Mamá London 7

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Era sábado, pero no había absolutamente nada para hacer, a excepción de Will y su entrenamiento. El cual, desde que Magui no tenía ningún tipo de vergüenza respecto a las demostraciones físicas de afecto, era más doloroso.

Mi hermano me había telefoneado pidiéndome amablemente que no fuera a visitarlo hoy. No lo dijo, pero apostaría a que Braulio tenía algo que ver con todo eso. Bien por él. Mal por mí. Porque ahora debía quedarme y soportar la furia del pequeño Chuky de ojos azules, espera ¿Chuky tenía los ojos azules?

Pero nuestras sesiones no habían sido completamente inútiles, había descubierto un par de cosas más de la misteriosa madre de Lizie, el primero fue que su nombre era Elizabeth. Will decía que era una zorra, pero que ni me atreviera a decirle a alguien que él lo había dicho. Elizabeth von Eckermann le había prometido a Lizie venir un montón de veces, porque, a no ser que recordara un par de meses después de su nacimiento, esta última no la conocía. Will dijo que la pasada promesa de reunirse, fue dada para los quince años de Lizie, por lo que todos estaban preocupados, y por lo que Will había insistido en que yo debía aparecer para que Lizie pudiera concentrarse en otra cosa. Y para que no sufriera dos decepciones el mismo día.

No estaba seguro de que hubiese compensado la falta de su madre, pero me alegraba haber hecho algo en absoluto.

Creo que fue cerca de la quinta llave que soportaba intentando no hacer gestos, cuando Lizie vino con bebidas para nosotros. Tomé la mía dudoso. Sí, nos habíamos acercado un poco más el otro día; sí, yo le había dicho que la amaba; y sí, ella me había hablado de su madre. Pero no hubo nada más después de eso, así que más o menos creí que estábamos en el mismo lugar, entre villa nada y la ciudad de los ceños fruncidos.

—¿Sabes? Puedo mostrarte como deberías verte contra Will.

Eso me irritó, estreché los ojos.

—¿Por qué no le enseñas tú directamente? —propuso Will.

Lizie aceptó. De alguna manera esto emocionaba ciertos lugares dentro de mí. Sin embargo,  Lizie pateó mi culo hasta el suelo, lo que fue vergonzoso en honor a aquellos mismos lugares.

—Vale, por eso es que golpeas tanto, realmente sabes defenderte.

—Oh, vamos, no estás usando toda tu fuerza. Ni siquiera creo que la uses con Will.

A Will no pareció agradarle el comentario.

—No soy bueno en esto, soy un ser pacífico —argumenté dignamente. Aún tendido sobre el piso.

Entonces, cerebro de paja entró en la habitación, y yo me pregunté: ¿Por qué no pudo llegar unos segundos antes?

Aún cuando me hubiese encantado, Lizie no volvió a participar en mis entrenamientos. Pero, molesto por el comentario que ella había hecho, Will había decidido darlo todo en cada sesión. El resultado: mi cuerpo estaba magullado al final de cada semana.

Lizie y yo no volvimos a como estábamos antes, pero algo parecido. Fue bueno, me sentía bien al respecto. Comíamos helado y estudiábamos juntos —muy a pesar del ceño fruncido de Marcus—. Ella aceptó cuando la invité al cine. Como sugerencia, yo había insinuado que podía invitar a cerebro de paja. Lizie desvió la vista, pero esperaba que estuviese pensando en negarse a hacer tan atroz intrusión a nuestro tiempo juntos.

Marcus apareció con sus amigos a la hora acordada frente a la mansión. Ambos lucíamos decepcionados, pero nos sonreímos. Lizie se nos unió con Magui y Will. Estaba ridículamente contento porque este último estuviese a bordo. Luego, cual paseo escolar, nos fuimos todos al cine.

Cartas para ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora