El funeral: 2

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“Te echaré de menos”, nunca he entendido esa frase. Es decir, ¿antes lo echabas, pero como ahora no está, lo echas menos? Es absurdo el contexto en el que lo dicen. No niego que serviría en algunas ocasiones. Como cuando mi perro murió de sarna; obviamente mi madre lo echaba de menos porque ya no estaba, y ya no tenía que pasar cada tarde ahuyentándolo fuera de la casa para que esta no apestara a perro sarnoso. Era cruel, pero mamá decía que había que hacerse, y nadie en su sano juicio la contradecía. Vizquel, llamado así porque atrapaba todo lo que le lanzaras, murió un sábado en la noche, y sus restos fueron encontrados tiesos en el patio trasero y lanzados al camión de la basura que pasaba esa misma mañana. No puedo decir que mi madre no fuese una mujer de sentimientos, hasta un lazo blanco le hizo a la bolsa en la que fue arrojado Vizquel al camión. Y meto las manos al fuego porque la sonrisa de alivio en los labios de mi madre se debía a que ahora el perro se iba a un mejor lugar. Porque todos los perros iban al cielo ¿no? al menos eso aprendí en una de las películas que vi con Gabriel, el difunto. Era extraño como el término resultaba impropio para alguien tan joven. Desearía que las personas dejaran de decir “te echaré de menos, amigo/hermano/compañero/bro” ¿Por qué mierda lo echaban antes? Él era un buen tipo.

Una pérdida de tiempo. Como si él en realidad pudiese escucharlo, Gabriel decía que era más que nada la búsqueda de un consuelo propio. Aún así me hizo prometer que jamás le hablaría a su cuerpo inerte, y yo estuve contento con ello. También creo que era una forma en la que se podía recordar la última palabra dicha al difunto en cuestión, supongo; aunque sé que estoy equivocado con casi todas mis suposiciones, porque bueno, soy solo un niño. Creo que las últimas palabras que le decimos a una persona tienen que ser muy importantes, la verdad es que no lo creo, pero sería lo más lógico. Como por ejemplo, mamá siseó “Perro estúpido” aquella noche antes de que Vizquel apareciera muerto. Si me preguntan, yo digo que ella lo enveneno, pero está mal pensar de ese modo de tu madre, así que. Eso bien podría resumir toda la relación entre ellos. Claro que por razones obvias esta no sería una regla estricta.

Me sorprendí cuando algunas personas comenzaron a mirarme con lastima en sus ojos llenos de lágrimas. Allí fue cuando descubrí que yo no había llorado en toda la noche. Mi padre me abrazó un par de veces más de las necesarias, y fue cuando obtuve otra revelación: de hecho no había dicho una palabra desde aquella misma mañana. Había estado desayunando cuando Gabriel entró a la casa por la puerta trasera, haciéndome su habitual broma de jamás llevarme a comer, y yo había actuado como novia decepcionada, justo como siempre solía actuar; él me había informado que iría al hospital por los resultados de un examen, y ambos habíamos compartido la habitual seria mirada cargada de palabras de preocupación, ánimo y tranquilidad. Y por más que intento e intento pensar en ello, no puedo recordar la última cosa que le dije a mi mejor amigo.

Traté de concentrarme en el funeral pero me resultaba imposible, no podía dejar de pensar que mi mejor amigo estaba en una caja de madera y que al día siguiente sería arrojado a un agujero para ser comida de gusanos y finalmente convertirse en el tan nombrado polvo en el que todos nos convertiremos. Dios, eso tiene que ser un viaje muy extenuante ¿no era más sencillo tomar su cuerpo y quemarlo para agilizar el proceso? ¿Era necesario ponerlo a trabajar después de muerto?

En el baño me miré en el espejo, abriendo la boca un par de veces, pero sin emitir ningún sonido, tenía miedo, sé que había miedo en mí, pero no sé de dónde venía ese miedo.

—Te echaré de menos —conseguí decir después de un par de intentos. Delante de mí, el espejo capturó el reflejo de alguien más en la habitación.

Ella me miró con sus ojos llorosos y corrió para abrazarme.

—No puedo creer que esto esté pasando —dijo ella contra mi nuca—. Es prácticamente irreal, lo siento tanto, esto…

Cartas para ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora