La amiga 5

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Lloré durante mucho tiempo, e incluso cuando ya no lo hacía, Lizie y yo nos quedamos sentados en la banca hasta que las luces de la plaza se encendieron, como anunciando que ya era momento de irnos. Evité mirarla a los ojos mientras caminábamos, no porque me avergonzara haber llorado, más bien porque aquel había sido de alguna forma el momento más íntimo que había tenido con alguien fuera de mi familia, y era extraño que fuera con ella.

En  el camino a casa, Lizie no paraba de hablar de un montón de estúpidas cosas que a nadie le importaba, creo que se les llaman trivialidades y están hechas para tener una conversación sin necesidad de entrar en temas peligrosos; pero aún así me molestaban. En el camino recogí una piedra que tenía la mitad blanca y la otra mitad roja con tachones naranja. Era una buena forma de ignorar la voz de Lizie, agachándome no se oía tanto. Metí la piedra en el bolsillo de mi suéter y seguí arrastrándome junto a ella.

Así que llegamos a esta esquina donde ella debía cruzar la acera e ir a la calle de los ricachones, y yo debía seguir a mi zona más humilde. Lizie me sonrió y me saludó con la mano, yo improvisé un patético saludo militar y me fui.

Al día siguiente ella me esperaba en ese mismo lugar, podía ver como comenzaría a formarse nuestras rutinas. Sabía que ella vivía cerca, me la había encontrado un par de veces en ese mismo cruce, pero no esperaba tener que ir todos los días con ella a clases.

Así que Lizie comenzó a convertirse en una especie de sombra, o tal vez era yo su sombra, como sea. Yo no podía entender cómo es que le gustaba estar conmigo ¡¡yo no hablaba de absolutamente nada!! Después de la primera clase, ella me acompañó a la segunda, y se paseaba a mi lado como si fuéramos los mejores amigos en el mundo, lo que era perturbador. Sus amigos se nos unieron en la tercera clase y luego Erick también lo hizo.

Apenas me estaba dando cuenta de que el grupo de Lizie era considerablemente más grande desde que yo estaba en él, no era como si fuese egocéntrico, pero te dabas cuenta de las cosas cuando todo el mundo sentado junto a ti en la mesa del comedor intentaba hablar contigo. Algunos incluso preguntaban directamente como lo estaba llevando.

Yo me encogía de hombros y Lizie hacía algún comentario al que la gente prestaba atención inmediatamente, como: mi hermano está pensando en la posibilidad de hacer un viaje cuando pasemos a diversificado; o algo más: ¡por dios! Te ves tan hermosa con esos pendientes.

Entonces me di cuenta de que ella realmente había entendido que yo no quería hablar del tema. Aún así intenté escabullirme a la hora de salida, pero ella me siguió hasta esa esquina, y se despidió con un hasta mañana que sonaba bastante similar a una amenaza. Aunque sirvió más como advertencia, y me ayudó a no desequilibrarme cuando la vi al día siguiente, esperando en la misma esquina.

—Hola —dijo—, ¿se te pegaron las sabanas?

Un gemido fue mi única respuesta.

Ese día estuvo aún más atenta que el anterior —si es que eso era posible—. Ni siquiera habló en el camino a la escuela, el único problema era que estaba determinada a no separarse de mí ni un solo momento. Era ridículo. Incluso me esperó fuera del baño, bueno, fue al final del pasillo, pero aún seguía siendo raro. Un chico alto y todo desgarbado —por esa desafortunada etapa de desarrollo con la que estaba altamente agradecida por haberme ignorado hasta los momentos—, se unió a nosotros en nuestro camino de regreso a casa. Él insistió en llevar la mochila de Lizie, y yo no pude evitar mirarlo con el ceño fruncido. Estaba seguro de haberme perdido la parte en la que lo declaraban su esclavo.

El chico —Raúl— debía desviarse de la ruta unas tres cuadras antes de llegar a la esquina en la que Lizie y yo nos despedíamos. Inmediatamente después de que él se fuera, ella comenzó a hablarme de cómo Raúl era muy atento y considerado, al parecer había estado enamorado de ella desde siempre. Ella lo sabía, y todo mundo lo sabía. Pero aún así Raúl no parecía capaz de decírselo.

Cartas para ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora