Capítulo 2

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Bianca.

La pareja recién casada salió de la catedral con las manos entrelazadas.

Priscilla esbozó una sonrisa triunfal mirándome de reojo, pensaba que había ganado, maldita idiota, ella misma se metió en la boca del lobo. Llevaba puesto un vestido clásico con un escote en forma de barco, de color blanco y su larga cola se movía a medida que caminaba, saliendo del gran templo. Por otro lado, su esposo se mantenía neutral vestido de negro, no sonrió a las cámaras que lo grababan y fotografiaban, ni siquiera reparó en mí. Sólo tenía sus ojos al frente pareciendo un maldito egocéntrico.

Era jodidamente sexy. ¡Maldita sea!

Mi madre apretó sus dedos en mi muñeca para que no tuviera acceso a huir.

—No hagas ninguna tontería —espetó furiosa en mi oído.

Su contacto me hacía daño.

—Mamá, esta gente es peligrosa. ¿Por qué? ¿Por qué nos condenaste a la muerte?

—Silencio, Bianca. Aquí hay cámaras y micrófonos, pueden oírnos —asegura viéndome con sus círculos ennegrecidos —. Bájate un poco más el escote, tenemos que conseguirte un marido rápido.

—Deja de decidir en mi vida. Esto está mal, no puedes mover los hilos de mi existencia.

Ella me ignoró y sonrió cuando la llamaron para fotografiarse con el nuevo matrimonio. Yo me paseé por la acera esperando que todo se acabara.

Me di cuenta que el lugar estaba lleno de seguridad y francotiradores en lo alto de los edificios, velando por la seguridad de su jefe y ahora, la que era su esposa. Tragué saliva cuando sentí el cuerpo de Ashton detrás de mi espalda. Su pecho duro se clavó en mi espalda apuntándome con un arma en la cadera, podía sentir el cañón a milímetros de mi piel.

—Todos van al banquete. Muévete.

Suspire hondo atragantándome con mi propia saliva.

—Deja que huya, todos sabemos que este no es mi destino. No quiero que un asesino me mate hoy por no haberme querido unirme a él. ¿Qué voy a hacer? —sollocé, limpiando rápidamente las lágrimas con el dorso de mi mano —. Tan pronto como esa bestia me vea, me cortará en pedacitos. Eso hacen los mafiosos con sus enemigos, ahora yo soy la enemiga de Giovanni Lobo.

—Él no te matará. No sabe nada de lo que ha pasado, sigue creyendo que Priscilla es la hija que tú padre dispuso para él —explica quitándome un peso de encima.

La opresión de mi pecho se evaporó lentamente, pero todavía seguía sintiendo un nudo allí, que ansiaba destruirme.

—¿Padre era un mafioso? Necesito saberlo. Sé que transportaba la droga, pero... ¿mataba?

Ashton niega con la cabeza.

—Dime la verdad, por favor. Tú eras su amigo.

—Llevo trabajando para tu familia hace más de dos décadas. Tu padre sólo fue un hombre que hizo las cosas mal, un empresario que le debía dinero al Capo de Italia, porque sí, Bianca. Ese hombre que iba a ser tu esposo es el máximo jefe de la mafia siciliana. Todo el mundo le debe dinero, todos le temen porque es impasible. Y tu padre no era la excepción.

—No entiendo, Ash. ¿Por qué me vendió? —cuestione con los ojos abiertos —. ¿Fue él o mi madre?

El pánico se sembró en mi interior.

—No lo sé —se encogió de hombros —. Nadie sabe lo que pasaba por su cabeza hace años, y ni lo que hacía. Él sólo tenía que cumplir una orden, no salió de su mente comprometerte fue de alguien superior.

Reyes de la Mafia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora