Don.Dos días después.
Hacienda de los Lobos, Italia.
—El Capo de Roma ha puesto excusas para distribuir el cargamento de heroína por su zona. Y el traslado de Sicilia ha sido un completo asco, los policías pillaron el barco cuando salían del país —explicó Luka, sentado en la silla al frente de mi escritorio —. No confían en ti, muchos te dan la espalda.
—¿Qué está pasando, Luka? —pregunté con los dientes apretados de la ira que contenía dentro de mí.
Hace escasas horas que estaba en mi país natal y todo era una mierda. Las entregas, los laboratorios llenos de policías que lo analizaban todo... ¡Me estaban jodiendo desde dentro! Y para rematar con mi puta mala suerte, Bianca no había aparecido. No daba señales de vida. Esa miserable rata rusa se la había llevado, pero toda la culpa era mía. Bianca no podía estar haciendo tratos con los rusos, conocía a ese tipo, pero sólo era un amor del pasado...
Su esposo.
Seguramente hayan escapado para follar delicioso.
Y tocará sus exquisitas tetas y las chupará haciéndola estremecer.
Disfrutará de ella como yo no lo hice.
Ella tuvo un hijo de ese hijo de puta. Ella ama a otro, no a ti. Ella nunca más volverá contigo.
Porque te odia, te desprecia, te quiere destruir por hacerle daño.
Nunca más tocarás sus curvas suaves, ni volverás a rozar sus labios carnosos con sabor a fresa.
Su fuego no consumirá tus ganas de llevarla a tu infierno.
El veneno de esa mujer...por Dios. Nunca volverás a probar ese dulce veneno que posee la mayor arpía que has conocido.
Ella nunca...
Bianca jamás iba a volver.
—Nieto, deberías escuchar a tu consigliere. El chico tiene razón —mi abuelo Raffaello apareció en mi despacho pareciendo un alma de pasado—. Hablemos de nuestros asuntos, por favor, muchacho, déjanos hablar solos.
Luka me dio una última mirada y salió despacio de la habitación.
Cerré los ojos unos instantes antes de abrirlos de nuevo. Mi furia se iba agrandando a medidas que los segundos pasaban y no lograba saber nada de la mujer que casi hago mía. Me había hecho tan adicto a ella, que ya no podía vivir sin tenerla cerca. Era mi puta droga, que consumiría con demasiado gusto.
Me aclaré los pensamientos y pregunté:
—¿De qué quieres hablar?
El rostro envejecido de mi abuelo se frunció cuando tosió, encontró a tiempo una servilleta de papel. Su nariz sangró. Él ya estaba a escasos metros de la muerte. Melody y él, eran los únicos familiares en los que podía confiar ciegamente. Los demás eran escorias envidiosas.
—Las habladurías están perjudicando tu negocio, ¿así es como quieres que te recuerden? El Don que lo dejó todo por una simple chica. Las generaciones próximas te repudiaran, de hecho, nuestros socios de Sicilia ya lo hacen. Sabes las costumbres Giovanni, una vez que te cases no puedes serle infiel a tu esposa. La esposa son lo más preciado que tenemos. Si al menos quieres pasar una noche con alguna prostituta para saciarte, hazlo en secreto sin que nadie se entere.
—Yo no elegí casarme con Priscilla, abuelo. No fue mi elección —protesté —. No la amo.
—Pero así son las cosas, ya es demasiado tarde. Fue la voluntad de tu padre y no la cuestionaremos.
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Reyes de la Mafia ©
Ficção Geral«El peligro siempre será lo más tentador». . . . Créditos correspondientes a la imagenes de la portada, fueron sacadas de Pinterest. Historia original, prohibida la copia o adaptación.