Moonlight I

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   Nighthall es una pequeña isla situada en el océano Índico, llena de los más exóticos lugares y de algunas de las mejores vistas del mundo, además de ser una potencia económica en todos sus sentidos. Es sustentada por una serie de familias ricas, poderosas y... Con demasiados secretos entre sus integrantes, demasiados esqueletos en el armario que descubrir.

   Los Hearst, Assad, Evans, Moon y Anderson; les llaman los cinco pilares, cada una es una de las columnas que sostiene toda la economía del país. Un solo fallo en una de ellas y todo se vendría abajo, especialmente en una, la familia Anderson. Les dicen los intocables, inalcanzables, los reyes, los verdaderos dueños y señores de todo Nighthall. Si los demás son solo las columnas, ellos son la mismísima economía.

   Anderson es sinónimo de riqueza, poder, dinero e influencias. Nada se mueve en este país sin que ellos intervengan. Son los reyes de todo, y cuando digo reyes, es casi literal. La familia Anderson se las ha arreglado durante años para mantenerse en la cúspide de la pirámide de poder, aunque las cosas estarán a punto de cambiar...

   Se preguntarán quién soy, pues verán, pertenezco a una de estas familias tan influyentes, quizá la menos importante y en la única en que no hay secretos turbios... O al menos eso creía.

   —¡West! —Sentí como me llamaban— ¡West, se nos hace tarde para ir a clase! —Volví a oír y retiré mi antebrazo de sobre mis ojos.

   Las luces del techo me cegaron por unos segundos mientras me giraba sobre mi cuerpo. Estaba acostada sobre el piso de la sala de baile y distinguía vagamente la silueta de mi amiga a través del espejo, estaba parada mirándome mal y con sus brazos en forma de jarra sobre su cintura.

   —Caroline Westley III Moon, ¿acaso piensas quedarte dormida en el suelo todo el rato? —
me soltó y yo le sonreí a través del espejo.

   —¿Caroline? ¿No podías inventarte un nombre mejor, Aisha? —le pregunté arqueando una ceja.

   —West, ya vamos tarde —recalcó y estaba molesta, pero sinceramente no tenía ganas de ir a clases.

   —Solo ve, yo no quiero —respondí, tendiéndome sobre mi espalda con los brazos y piernas abiertas a todo dar—. No estoy para escuchar las desvariaciones del profesor de economía.

   —Westley...

   —Que no quiero ir —insistí, haciendo un mini berrinche.

   —¡Westley Moon, no me hagas enojar y levanta ya! —exclamó, viniendo hasta mí y me levantó a la fuerza.

   Yo solo reí sin hacer resistencia. —Ay, Aisha, eres tan responsable —me quejé riendo y ella me codeó cruzándose de brazos—. Vale, lo siento, sé que esa es tu clase favorita.

   —Sabes que no es la clase —se quejó por lo bajo haciendo puchero.

   —Sí, sí, es por Darío —Me colgué de su brazo comenzando a caminar hacia la salida—, mi hermano no te merece, Aisha...

🌕 🌕 🌕

   —Seguro que no trajiste ni los cuadernos —comentó ella cuando llegamos a los casilleros y yo me recosté del mío mirándola con una sonrisa despreocupada.

   —Darío no viene a clase hoy, así que no tenía motivos para ir. —Me encogí de hombros y ella me fulminó con la mirada.

   —¡Esa no es excusa, Westley! —me reprendió y yo reí.

   —Solo vamos de una vez, que ya es tarde.

   Ambas fuimos para la sala de conferencias en la que nos darían las clases. Ni siquiera me esforcé en atender, como casi siempre, solo me tendí sobre la mesa y traté de dormir un poco.

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