Moonlight XVI

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    Ya estábamos en frente de la mansión Anderson, me había quedado dormida poco después de lo que Ryan dijo. No supe ni qué decir luego de eso y solo me recosté en su pecho bastante ida, luego las pastillas hicieron efecto y me quedé dormida hasta llegar. Él me ayudó a salir del auto y yo me sentía algo nerviosa con su presencia ¿Cuantos días habían pasado desde que nos fuimos? Creo que solo habían sido cuatro, pero ahora todo se sentía tan diferente que no sabría explicarlo.
   
    Estábamos mirándonos sin decir nada, Ryan aún sostenía mi mano delicadamente y aquello me causaba escalofríos ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo podía haber cambiado todo en tan poco tiempo?
   
    —Mi Señor, debo volver —la voz de Katherina fue la que nos sacó de esa burbuja que nos encerraba a ambos.

     Me soltó la mano y miró a la señora. —Llévate el auto, espero que puedas lidiar con la situación.
   
    Ella asintió. —No se preocupe, mi señor, con ella acá creo que el que va a tener que lidiar con situaciones difíciles será usted. —Hizo una reverencia para luego meterse de vuelta al auto.
   
    Ambos nos miramos en cuanto ella arrancó, creo que no teníamos la menor idea de lo que haríamos a partir de ese momento, o por lo menos yo no tenía idea.
   
    —Entremos, Moon.
   
    Se dió vuelta sin añadir más y le seguí, pero era imposible no sentir el gran muro que se construía entre nosotros con cada escalón que subíamos, el estar de vuelta parece que cambiaba muchas cosas.
   
    Entramos a la mansión y pronto estuvimos en el salón principal. Todos estaban esperándonos allí y cuando digo todos no solo me refiero a los Anderson. Para sorpresa mía y creo que de Ryan, estaban allí presentes representantes de todas las familias, menos de la mía. Le vi desaparecer de delante de mis ojos como una sombra antes de que ellos se dieran cuenta siquiera de su presencia.
   
    James se puso en pie en cuanto notó que yo estaba ahí y corrió a abrazarme. No hice nada, estaba aún en shock por el hecho de que estuvieran ahí.
   
    —Me alegra que hayas vuelto a salvo. —Se separó para mirarme—. ¿Mi hermano te hizo daño? —preguntó y negué con la cabeza, pero en realidad no le estaba prestando mucha atención.
   
    Miré hacia donde estaban todos los demás y ya se encontraban en pie, los padres de Aisha estaban ahí, los Evans también y los Hearst. Nunca había tenido la oportunidad de conocer a ninguno en persona, mi mejor amiga jamás me dejó ir a su casa porque decía que sus padres eran muy estrictos con esas cosas, me parecía raro pero cada quien con sus costumbres extrañas. No entendía lo que hacían en la mansión Anderson, pero me daba un poco de mala espina. Su mirada me causaba una horrible sensación, me miraban como comida, como si fuera su presa, una muy suculenta.
   
    Un horrible escalofrío recorrió mi espalda haciéndome titubear, pero entonces sentí como alguien posaba sus manos sobre mis hombros. Y esa calidez, esa horrible y perfecta calidez eran inconfundibles.
   
    —Estoy aquí... —susurró a mi oído y me giré para verle pero no había nada ¿Me lo habría imaginado?
   
    —¿Sucede algo, Westley? —preguntó James.
   
    —No, no, no es nada —respondí nerviosa, frotándome mi brazo izquierdo con mi mano derecha para aliviar la sensación tan horrible que sentía sobre mí.
   
    —Ven, mi madre quiere hablar contigo en otra parte. —Me tomó de la muñeca y me llevó a través del salón.
   
    Todos los demás no me quitaron la vista de encima hasta que abandoné el lugar. Eso me dió repelús, parecía una película de terror en la que era encerrada en una casa llena de bestias sedientas de mi carne. Eso incluso me dio más miedo ¿Qué me pasaba? ¿Por qué siempre que pensaba en esas bestias sentía ese horrible terror carcomer mis entrañas?
   
    Ni siquiera noté cuando llegamos a una especie de salón más pequeño, en el que estaba sentada la Sra. Anderson, tocando Moonlight Sonata de Beethoven, en el piano. Me quedé anonadada con la destreza que poseía en sus dedos para tocar tan bien, de inmediato recordé el porqué de tanta agilidad. La señora Anderson era una de las mejores pianistas clásicas, reconocidas a nivel mundial, antes de casarse con Clarence Anderson. No sé por qué dejó el piano, o bueno, por qué no siguió tocando profesionalmente, porque viendo esa escena se notaba que jamás podría dejarlo.
   
    —Es buenísima —se escapó de mis labios.
   
    —Sí, es buena —respondió James secamente y en ese preciso instante terminó de tocar.
   
    Aplaudí entusiasmada y ella se volteó para vernos con una cálida sonrisa, incluso parecía otra persona así, no se veía tan soberbia. Se acercó a nosotros y me tomó de las manos besando cada una. Ahí me quedé aún más fuera de mí ¿Qué le pasaba? ¿Se habría vuelto loca?
   
    —Mi querida, me alegra que ya hayan vuelto de su luna de miel.
   
   Alcé las cejas ¿Ella acaso no sabía que eso era un matrimonio arreglado? ¡Pero si estuvo ahí!
   
    —Señora...
   
    —Llámame Edice —me interrumpió con una sonrisa y ahí sí que tuve que mirar a James bastante extrañada.
   
    —Mamá, no la atosigues, mejor la llevamos a su habitación y la dejamos descansar —propuso él.
   
    —¡Claro! Ya pasé todas tus cosas para la habitación de Ryan, estarán cómodamente allí.
   
    Mis ojos se abrieron como platos y no sabía de qué estaba más impresionada, si de que ella estuviese así de radiante o de que fuera a dormir en la misma habitación de Ryan... Espera... ¿Qué? ¿Dormir con Ryan?
   
    —¿Cómo que dormir con Ryan? —James me sacó de mis desvariaciones.
   
    —Por supuesto, ellos están casados, obviamente dormirán en la misma habitación —le respondió y me miró sonriendo—. No tienes que ser tímida, luego de cuatro días de Luna de miel ya deben haber compartido más que una cama.
   
    La cara se me quería caer de la vergüenza, sentía mis mejillas enrojecer ¿De veras ella creía que... Que él y yo...?
   
    —Señora Edice...
   
    —Vamos, querida, te llevaré a la habitación de mi hijo para que puedas conocerla.
   
    Y así me sacó a rastras de allí, James venía detrás de nosotras.
   
    —¡Mamá, Ryan se va a molestar por esto! —decía él pero su madre solo tiraba de mí.
   
    —Por supuesto que no, es su esposa, deben dormir en la misma habitación —respondió y sentí como James me detenía, haciéndola detener a ella también.
   
    —Mamá... —musitó pero Edice le miró molesta.
   
    —James, sé lo que hago.
   
    —¡Mamá, fue un matrimonio arreglado, ellos no se han acostado! —soltó alterado pero parece que a la señora Edice eso no le bastaba.
   
    —Entiendo que estés algo celoso, James. —Acarició con ternura el rostro de su hijo—. Pero ella y tu hermano están casados, así que te guste o no, tienes que aceptarlo. Ahora, por favor, ve a hacer tus deberes y déjame a mí con Westley. —Volvió a tomarme de la mano y me llevó a rastras de allí.
   
    Sentía mis pies caminar torpemente y mis rodillas desfallecer un poco. Mis manos temblaban y mi corazón palpitaba martillando fuertemente mi pecho. No sabría decir si estaba nerviosa o tenía miedo ¿Cómo reaccionaría Ryan? ¿Se molestaría? ¿Me haría daño otra vez?
   
    "Westley, yo jamás te haría daño, no otra vez"
   
    Sus palabras resonaron en mi mente como una campana ¿De veras no me haría daño?
   
    Estaba a punto de comprobarlo, Edice me dejó en frente de una gran puerta y me dijo que esa era mi habitación, la mía y la de Ryan. Abandonó el lugar luego de abrazarme y besarme, eso era horriblemente extraño. Miré la puerta y, temblorosa, coloqué mi mano sobre el picaporte para comenzarlo a abrir.
   
    El ligero chirrido de ella abriéndose me estremeció un poco y la oscuridad que había dentro me puso aún peor. Entré a la habitación y solo podía ver algunas cosas por la ligera luz que entraba a través de las rendijas de unas ventanas que había al final del lugar. Caminé hasta ellas poco a poco y llegué sin problemas. Las abrí, dejando que la luz llenara cada rincón de la habitación, dejándome recorrerla a mi antojo con la vista.
   
    Era espaciosa, más de lo que me imaginaba, sin embargo, tenía una forma circular bastante grande dividida en dos. Una parte era la habitación y, si mi vista no me fallaba, la otra daba a un balcón del cual no entraba la luz porque unas gruesas cortinas cubrían la cristalería de las puertas. Miré a mi lado y noté la gran cama que había ahí, cubierta por sábanas y cogines de diferentes tonos grises. A un lado había una puerta y supuse que sería el clóset o un baño. Justo a mi lado contrario había otra puerta que no sabía de qué era y uno que otros muebles a combinación con el color de la cama por el lugar. También una pequeña mesa que parecía un escritorio de noche y lo más sorprendente, un piano de pared a unos pasos de la cama, estaba pulcramente limpio y cuidado.
   
    Me acerqué a la cama y toqué las sábanas, sientiendo su suvaidad, pero rápidamente descubrí algo que me heló la sangre. Me agaché en el suelo y de él levanté unos grilletes de metal enganchados a la pared de detrás de la cama con una gruesa cadena. Fui hacia el otro lado y noté que había otro ¿Para qué querría Ryan algo como eso? ¿Qué haría con ellos?
   
    No tardaron mucho en llegar a mi mente las marcas sobre sus muñecas, esas que había visto por debajo de la camisa el día de la boda ¿Él se amarraba? ¿Pero por qué?
   
    El sonido de una puerta abriéndose me hizo soltar el grillete al instante, dejando que hiciera un ruido bastante molesto al chocar con el suelo. Me sobresalté un poco por la sorpresa y llevé mis ojos hacia donde había escuchado la puerta. Se había abierto la que estaba a un lado de la cama y de ella había salido él, Ryan, con solo una toalla enrrollada en su cadera para cubrirse y revolviéndose su cabello mojado con otra para secarlo.
   
    Tragué grueso cuando fui delatada por mi torpeza de haber dejado caer el grillete y mis mejillas se sonrosaron por recorrer tan descaradamente su cuerpo medio desnudo. Sí, o sea, completamente inevitable no ver semejante monumento de hombre, que estaba en frente de mis ojos y que parecía un dios griego acabado de bajar del Olimpo con todo ese cabello mojado, el torso desnudo con las gotas recorriéndolo y que, para colmo, es mi esposo con quien voy a dor... Rayos, creo que estoy en serios problemas.
   
    —¿Westley? ¿Qué...?
   
    —Yo no hacía nada solo estaba aquí porque tu madre me obligó no tenía la más mínima intención de molestar y mucho menos de verte medio desnudo o de descubrir esto. La verdad yo ya me iba solo estaba de pasada... —Creo que seguí desvariando entre una cosa y otra por un buen rato hasta que le vi sonreír.
   
    Me sentía horriblemente avergonzada en esa situación.
   
    —Deberías considerar hacer pausas en tus tontas explicaciones —dijo y sin más fue hasta una de las puertas que había por allí ¿Cómo podía pasearse por la habitación casi desnudo conmigo allí sin que le importara?
   
    Le vi entrar y cerrar tranquilamente. Respiré en cuanto lo hizo y me senté pesadamente sobre la cama. Coloqué mis manos sobre mis mejillas para que se enfriaran, estaba tan avergonzada. Miré hacia donde había entrado y debo decir que me sorprendí cuando noté su tranquilidad por mi presencia. Creí que se enfadaría.
   
    La puerta volvió a abrirse y me puse de pie inmediatamente. Él salió ya vestido con un pantalón y una camisa blanca que se estaba arreglando aún. Me quedé embobada de solo verle en ese estado, su cabello aún estaba mojado y creo que no había notado que era especialmente largo, se veía tan genial así.
   
    —Westley, disimula aunque sea —me reprendió con una media sonrisa pícara y yo carraspeé mirando hacia otra parte para ocultar mi vergüenza.
   
    Él lo había notado, había visto que le estaba mirando descaradamente.
   
    —¿Por qué me dijiste que estabas aquí? —le escuché preguntar y bajé la vista algo nerviosa mientras, me frotaba el brazo izquierdo con mi otra mano para calmarme.
   
    —Tu madre dijo que iba a dormir aquí a partir de ahora —respondí sin mirarle.
   
    —¿Qué? —esa reacción denotaba que hacía un momento no me había escuchado para nada—. Eso no va a pasar jamás.
   
    —Por favor, no te enfades conmigo, yo no quería... —Sentí como aparecía delante de mí y del susto caí sentada en la cama. No levanté la vista del suelo, comenzaba a tener algo de miedo.
   
    —Mírame, Westley —exigió y negué con la cabeza repetidamente—. ¿Por qué, eh?¿Por qué siempre haces esto? —me reclamó y no entendí nada. Me tomó por el brazo, haciéndome levantar para que quedáramos de frente. Al final terminé mirándole a los ojos, esos ojos blancos con esas aureolas borrosas que no podía leer.
   
    —Por favor...
   
    —Como vuelvas a pedirme que no te haga daño, créeme que lo haré —musitó molesto y me soltó caminando para otro lado de la habitación—. Aún sigues tratándome como a un monstruo.
   
    —Ryan, no es eso, es solo que no sabía cómo reaccionarías ¿Está bien?
   
    Me miró molesto. —Te dije que no volvería a hacerte daño, deberías saber que eso incluye estos momentos también; pero es obvio que no me creas si me ves como una bestia.
   
    —¡Es que no puedes culparme! —Volví mis manos un puño por el enfado—. Te dije que no podía perdonarte, que no podría olvidarlo. Después del daño que me has hecho, no puedes venir sin más y pedirme que no tenga miedo, que no crea que en algún arranque vas a hacerme daño.
   
    Sus ojos vacíos me miraban fijamente, era la verdad ¿Qué esperaba? No podía olvidarme de todo lo que me hizo, me dañó física y emocionalmente; eso no era fácil de borrar.
   
    Él vino hasta donde estaba sin decir nada y cuando estuvimos a un paso de distancia bajé mi vista un poco, se sentía incómodo y me daba algo de miedo.
   
    —Me dijiste que me perdonarías si te prometía que no volvería a hacerte daño —le escuché decir y volví a verle—. Cuando te dije que jamás te haría daño otra vez era una promesa, Westley, y yo siempre cumplo mis promesas.
   
    —También prometiste hacerme miserable.
   
    —Eso ya lo hice lo suficiente ¿No crees? —respondió y desvié mi mirada al suelo pero levantó mi rostro—. Perdóname, Westley...





🌕 🌕 🌕

Bonjour!!!

Y aquí está la actualización de este sábado 😌

Tranquila y sin muchos traumas 😅😅😅😅

¿Qué tal el capítulo?

¿Cómo le irá a Westley ahora que está con los Anderson de vuelta?

¿Por qué los señores de las demás familias estarían ahí?

¿Qué opinan del cambio de Ryan?

¿Durará? ¿De veras cumplirá sus promesas?

😌😌😌😌

¿Y Westley qué?

¿Creerá en él o seguirá desconfiando y no le perdonará?

Espero que hayan disfrutado el capítulo, gracias por leer y no se olviden de darle mucho amor si así es.

¡Nos vemos este lunes!

Moon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora