Mamá London 3

79 4 2
                                    

3

Polvo, eso en lo que todos nos convertiríamos algún día estaba jodiendo mi cumpleaños. Esperaba obtener algo de venganza en el futuro, cuando yo me convirtiera en polvo. Por el momento solo podía mantener limpia mi nariz con servilletas mientras mi hermano y yo movíamos los muebles para mi fiesta. Había invitado a todos los que conocía, lo que se reducía a todo mi salón, pero entonces todos habían regado la voz y sabía que iba a ser algo un poco movido.

Mi madre estaba deshaciendo su nueva manicura en los aperitivos de la fiesta, aún cuando Rodolfo y yo habíamos insistido en que los pasa palos serían lo de menos. Solo denles un poco de bebida a los adolescentes, y estarían contentos. Claro que el asunto del alcohol para menores de edad no había sido mencionado a mamá, quien prometió ir a dormir con una amiga del otro lado del pueblo para dejarme la casa para mí solo.

Perfecto.

En clase le había susurrado a la nuca de Lizie acerca de mi fiesta, y aún cuando ella había dejado en claro, con un movimiento de su cabello, que no asistiría a mi cochina fiesta, yo guardaba cierta esperanza. Pero al final de la noche la casa estaba llena y a Lizie no se le veía por ninguna parte.

No dejé que esto me afligiera, bailé con muchas chicas, a la mitad no las conocía. Me estaba divirtiendo tanto que apenas si notaba que jamás había hablado con el setenta por ciento de mis invitados. También tomé un poco aquella noche, lo que podría explicar porque no me aparté cuando Sara se guindó de mi cuello para besarme. Todo el mundo vitoreó la escena y yo no pude menos que sonreírle a la chica.

A la hora de cortar el pastel, terminé bañado de merengue blanco. Mamá había hecho una torta especial exclusivamente de chocolate para mí, pero yo era tan avaro con mi chocolate, que le pedí que hiciera una de limón para repartir.

La fiesta terminó cerca de las cinco de la mañana, sin embargo aún estaba echando gente para cuando salió el sol. Sara se despidió de mí con otro beso, y en aquel momento no supe porque no estaba deteniéndola. ¿Qué podía decir? Un hombre necesitaba ser mimado de vez en cuando, aún cuando acababa de cumplir quince.

Para el lunes era amigo de la mitad del colegio, y novio de una chica. Esto último me sorprendió, al igual que a la otra mitad del colegio. Mitad en la que Lizie estaba incluida.

Sara me acompañó al desayuno, hablando de estúpidas trivialidades. Yo fingí que me interesaba, cuando la verdad solo buscaba entre la gente por un rostro en particular. Lizie entró en el comedor luciendo toda hermosa y orgullosa, no había rastro de la niña insegura que yo había conocido, pero eso no era importante. Lo que había llamado mi atención era el dueño del brazo de donde ella estaba guindada.

Vaya, Raúl estaba de vuelta.

Eso me enfadó. ¿Habían salido el fin de semana? Era lo más probable. Y yo como un estúpido preocupándome por lo que le causaría a Lizie la cosa de mi novia. Más determinado, tomé la mano de Sara, lo que me ganó un ceño fruncido.

Sara se puso de pie y salió de la habitación, tenía un mal presentimiento, no quería participar en un drama femenino. Argh, ¿en qué diablos estaba metiéndome? Seguí a Sara porque pensé que era lo que ella quería, no porque estuviese preocupado de lo que le pasaba. Ella caminó hasta detenerse debajo de las gradas del área.

Y allí estalló. —¿Cómo puedes ser consciente de mí solo cuando esa zorra entra en la habitación? Espero que realmente no haya sido eso lo que vi, no puedes usarme para darle celos a la London. No voy a permitírtelo, soy mucho más hermosa que eso, y más valiosa.

Intenté protestar pero ella siguió con sus sandeces increíblemente estúpidas. Por lo que estuve muy sorprendido cuando de un momento a otro me besó. Así sin más, ella simplemente se lanzó sobre mí a mitad de una frase y comenzó a mover sus labios con violencia contra los míos. Yo le seguí el juego porque realmente quería que se callara.

Cartas para ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora