Don.Los rusos supuestamente ya ni tendrían que atacarnos, pero lo hicieron y de qué manera. Había llevado a Bianca a un matadero, casi la pierdo por usarla de nuevo. Me sentía extraño, las miradas de Luka eran raras. Aquellos dos tenían algo y pensaba descubrirlo. Nadie iba a tocar a Bianca a parte de mí, no podían hacerlo porque yo... Porque era mía. Y podría sonar posesivo, pero no me importaba.
Aquella mujer me tenía bien cogido de los huevos, haría conmigo lo que quisiese y yo me dejaría como un bendito gilipollas enamoradizo.
Eso es lo que era.
No podía amarla, eso sería su destrucción, también la mía. Ella era demasiado chiquita para enfrentarse a una legión de rusos armados y a media mafia entera. Eso es lo que pasaría si alguna de esas ratas que buscaban mi muerte, consiguieran descubrir lo que sentía por Bianca. No dudaba de sus capacidades, porque se convertiría en una gran arpía si quisiese. Pero ese mundo no era para ella.
Bianca era como una muñeca de porcelana, con una artillería pesada en su interior.
En mi vida solo me había enamorado una vez, cuando era adolescente terminé con el corazón roto. No volvería a reconstruirlo de nuevo. Los hombres de la mafia no se enamoran, no sienten, solo matan, destruyen y crean planes para los negocios ilegales que llenaran sus manos se billetes.
Pero era un puto enamoradizo que amaba a las mujeres en secreto y luego hacía que me odiarán, para que no se acercarán a mi más de lo debido. Esa era mi manera de protegerlas. Porque yo era un veneno para todas ellas, les haría daño.
—No es lo que estás pensando. Nunca se me pasaría por la cabeza, jefe —afirmó Luka en cuanto perdimos a Bianca de vista.
Estábamos lejos de ella, no quería que me escuchara. No podía saberlo.
—¿Qué es lo que pasa contigo, maldito gilipollas? —lo empujé con furia.
La vena de mi cuello palpitaba con ansiedad. Tan solo podía imaginar a Bianca tumbada y siendo follada por mi mano derecha. Me consumía los celos. Estaba tan celoso que rompería el cuello de ese malnacido en segundos.
—Don, para. No hay nada entre nosotros, solo nos llevamos bien, nada más. No podría tener nada con ella. No podría. No. De verdad.
Gruñí sosteniéndolo del cuello.
—Ah, ¿no? —cuestione hirviendo en rabia —. ¿Entonces porque la tratas así, con esa confianza? ¿Por qué quieres protegerla, Luka? ¿Por qué estás tan nervioso ahora mismo? Te la quieres follar, ¿no?
Luka era una clara amenaza para mí. Y yo no tenía amenazas.
—¡No! No quiero follarla, hermano —negó con la cabeza zafándose —. Por Dios, no sé me pasa por la cabeza. Es una de tus mujeres. Tus mujeres no se tocan.
Le regalé con sonrisa llena de odio.
—Sabes que he compartido mujeres contigo.
Las cejas de mi amigo se alzaron con picardía.
Aparté mi vista para verificar que no le estuviera pasando nada a Bianca, ella estaba descansando en medio de la playa. Respiraba lento, su cuerpo mojado no podía excitarme más. Si mi mano derecha y amigo no estuviera con nosotros, estaría intentado hacerla mía, besar todas las partes de su cuerpo y poseerla hasta que ya no pudiéramos más.
—A mujeres de una o dos noches. Tal vez meses, pero no había sentimientos —habló con detenimiento —. Nunca hemos compartido a mujeres que amas.
Preparé un puño directamente a su mandíbula, pero el jodido idiota vio mis intenciones y se alejó.
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Reyes de la Mafia ©
Fiksi Umum«El peligro siempre será lo más tentador». . . . Créditos correspondientes a la imagenes de la portada, fueron sacadas de Pinterest. Historia original, prohibida la copia o adaptación.