eran más, pero Ryan es fuerte, tiene ese poder de teletransportarse, ha destrozado a bestias mucho más grandes que él con una sola mano... Aunque la idea de que me sacaran del país no era tan mala, podíamos irnos juntos los dos.
-West -la voz de Justin me hizo voltearme para verlo-. ¿Estás aburrida? ¿Quieres bailar?
Sonreí. -No tengo ganas.
-¿Cómo que no? Si tú siempre quieres bailar. -Me tomó las manos, comenzando a hacer un baile gracioso y dramático-. Eeeeee-res tú, la dulce ilusión que yo soñeeeee -comenzó a cantar desafinadamente mientras bailabamos aquel vals que fue el primero que le enseñé cuando aún me daba por la cintura-. Na, na, na, na na na na na, na na, na naaaaa.
Reí, sabía que no se acordaría de la letra, ni yo me acordaba de ella, pero él siempre lograba sacarme una sonrisa con eso.
-Estás loco -dije aún bailando y nos separamos haciendo una reverencia dramática.
-Estoy destinado a hacer feliz a mi hermana favorita -respondió y nos juntamos haciendo el un, dos, tres, súper exagerado y dramático por todo el lugar.
-Soy tu única hermana, Just -dije riendo y él me dio una vuelta.
-Tengo seis hermanos más, tú siempre has sido la favorita.
-Eso es verdad, pequeñajo -le pellizqué la nariz y seguimos bailando bobamente por un buen rato.
Luego nos detuvimos y mis hermanos se nos unieron. Comenzamos a hablar, a traer recuerdos de cuando más pequeños, a hacer bromas, etcétera. Extrañaba muchísimo esa convivencia con ellos, debía de agradecer que ese dueño de Nebula hiciera algo como eso, necesitaba aquello aunque ni yo lo sabía.
Llegó la tarde y un empleado de Nebula fue a recogerme, no quería irme pero dijo que tenía órdenes estrictas de llevarme a otra parte para que me prepararan. No entendí nada hasta que llegué a un camerino en los que se cambiaban los bailarines cuando hacían algún show en Nebula. Noté que mis cosas estaban ahí y además de que había un estilista esperándome como si yo fuera la esposa del presidente.
-Sra. Anderson, nos pidieron que le dieramos esto. -Un hombre me entregó una rosa roja y una nota colgaba de ella. Casi no pude ni disimular mi sonrisa cuando la abrí.
"Nos vemos esta noche, mi luna, muero por verte con ese vestido".
No firmó, pero no me hizo falta, sabía que había sido Ryan el que la envió.
Una chica me llevó a través del lugar y me dejó en el baño para que me duchara. Luego salí aún en toalla con el cabello mojado y lista para que me prepararan como si estuviera en un SPA. Literal me sentía como la esposa de un magnate, nunca fui de ir a hacerme de todo a un salón de belleza ni nada parecido, por falta de dinero nunca fue, pero siempre consideré algo exagerado ese hecho, además, a donde solía ir no hacía mucha falta eso de ir despampanante.
El estilista acabó de hacerme el maquillaje y me vi en el gran espejo, definitivamente él era un experto, me había llenado de cosas la cara y parecía que no tenía casi nada, lo que más resaltó fue el delineado que era lo que más me gustaba que se viera. Luego de ello vino el vestido, tenía los nervios de puntas, había olvidado que ni siquiera lo vi antes de salir y moría de curiosidad.
Debo decir que Ryan tenía gusto exquisito, no había uno solo de esos vestidos rojos que él me hubiese dado que no me gustara, hasta ese que no me puse me gustó, solo que ya ustedes saben. Y hablando del rey de Roma, mi boca casi llegó al suelo cuando vi que precisamente era ese vestido el que habían sacado del protector. Sentí mis mejillas enrojecer, Ryan lo había hecho a propósito, debí revisar antes de traerlo.
Suspiré y no me quejé, le prometí que lo usaría y así lo hice. Cuando me lo puse noté que el escote lo habían arreglado, en vez de dejar todo al descubierto tenía una micromalla del color de mi piel que no dejaba ver absolutamente nada de mi pecho, eso fue un alivio. Por lo demás, el vestido era sin mangas, los tirantes eran finos y se sujetaban en una cinta en mi cuello como si fuera una gargantilla, del centro de esta descendía una cinta roja que recorría todo el centro de mi pecho y escote haciéndose más fina hasta tocar tela de nuevo. La espalda sí era toda una exhibición, estaba completamente descubierta hasta la mitad, la parte delantera se sujetaba por cuatro cintas que se enganchaban allí detrás con unas argollas doradas, dejando entre cada cinta toda mi piel a la vista. La falda era más recatada, larga hasta mis tobillos y suelta, bastante cómoda pues la tela era ligera; aunque tenía una abertura en el costado hasta un poco más arriba de mi rodilla que dejaba ver mi pierna cuando caminaba.
Los zapatos sí ya los había escogido, eran rojos de tacón de diez centímetros fino y sin plataforma. El peinado era un semirecogido (que estaba más suelto que recogido, pero bueno) con algunos adornos que simulaban diminutas rosas rojas.
Al fin estuve lista y fui acompañada por el mismo hombre de hacía un rato. Ya habían pasado por lo menos tres horas de que empezamos a arreglarme y de seguro que ya había empezado ese evento. Llegué y me dejaron en frente de la puerta, la cual abrí algo temerosa. Nuevamente todas las miradas se posaron sobre mí, haciéndome sentir incómoda, pero alcé mi rostro y caminé como si nada me importara; estaba vestida como una reina así que me comportaría como tal.
Estuve en segundos junto a mis hermanos y Aisha se había unido a ellos. La saludé con una ligera sonrisa mientras escaneaba el lugar en busca de Ryan, se supone que debía de haber llegado.
-Estás deslumbrante -me dijeron a mis espaldas y me volteé encontrándome con Jonathan.
-Gracias -dije sonriendo cortésmente y seguí buscando.
-Pareces distraída -comentó y le miré.
-No, solo estoy observando, nada nuevo -respondí restándole importncia-. Tú también te arreglaste por lo visto.
-Sí, supongo que algo debía de hacer.
-¿Ya cenaron? -inquirí.
-Sí, hace un rato. ¿Tú no?
-Ehmm, no, aún no, supongo que lo haré más tarde -dije y seguí buscando a Ryan.
-Oye, Westley...
-Damas y caballeros -la voz del locutor llamó mi atención y miré hacia el centro del lugar donde estaba parado.
Habían puesto una especie de tarima, algo nuevo, normalmente no había nada de eso. Bueno, normalmente no habían siquiera mesas en el escenario como hoy.
-Esperamos que hayan tenido un día agradable, les invitamos a que tomen asiento -dijo el hombre apuntando las mesas y yo me despedí de mis hermanos, yendo junto a los Anderson.
Me senté a un lado de James y pude ver que en la mesa habían unas seis personas más, aparte de Edice y Clarence. Cualquiera de esos podía ser el asesino de mi madre y eso me revolvía el estómago.
-El dueño de Nebula ha decidido que al fin, después de tanto tiempo, se daría a conocer a todos -escuché decir al hombre y le miré-, pero antes quiere que sepan la historia de cómo surgió Nebula.
Las luces se apagaron y en el escenario se proyectó un holograma que representaba una nebulosa, donde nacen las estrellas.
-Hace algunos años... -escuché y de inmediato reconocí la voz-, conocí a alguien que se volvió una luz en mi vida. Ella me enseñó lo que es amar aunque fuera oscuridad, ella me enseñó que incluso los seres de oscuros tenemos derecho a tener luz.
La visión cambió a la de una luna hermosamente llena.
-Ella es mi luna, y creí que jamás se fijaría en una sombra como yo, en el lado oscuro de su cara, en quien siempre había estado ahí para protegerla. -Sentía mis manos temblar mientras mi corazón martillaba fuertemente ante cada palabra-. Le di mi corazón a mi luna, se lo di completo en eterno amor y por ella creé este lugar. Mi luna ama bailar, y yo amaba verla...
No, eso no puede ser... Él es...
-Mi luna sé que me está escuchando y que sabe que la amo, por eso le hice este lugar, para que pueda bailar en el cielo, y brillar entre las estrellas.
Las luces se encendieron y dejaron ver la figura de un hombre desconocido, seguido de los aplausos de los presentes. Eso me decepcionó, creí que había sido Ryan. El hombre siguió hablando, presentándose como el dueño de Nebula e invitándonos a disfrutar la noche. Yo estaba triste, Ryan no había siquiera aparecido, así que en cuanto acabó el discurso de ese hombre me puse en pie y me dirigí hasta la salida del salón.
Estaba a unos metros de la puerta, en el pasillo, mientras buscaba el contacto de Ryan para llamarle y saber en dónde se había metido. Sentí como alguien traspasaba la puerta y vi la figura de Isabella, rodé los ojos, había olvidado que la arpía también sería una de las bestias presentes.
-Vaya, qué hace la cena aquí fuera -dijo con cinismo, acercándose a mí y ni me inmuté, solo apagué el móvil y me crucé de brazos.
-La cena aún está viva, así que puede hacer lo que le apetezca -respondí y ella rió, tenía muchas ganas de estrangular su cuello en ese instante.
-¿Te crees muy valiente, no? -su voz se ensombreció y se abalanzó sobre mi agarrándome por el cuello y pegándome a la pared. Intenté soltarme pero se me hizo imposible- ¿Dónde está tu esposo ahora, eh? ¿Crees en serio que estás a salvo entre los Anderson?
-Yo sé que no -dije casi sin aire, con mis manos aferradas a su brazo en un vano intento de alejarla.
-Ese maldito de Ryan asesinó a mi primo, pero que conste que no se librará, en la luna de sangre le mataremos y te comeremos con gusto.
-Me encantaría ver como lo intentas -escuché la voz de Ryan y vi como lanzaba a Isabella hasta la otra parte con una sola mano.
Casi caigo al suelo tosiendo, pero él me sujetó para evitarlo. -Ryan...
-Lo mejor será que no trates de pasarte de lista, Evans, mientras Westley esté bajo mi custodia no le pondrás un dedo encima.
-Ya veremos eso -dijo levantándose y arreglando su vestido-, en la luna de sangre no podrás evitarlo, Anderson.
-Nos veremos entonces, Evans -dicho eso, de un momento a otro ya no estabamos en el pasillo, me había llevado a la azotea-. Sorpresa -dijo y fruncí el ceño.
-¿Sorpresa? ¿Quieres que te mate? -exclamé, golpeando su hombro y él rió tirando de mi mano para juntar nuestros labios y besarme.
-Lo siento, allí dentro no podría besarte -se disculpó y me dejó un tierno beso sobre los labios.
-Creí que no vendrías. -Le abracé, poniendo mi cara en su pecho y él correspondió.
-No te he dejado sola en todo el día, te he estado vigilando y lamento que hayas pasado ese mal rato con Isabella.
Me separé para verle a los ojos. -¿En serio has estado ahí todo el tiempo?
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Moon
FantasyCinco grandes familias dominan todo Nighthall, el patriarca de una de ellas es engañado y pierde todo lo que posee por ello. Nada de esto es casualidad... las demás familias le han tendido una trampa... La pregunta es... ¿Por qué? ¿Y qué tiene...