Capítulo 29

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Narrador desconocido.

Moscú, Rusia.

—¿Dónde está él? —le pregunté a Vlad. Se sentó en la silla enfrente de mi escritorio, detrás de él, el gran ventanal se llenaba de gotas de agua frías gracias a la lluvia torrencial.

—No pudimos rastrearlo. Su chip no se detenta, creemos que se lo ha quitado hace unos meses.

Apreté mi mandíbula intentando saciar la sed de golpearlo. Mi empleado no tenía la culpa, pero necesitaba sacar mi ira. No es bueno tener adentro las cosas, te hacen daño, te lastiman.

—¿¡Puedo saber cómo se lo quitó!? —chillé lanzando un puño a la mesa —. Sois todos unos incompetentes, unas ratas de cloaca que no sirven para nada. ¿Para esta mierda os recogí de la calle? ¡Necesito saber su posición en todo momento!

—Pero...

Le lancé una mirada de advertencia y calló. En mi casa nadie replica, nadie levanta la vista para mirarme a los ojos, porque los mato a todos. Y no me tiembla la mano para hacerlo.

—Ella sí conserva el chip —suelta, de repente.

Su mano fue a parar a su cabello castaño, se lo peinó y posicionó sus hombros rectos. No me miraba, en todo momento tuvo la cabeza baja.

—¿La habéis localizado?

—Así es. Están en Sicilia, en la costa, cerca de Siciacca, la hacienda queda cerca de allí. Los seguimos antes de que pudieran darse cuenta, pero no hemos podido capturarla, un clan quiso hacerlo antes y tuvimos que huir. La DEA también está detrás de ellos, buscan pruebas para mandar al capo a la cárcel.

—Busca a agentes corruptos y dales una buena cantidad de dinero, no quiero que se metan por ahora —ordené con la voz seria —¿Qué más habéis descubierto? —curioseé con ansia de saber más.

—La hermana y esposa de Lobo está en un psiquiátrico, atentó contra su propia vida hace algunas semanas. Y está embarazada.

Bufé por lo bajo.

Me eche para atrás apoyando mi espalda en el cómodo sillón de cuero. Las cosas no estaban saliendo como yo quiero y eso me frustraba.

—Así que un heredero —me toqué la barbilla pensando.

—Lamentablemente.

Mordí mi labio, se quedó paralizado mirando estos fijamente. Maldito idiota. Si creyó que iba a perder mi tiempo follando con él se equivocaba. Yo no follaba con muertos de hambre. Y él era uno de ellos. Me gustaban los coños y las pollas, pero no la suya. Por la droga que consumía no le salía una puta erección.

—Mátala.

Parpadeó confundido.

Me incorporé de mi asiento caminando hacia el ventanal, aunque la lluvia quisiera llevárselo todo por delante mis hombres aún seguían trabajando, tenían mucho que hacer para que mi rango en la Bratvá se mantuviera intacto. Mi propio laboratorio de drogas estaba en marcha, ya estábamos vendiendo y distribuyéndolas por todo el mundo. Rico dinero. Rico poder.

Tendría tanto dinero, mucho más que padre.

—Quiero que la mates, Lobo no puede tener un heredero. Ese perro no se merece nada, quiero que su mafia de mierda acabe con su legado. A él también lo quiero muerto —expliqué poco a poco, empañando el cristal con mi aliento cálido.

—¿Y ella?

Me reí al recordar lo que siempre soñé. Desde que tenían diez años tengo pensado que hacer, ansío que ese día llegue y pueda verla cara a cara. Poder tocarla. Examinar si realmente el parecido es impresionante.

—Para el traidor y la traidora tengo otros planes. Fueron desterrados por mi padre hace muchos años, quiero que vengan de nuevo a sus raíces. La sangre no engaña, Vlad. Y la de ellos emergerá con furia en busca de venganza —afirmó girándome —. Tarde o temprano.

—Lobo es muy poderoso.

Rodeé los ojos.

—No es su poder lo que me interesa.

Frunció el ceño extrañado.

—Es él. Todo. Todo él.

Tosió llevando las manos a su boca, de sus labios salió un líquido rojizo. Rápido sacó un pañuelo y se secó avergonzado. Yo sabía que estaba enfermo, no tenía cura. Moriría muy pronto, pero me valía verga.

—¿Sigues amándolo? —fue como una traición en forma de puñal en mi pecho.

Aquello me molestó.

Arrojé al suelo uno de los caros jarrones de una herencia de mi familia, se convirtió en pequeños pedazos cuando se estrechó contra el suelo. Quería mandarlo a las mazmorras para torturarlo con nuevos métodos de tortura. Ese tema no se tocaba. Ese tema estaba prohibido.

—Por supuesto que no —las palabras salieron como rugidos.

—No es eso lo que me dicen tus ojos.

—Mírame de nuevo a los ojos y te vuelo la cabeza, mal parido —espeté con rabia.

Su mirada quedó en el suelo. No se atrevió a levantar los ojos de nuevo. Complacida recorrí el despachó lentamente, hasta que vi la foto. La maldita foto seguía torturándome, no podía deshacerme de ella. Yo y Giovanni. De pequeños. Jugando a ser mafiosos juntos, liderando la mafia, con pistolas de juguetes amenazando a los hombres de mi padre. Y las otras dos desdichadas atrás. Esos tiempos fueron los mejores...

—Qué lo siga amando o no, no es lo que importa. ¿Piensas que solo voy a matarlo? Es casi imposible, ese hombre parece que es inmortal. Es listo, cuida de su vida y aunque está perdiendo la confianza de los clanes de Italia, sigue teniendo la mitad del mundo en sus manos. En cuanto se despiste un momento es donde pienso ponerle la primera piedra. Caerá, Vlad. En mis manos. Y me amará, después ya sabes el final que tendrá. ¿Dónde está la trasquilada?

—En su celda.

—Prepárala como ella, quiero que sea similar, igual. Me servirá para más tarde —añadí.

—¿Puedo saber para qué?

—Todo humano tiene su punto débil, él de Lobo es el amor. Hay que esperar a que todo siga su curso, cuando menos lo esperes se enamorará. Moverá cielo y tierra para encontrarla, porque él es así, dará todo lo que tiene por la mujer que ama. Cómo lo hizo con la otra, pero llegó tarde esa noche.

—No se enamorará de nuevo y menos de su esposa —negó zarandeando la cabeza —. Aprendió la lección. En la mafia no existe el amor.

—De ella no, Vlad —sonreí ampliamente —. Pero, sí de la amante. Y también se la quitaré, como le quité a la otra.

🖤

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Reyes de la Mafia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora