Capítulo 22

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Don.

Esa víbora iba a volverme loco, loco de verdad.

Me bajé del coche junto con Luka, no podía creer que Bianca hubiera sido tan curiosa de quedarse para saber sobre lo que tenía ese USB. Era una idiota. Le di todo lo que quería, le di su libertad y eso no le bastó.

El hospital se erguía frente a mis narices como burlándose de mí, estaba tan furioso... ¡Todo me salía tan mal! ¡Joder! Estaba frustrado. Lo que hice fue una trampa, Fiorella me contactó para avisarme de los planes de la DEA. Bianca estaba involucrada en ello y por un lado la comprendí.

Ella también quería desaparecer.

Necesitaba sacar mi ira como fuera, pero primero recogería lo que tanto dañé.

—¿Todo está preparado? —le pregunté a Luka, que caminaba a mi lado.

—Así es. Sacaran a Bianca por la salida del hospital, nadie se enterará. Su habitación está protegida, pero no habrá problema en sacarla de allí. Priscilla firmó su traslado como le pediste —me explicó con lentitud.

—¿Y su familia? Ya sabes, el amago de esposo, el papá, la mamá y el hermano.

Se aclaró la boca antes de hablar y doblamos la esquina del hospital.

—La mamá está en Londres viviendo la vida, el padre no dijo nada ni se opuso, el hermano menos y el "esposo" nada. Qué, por cierto, Elijah no es nada suyo. No hay un matrimonio que los una —soltó aliviado mirándome fijamente —. Ella no mentía.

Asentí agradeciéndole con una expresión inescrutable.

Últimamente tenía peor humor. Necesitaba sexo. Sexo con Bianca. Me había imaginado tantas veces tomándola sin piedad y sumergiéndome entre sus deliciosas piernas... Mierda, ella era una puta Diosa. No debía pensar en el veneno exquisito de esa mujer, me trastornaría más de lo que estaba ya.

En cuestión de minutos llegamos al lugar donde ya estaba la ambulancia preparada para subirla. Esperé un momento y unos médicos la sacaron en una camilla, con un intravenosa en su brazo y una máscara de oxígeno tapando su bello rostro. Percibí que tu piel estaba levemente quemada. Su cuerpo se mantenía de boca abajo, porque su espalda se llenó de rozos de cristales en la explosión.

Es un milagro que ella sobreviviera.

Ella era un ángel disfrazada de demonio.

—¿Ha despertado? —interrogué preocupado, dirigiendo mi atención de nuevo a su cuerpo.

—No, señor. Aún no.

Un puñetazo me atravesó con culpa.

Terminaron de instalarla en la ambulancia y se fueron sin decir nada, el conductor encendió el motor del vehículo y me introduje colocándome a un lado de ella. Su cara estaba volteada en mi dirección.

—Luka —le llamé, él acababa de cerrar una de las puertas, en su rostro habitaba la tristeza —. Quiero a todos los hombres detrás de mí, al mínimo error me encargaré de hacerles la vida cachitos.

Él asintió guiñándome un ojo y me dejó solo con Bianca cerrando la última puerta de la ambulancia.

Pronto sentí como nos movíamos hacia el apartamento en Park Avenue que compré para instalarnos allí. Priscilla ya tendría que estar en el lugar, organizando todo para el regreso de Bianca. Los enfermeros que contraté se encargarían de mi rebelde serpiente.

Resoplé, cansado de aquella situación.

—Giovanni —escuché un susurro procedía de Bianca.

Su máscara de oxígeno se empañó cuando habló por primera vez en días.

Reyes de la Mafia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora