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Dos semanas después, recibimos la foto en la que aparecía nuestra familia posando con Lizie en sus quince. Era una horrible foto. Mi hermano lucía ebrio y mi madre demasiado sonriente; mi padre y yo parecíamos haber ensayado la misma expresión dura frente al espejo, mientras que Lizie brillaba con su hermosa versión de la incomodidad.
La escuela había sido un bullicio de habladurías respecto a aquel beso que Lizie y yo no nos atrevíamos a mencionar, pero eso casi quedó de lado con las inminentes vacaciones navideñas a la vuelta de la esquina. Raúl había mostrado su punto al no hablarle a Lizie en las dos semanas que pasaron. Idiota. Yo no sabía cómo era que habíamos ignorado el tema, pero hasta los momentos Lizie y yo nos habíamos hecho amigos.
Solo amigos.
Claro que Erick no paraba de lanzarnos miradas conspiradoras, o como si pensara que Lizie y yo conspirábamos para algo. Por otro lado, el momento en el que entregaba mi carta se había vuelto más corto.
—La de esta semana —decía yo.
—Um —respondía Lizie.
No nos mirábamos a los ojos, no hablábamos de nada más que no fuera seguro, como:
—¿Hiciste la número tres? Tengo problemas para despejar d.
Y no era que tuviera problemas, era que sencillamente no sabía que significaba. Lizie había organizado un par de reuniones de estudio en su casa, aunque nunca íbamos a la biblioteca que sé que tenían, solo nos quedábamos en la misma habitación en la que había estado la primera vez. Algunas veces había música en esas reuniones, pero tenía miedo de invitarla a bailar, y creo que ella también tenía problemas con bailar conmigo, porque desde que la igualdad de género es un hecho, ella bien podía invitarme.
Mi relación con Will era la misma de siempre, solo que ahora me sonreía de vez en cuando, o al menos lo hacía cada vez que lo pillaba mirando a Magui —lo que pasaba muy a menudo—. De algún modo no había esperado que fuera diferente, estaba conforme con el resultado de nuestra pequeña conspiración. Bueno, no del todo. Desde la fiesta, había algo de él que había notado, y que me intrigaba: era el único de su familia con un cabello intensamente negro y unos ojos igual de intensos y azules. Probablemente no debería estar hablando de la intensidad de los ojos de Will, pero es algo que hace que sus ojos sean aún más inexplicables. Will siempre parece listo para una fuga.
Era tanta mi curiosidad, que finalmente pregunté. Él se encogió de hombros y dijo:
—Soy algo así como adoptado.
Eso era extraño, diferente. No había escuchado en el pueblo nada respecto a eso, pero entonces, no era como si socializara demasiado. Sin embargo, él no dijo nada más.
Días después me enteré de toda la historia por boca de la mismísima Lizie. William, padre, había estado muy enamorado de una chica mayor que él, cuando era muy joven; pero esta chica solo lo había visto como una aventura. Ella lo había abandonado y a él le había costado olvidarse de ella, Lizie creía que para la fecha aún estaba algo enamorado de aquella muchacha. Yo pensé que tenía que ser verdad para hacer lo que él hizo por ella. En fin, esta mujer había aparecido años después, o bueno, un trabajador social lo había hecho. William había acudido inmediatamente a ella, encontrándose con la noticia de que la muchacha había muerto en el hospital donde había dado a luz a su hijo. Obviamente este niño no era de William, pero aún así ella lo había señalado en el acta de nacimiento como el padre del pequeño. El trabajador social le informó de cómo aquel niño no tenía ningún otro familiar. Y el resto pude deducirlo.
Después de aquella historia, vi con nuevos ojos a William London, padre. Quien había criado a un niño cuando él apenas dejaba de ser uno, más extraño todavía era que este niño no era suyo. Es decir, tal vez la gente rica pueda permitírselo, pero aún así es impensable que un adolescente haga una cosa como esa. Will tenía trece años, y William solo veintinueve ¿Quién no podía ver algo de demencia en ello?
Cualquiera creería que seguramente el niño crecería como un hermano más. Y yo no estaba cerca de conocer toda la historia, pero podía ver como Will lo trataba como un padre, con un respeto y una adoración que no profesaba si quiera por Brian, quien —me había dado cuenta— parecía ser una especie de líder en su familia.
Brian sin padres y William con un padre que debía atender los negocios familiares. De alguna forma sentía pena por ese par de adolescentes que se habían tenido que hacer cargo de una familia cuando ellos no habían terminado de crecer. Podía ver su dureza y su fuerza, las entendía, había hecho falta para sus propósitos. Aunque supongo que no estuvieron solos.
¡Ah, por eso la institutriz!
Y esto lo había descubierto en esas dos semanas contiguas a los quince de Lizie. No es como si fuese un secreto, pero no parecía ser algo de lo que cualquiera podría hablar abiertamente.
Lizie y yo íbamos de camino a casa, un día después de haberme contado sobre Will. No me atrevía a hurgar más en su familia, pero aún así me gustaba oírla hablar.
—¿Crees que pasaste dibujo técnico?
—Ajá, solo había que entregar los… —y ella hablaba el resto del camino.
Era como un volcán, uno muy fácil de provocar, y que cuando estaba en erupción, no podía detenerse. Y yo disfrutaba viendo los hermosos gestos que hacía al hablar, preguntándome como alguna vez pudo haberme parecido molesta esta caminata con Lizie hablando sin parar.
Raúl ya no había vuelto a caminar con nosotros, siempre se iba muy rápido o tenía planes para la otra dirección. En su lugar era Magui quien nos acompañaba de vez en cuando, otra conversadora innata. Me daba cuenta también de que Magui no trataba a Lizie con la adoración con la que todo el mundo lo hacía, ella era torpe y despistada, un poco impulsiva y espontanea. Siempre nos estaba haciendo reír, sin importar que tan malo hubiese sido el día. Magui también tenía el cuarto peor promedio de la clase, y eso que apenas era el primer trimestre, Lizie siempre estaba sobre ella, pero esta parecía no terminar de enamorarse de alguna materia.
—Hay que verla de nuevo —decía, refiriéndose a alguna película para adolescentes que a ella y a Lizie les había gustado.
—Sí, pero la dejé en el cuarto de Will —explicaba Lizie—, y él está enfadado conmigo. Cuando lleguemos se la pides.
Magui hizo un gesto extraño con su cara.
—Sabes que a Will no le agrado, seguro se contenta contigo cuando se lo pidas.
—¿Por qué crees que a Will no le agradas? —ese era yo, tratando de buscar una respuesta para algo que me parecía absurdo.
—Por nada, no me hagas caso, yo estoy loca.
Esa solía ser su respuesta para todo, supuse que de la misma forma en la que yo me excusaba con decir que era una horrible persona. Y no era como si yo fuese a decírselo a Will la próxima vez que lo viera, primero porque no era mi problema, y segundo porque posiblemente terminaría enviado a ver si el gallo puso. O tal vez no, nunca lo averiguaría, de cualquier forma.
La navidad se acercaba y con ella el inminente fin de año, no podía creer que ya estaba a seis meses de su muerte.
Gabriel. Era doloroso como cada segundo en el que pensaba en él se había convertido en días, tenía miedo de olvidarlo. En su defensa, él debió haber dejado un mausoleo o algo detrás de su casa.
Su casa. Un lugar que solo había visitado para tomar las cartas para Lizie. Porque no sé cómo enfrentar preguntas respecto al tema. Tengo miedo a si quiera ver los ojos de los Salinas por más de un par de segundos.
Lizie volvió a invitarme a su casa para una reunión el fin de semana próximo, faltaban un par de días, pero estaba emocionado.
Aún no le había dado su regalo.
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Cartas para ELLA
RomanceAnticipandose a su muerte, Gabriel ha dejado una caja llena de cartas para una persona muy importante en su vida. Dedos, en medio de su dolor por la pérdida de su mejor amigo, queda abatido al descubrir que todas las cartas van dirigidas a Elizabeth...