Bianca.Me quedé paralizada, mirando la dureza en sus ojos y lo cabreado que estaba. No podía haberse enterado de todo, no porque aquello era imposible. ¿Mi plan estaba saliendo mal? ¿Por qué? Solo seguí lo que papá y Elijah me había dicho. Seducirlo, llevarlo a cama y darle un calmante para buscar ese chip o tarjeta donde estaba la información.
Tragué saliva.
—¿Eh? —parecí idiota —. No entiendo de qué hablas. Yo no sé nada de la DEA.
La sonrisa perversa que emergió de sus labios me puso la piel de gallina.
—Tu aparente esposo trabaja desde hace casi tres años en la DEA, con el cual casi tienes un hijo —lo escupió con asco —. Por no decir que tú familia estuvo infiltrada en la mafia hace décadas. ¿Me vas a decir que no tengo razón? Toda tu puta vida es una mentira.
Me hice la sorprendida. Mis labios se entreabrieron por el evidente asombro de que lo sabía todo.
—Yo no...
Me interrumpió con su voz grave:
—¿Crees que soy un gilipollas y olvidare todo porque muevas tus deliciosas tetas en mi cara? Puedo ser muy benevolente, pero no me quieras ver la cara de pendejo.
Retrocedí cuando su cuerpo de gorila entrenado se abalanzó hasta mí amenazando con aplastarme contra el suelo. No logré escapar de él, mi tacón se resbaló con el césped húmedo y casi caigo. Antes de tocar el suelo, sus brazos fortalecidos me atraparon haciéndome soltar un suspiro.
Cerré los ojos y los abrí de nuevo, respirando su aroma dulzón. Me quería morir. No podía hacer nada bien. Todo me salía del asco.
—No es lo que crees —conseguí decir.
Me ayudó a ponerme recta, cuando acabó, sus manos abandonaron mi piel y se dio la vuelta para pasárselas por el cabello despeinado. Mi corazón latía a tal ritmo, que se me saldría del pecho en cualquier momento.
—No es lo que creo, ¿verdad? —se volteó para verme con una rabia absoluta —. ¡Fiorella!
¿Fiorella?
Me quedó descolocada con lo último.
Una mujer bellísima apareció de unos grandes arbustos, con un vestido de tan bonito que dejaba al mío como una baratija. Se hizo paso entre los hombres de Don, mientras este la miraba con un extraño brillo de ojos.
En unos segundos esa mujer, la tal Fiorella estaba en frente de mí. Sus piernas eran esbeltas y su belleza aumentaba cada vez que estaba cerca. Sus hebras rubias eran ondeadas por la brisa y sus labios rosas formaban una presuntuosa sonrisa. Tenía unos pechos voluptuosos, Don no dejaba de mirarlos.
En mi pecho algo se sintió como una punzada. Él no podía mirar a las demás así, solo a mí. Yo era su verdugo disfraza de una bella flor, ahora era una flor pisoteada, porque el plan ya no existía.
Debía salir de allí antes de que me matase.
—Mucho gusto, ragazza —sonrió con suficiencia —Es bastante linda.
Respiré hondo, me costaba mucho respirar. Me sentía como una oveja indefensa a manos de dos lobos hambrientos de poder.
—¿Qué pasa con ella? ¿Quién es? —pregunté asqueada.
Fiorella puso los ojos en blanco y soltó una risita molesta.
—Se llama Fiorella Ricci y es mi contacto en la DEA, casualmente te ha visto allí junto con tu esposo y tu padre. Claro, preparando planes de cómo destruirme. Lo sé todo, Bianca. Aquello de la isla sólo era un juego de ese Elijah, fui demasiado imbécil al creerle.
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Reyes de la Mafia ©
General Fiction«El peligro siempre será lo más tentador». . . . Créditos correspondientes a la imagenes de la portada, fueron sacadas de Pinterest. Historia original, prohibida la copia o adaptación.