Capítulo 17

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Bianca.

Los dedos de Giovanni seguían vagando por mi ropa interior, quemándome la piel con su contacto agresivo. Su mirada se había vuelto oscura por el deseo, seguramente la mía estaba igual. Me sentía como una descarada allí subida a su regazo, con la cama de la litera cerca de mi cabeza. Aquello no era el sitio indicado para hacerlo.

Pero me daba igual. Ya no aguantaba más.

Tener a ese hombre debajo de mis piernas, me humedecía más de lo que había pensado y odiaba eso.

Él se humedeció los labios para volver a mirarme a los ojos.

—¿Esto es una recompensar por dispararme? —curioseó levantando su torso, acercándose a mis labios para susurrarlo.

Me mordí el labio aguantando una pequeña risita que asomaba por mi boca.

—Esto solo es un adelanto —murmuré.

Introduje mis manos por debajo de su camiseta, deslizando con las yemas de mis dedos su perfecto abdomen lleno de cuadritos por lamer. Soltó un gruñido afianzando el agarre en mis nalgas, las masajeaba descaradamente rozando mis labios contra los suyos.

Giovanni no aguantó más. Estampó su boca devorando la mía como si estuviera hambriento. Su sabor era a una mezcla de whisky y tabaco, me encantaba. La candente danza entre nuestros labios calentó el ambiente subiendo mi deseo, humedeciendo toda mi parte baja. Seguimos besándonos por un tiempo más, a lo primero me costó seguirle el ritmo porque él besaba de una forma salvaje y provocadora. Era imposible mantenerme cuerda en ese momento.

Lo tumbé a la cama conmigo encima moviéndome sobre su regazo, disfrutando del roce de nuestros centros chocar. Puta santísima madre. Tenía la respiración acelerada, tanto que el oxígeno casi no llegaba a mis pulmones, pero no me reprimí de disfrutar ese beso. Mordí ligeramente su labio inferior.

—Me vas a matar como me tengas así toda la noche —gruñó atrapando mi mano para pasarla sobre su gran erección.

Ups. Si supiera que hoy solo me voy a correr yo.

Sonreí en medio de besos húmedos, pero eso duró poco, porque me agarro de las caderas para quedarse encima de mi cuerpo. Me acorraló contra la cama bajando los besos hasta mi cuello, dejó un camino de leves mordidas succionando la piel para crearme marcas. Cerré los ojos disfrutando de aquella sensación soltando jadeos por sus caricias.

—Dime una cosa, Bianca —ordenó dejando mi cuello para elevar su mirada.

Abrí los ojos y me lo encontré inclinado, su cabello caía en su frente. Sus labios rojos inflados por los besos y una expresión dura bañada en lujuria.

—¿Qué?

Soné ansiosa.

—Déjame correrme entre tus pechos, no aguanto más con esta puta erección entre las piernas.

Sin tener una respuesta aferró los costados de la prenda que dejaban cubiertos mis pechos y la rompió con un moviendo rápido. Era un puto salvaje. Alcé mi ceja mirando cómo se desabrochaba el pantalón y liberaba su polla inflada con una erección grandiosa.

—¿Y sí no? —negué con una sonrisa.

Tapé mis pezones con las manos antes de que pudiera mirarlos.

—Deja que lo haga —se agarró su polla, posicionando las piernas abiertas a mi costado. Le incomodaba la altura de la cama superior, se daba en la cabeza de vez en cuando.

Lamí mis labios fingiendo pensarlo, tenía la respuesta clara.

—Joder —respiró fuerte —. Ahora deseo follarte por la boca. Deja de hacer que quiera follarte todo el tiempo.

Reyes de la Mafia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora