Más que amigos 4

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Como está en mi naturaleza aplazar, lo que sé, será incomodo, hice lo mismo con esto. Aunque no fue mucho lo que conseguí, estaba planeado para el domingo en la tarde, sería uno de esos fines de semana en los que Lizie había conseguido librarse de las salidas familiares, no estaba seguro de a dónde irían esta vez, pero creo que era medio importante, lo que me ponía más nervioso.

Rechacé ir a la misa con ella, necesitaba descansar todo cuanto pudiera, y ya que sabía que iba a conseguir dormir muy entrada la madrugada, esperaba poder hacerlo hasta bien entrada la mañana.

Aquella tarde había planeado pasar un rato por donde los Salinas, había estado yendo mucho tiempo por allí. Rudy estaba molesta por como mi madre se había comportado, pero ella era lo suficientemente inteligente para no ir y decirle en su cara lo mucho que ella creía que estaba equivocada.

Como sea, mi padre me detuvo antes de salir de la casa. Me sorprendí sobremanera cuando me preguntó por el estado de mi hermano.

—Él está bien —dije, confundido.

—Cuando vuelvas a verlo, dile que me gustaría hablar con él.

Yo tenía una respuesta para eso. —Puedes llamarlo en lugar de mandarme de recadero.

Mi padre frunció el ceño. —Puedo, pero me gustaría abrazar a mi hijo mientras le digo que no me importa la persona con la que elija mantener una relación amorosa, siempre y cuando me permita seguir siendo su padre.

Eso me tomó con la guardia baja. —¿No estás enfadado con él?

Él negó con la cabeza. —Y realmente quisiera que entendieran un poco más la reacción de su madre. Ella no es mala, simplemente es demasiado orgullosa.

—Ella lo echó de la casa —argumenté.

—Lo sé, y eso estuvo mal. Pero esta también es mi casa, y quiero compartirla con mis hijos.

—No creo que uno de tus hijos desee compartir tu techo de nuevo, no después de cómo fue tratado.

—Lamento tanto no haber estado aquí ese día, aunque no creo que hubiese tenido el valor de contradecirla —suspiró—. ¿Sabes una cosa? Tú te pareces mucho a ella, en tu carácter, pero también en tus ojos y tu cabello. Puedo ver allí su alma rebelde, ese color chocolate intenso que se enciende en rojo cada vez que está al sol, es la esencia de sus almas.

Estaba fascinado por la forma en la que papá estaba hablando de mamá, por primera vez descubría lo mucho que la amaba. Y también estaba a punto de ir y hablar de listones dorados. Lo que me hizo recordar que cierta chica estaba esperándome, ya que no pusimos ninguna hora especifica.

—Tengo que irme papá, es muy linda tu historia, gracias.

—¿Vas a ver a la chica London?

Asentí.

—Ve con cuidado con ellos, no suelen jugar limpio.

No entendía el comentario, pero tal vez él simplemente estaba ebrio, lo que explicaba el resto de la historia. Pero de nuevo, los Darkinso no solemos ser bebedores, aunque tal vez la ocasión lo amerite.

Mi padre me llamó de nuevo antes de salir de la casa.

—Amadeos, iré a visitar al viejo Max este fin de semana, me gustaría que Rodolfo y tú vinieran conmigo.

Asentí de nuevo con la cabeza y esta vez salí corriendo antes de que volviera a llamarme. Aunque de hecho lo último me había parecido una grandiosa idea, hace tiempo que no veía al viejo Maxi.

Cartas para ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora