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Tal como Lizie pronosticó, la escuela era un ir y venir de comentarios acerca de la fiesta clandestina que había tenido lugar en la casa de Erick Sullivan. Y podía decir con algo de satisfacción que Lizie y yo estábamos al tope de las habladurías. Porque después de todo, Lizie seguía siendo un miembro de la tercera familia con más dinero en el país; y, Oh, ¡había estado en un armario oscuro con “mismo suéter”!
Eso último me molestaba, sin embargo. Esa alusión a que yo definitivamente no estaba al nivel de la señorita Elizabeth London. Y mientras le prestaba atención a los murmullos, escuché toda clase de cosas degradantes hacia mí, incluso decían que yo estaba en problemas de drogas. Les he puesto los ojos en blanco a tantos comentarios susurrados en los corredores, que ya no es divertido. Estuve a poco de irme a los puños con un maldito imbécil que insinuó infinidad de basura que implicaba en gran medida un montón de cosas que comprometían la virtud de Lizie. Hechos que expresé de este mismo modo, y por los que me gané serias burlas de parte del afeminado Erick. Otro hecho que expresé y que fue recibido con un fruncimiento de ceño, sin perder su irritante sonrisa de mona lisa.
Pero lo único que mantenía mi cabeza ocupada era ella. Se mostraba tan, tan distante cada vez que estábamos en el mismo grupo, habitación, acera. Como si yo hubiese desaparecido repentinamente. Quería creer que solo lo hacía para rebatir las habladurías circundantes respecto a nosotros, pero me estaba volviendo loco. Casi olvidando que de hecho la situación actual servía para mis fines. Aquello de que debía mantenerme leal a Gabriel. Deseaba ser un desleal amigo, porque es que dolía tanto perderla ahora.
Y era en ese ahora que estaba siendo verdaderamente consciente respecto a Elizabeth London, no parecía ser el único sufriendo por sus listones dorados. Y tampoco era solo Raúl. Era ridículo y poco original el que Gabriel se hubiese enamorado —aunque me gustaba más el termino obsesionado— de la chica más deseada de por aquí, pero nadie lo culpaba, ella, bueno, era Elizabeth London, y de alguna manera su nombre y su imagen siempre venía glorificado.
Lizie despertaba un montón de miradas a su paso, me daba cuenta, algunas eran sucias y posesivas, otras estaban llenas de adoración. Pero ninguno de nosotros era lo suficientemente egocéntrico como para creer que nos la merecíamos, a excepción de Raúl, por supuesto. Aunque me atrevería a aventurar que el chico recibió muchos golpes en la cabeza de pequeño.
Demonios, yo soy realmente una basura. Este era el pensamiento usual que me consolaba de alguna forma, pero en aquel momento no hacía nada para menguar mi intranquilidad. Estaba a dos de darle a Lizie algo que no pudiera ignorar, algo como, no sé, pararme en medio del patio y proclamar mi amor por ella.
Bufé.
Aún no me sentía cómodo admitiendo mis sentimientos por Lizie, después de todo, era Elizabeth London.
Erick se dio cuenta de mi expresión y mi estado de ánimo en general, de esa manera en la que todo el mundo a mi alrededor parecía darse cuenta de lo que hay en mi cabeza.
—¿Está sucediendo algo, Dedos?
Quería decir que no era asunto suyo, pero hasta el momento estar con el grupo me había servido para estar cerca de Lizie por más tiempo. No quería joderlo todo completa e irreversiblemente.
Y con esa revelación llegó el primer golpe.
Directo a mi nuca. Una bandeja de comida me había golpeado, me volví, más para ver quien la había blandido, que para hacerle frente a mi agresor; y de alguna forma no me extrañó cuando una bandeja de aluminio sostenida por William London, hijo, impactó contra mi mejilla. Mi cuello se contrajo automáticamente por la sorpresa, o por el impacto, yo que sé. Una mochila voló hasta golpear el hombro de Will, podía decir por cómo se tambaleó, que era realmente pesada.
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Cartas para ELLA
RomanceAnticipandose a su muerte, Gabriel ha dejado una caja llena de cartas para una persona muy importante en su vida. Dedos, en medio de su dolor por la pérdida de su mejor amigo, queda abatido al descubrir que todas las cartas van dirigidas a Elizabeth...