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José Gregorio Hernández, así se llamaba mi colegio en El cielo. Lo que tenía sentido ya que ese señor era considerado un santo y un prócer de la patria, algo relacionado con la medicina, creo. Este también resulta ser un colegio público. Cualquiera pensaría que es extraño que los hijos de la familia más importante del estado estudien en una escuela pública, pero supongo que tiene que ver con que es la única escuela en El cielo.
No es como si los London hubiesen permitido que sus hijos fueran a alguna escuela mediocre, y no es como si todas las escuelas públicas fuesen mediocres. Pero esta solía serlo. Hasta que algún London les regaló el terreno de en junto, y donó una biblioteca, una sala de música, un montón de canchas, una piscina olímpica, una sala de tecnología y un enorme comedor; hasta teníamos vestuarios para cambiarnos después de hacer deportes. En resumidas cuentas, tenemos a un montón de gente viniendo de otros pueblos y ciudades, y siendo una escuela relativamente pequeña, se ha convertido en una especie de elite donde los habitantes de El cielo tenemos prioridad por aquella ley de “todo venezolano tiene derecho a recibir sus estudios en el colegio más cercano a su comunidad”, aunque no sé si así va la ley. Pero de todas maneras esto ha conseguido que algunas chusmas se muden a mi aburrido pueblo.
Así que voy a la mejor escuela del estado junto con algunos miembros de la segunda o tercera familia más rica del país.
Él lunes por la mañana me fui directo al “área restringida”, el profesor Miller no había llegado. Pero lo hizo casi al mismo tiempo que Lizie entraba con Magui pendiendo de su brazo. Sentí una especie de alivio de que al menos me quedaba hora y media antes de tener que escuchar cómo se sentía acerca de las palabras que Gabriel había escrito para ella.
Así que podía estar solo con mi alergia mientras corría de aquí para allá por todas las canchas múltiples. Juro que no puedo recordar una mañana en la que no hubiese despertado con alergia, cambio las sabanas, limpio mi cuarto, duermo con papel higiénico en la nariz; pero sigo despertando con estornudos incontrolables. Me atrevería a decir que más que a cualquier otra cosa, soy alérgico a la mañana.
Trotamos e hicimos algunos pases del básquet en los que fuimos un desastre.
Al final de la clase no fui directo a los vestidores, como todos los demás hicieron, no veía el punto de cambiarme la ropa, si de todas formas seguiría usando mi suéter; pero el profesor de la siguiente clase si lo vio, así que me mandó fuera y yo tuve que ir a ducharme y ponerme el uniforme reglamentario, porque aparentemente para eso estaban las duchas.
Gabriel solía decir que yo era un —y cito— cerdo asqueroso. Dejó de decirlo cuando descubrió que las mujeres llamaban así a los hombres, y no porque no se ducharan muy a menudo.
Así que más o menos había logrado evitar a Lizie hasta esa temible media hora que necesitábamos para comer y que nos dejaría en la misma habitación… llena de personas.
La vi inmediatamente después de entrar en el enorme comedor donado por sus antepasados en algún punto del siglo XX, el comedor ofrecía comida gratis como todo colegio público ofrece desde que es obligatorio, y también tenía una cantina para los que no le gustaba el menú. Yo me formé en la fila y tomé mi sándwich de jamón y queso, y mi medio cuartito de chocolatina, tenía buen aspecto y yo estaba reuniendo para ir a cariña —parque acuático— en un futuro próximo, iba a ir con Gabriel, pero dadas las circunstancias.
Lizie se acercaba caminando hacia mí, podía ver como ella simplemente podría arrastrarme fuera del comedor y darme la charla, así que rápidamente pensé en mis opciones. Vi a Erick Sullivan conversando alegremente con un grupo de chicas, y supe que era mi única oportunidad. Pinté una sonrisa en mi rostro y grité con toda la efusividad de la que fui capaz.
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Cartas para ELLA
RomanceAnticipandose a su muerte, Gabriel ha dejado una caja llena de cartas para una persona muy importante en su vida. Dedos, en medio de su dolor por la pérdida de su mejor amigo, queda abatido al descubrir que todas las cartas van dirigidas a Elizabeth...