Capítulo 26

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Bianca.

Pasé saliva cuando sentí un nudo doloroso en mi garganta. Todo estaba mal, irremediablemente mal. Las filas de agentes se posicionaron en frente de mí, aun así, no me veían. Retrocedí dos pasos atrás escondiéndome en el humo, podía oírles. Elijah era quien mandaba en esa tropa. ¿Que debía hacer? Tal vez lo mejor era salir y explicarle lo que había pasado. O esconderme, ir al coche y buscar un teléfono para comunicarme con Don.

Los minutos pasaron, Luka estaba con ellos. Vi perfecto como lo introdujeron en una furgoneta blindada. Seguramente estaban aquí por algo, debían tener alguna prueba para arrestar a la mano derecha de Don.

Respiré hondo, mis posibilidades eran dos. Elijah habló con su tropa, todos empezaron a buscar por el lugar. No tenía tiempo, el humo se estaba esparciendo. En cuanto a los moteros, ellos estaban en otra furgoneta.

¿Si Elijah me veía me arrestaría también?

No me quede para averiguarlo.

El coche donde habíamos venido me dio un susto de muerte cuando choque con él. Tenía que ser rápida. Ya no confiaba en mi ex, ni en mi familia. Ni en nadie. Todos querían algo de mí. Interesados... Entonces decidí que yo misma, sola, me vengaría de la mafia y de Don.

Porque ese hijo de puta se lo merecía, pero yo también me merecía sentir el placer de destruir poco a poco al adonis mafioso.

En mi vida, todos los lazos con la DEA habían desaparecido. Ahora eran enemigos también. Tardé en comprenderlo, pero lo hice. Y fue la mejor decisión que pude tomar.

—¡Busquen a la chica! —era la voz de Elijah.

Cerré los ojos e inspiré hondo.

En el interior del coche seguían los dos cadáveres. No me importó ver al hombre que había asesinado. No merecía sentir pena, no iba a tener compasión de nadie.

Busqué en la cazadora del conductor, después de varios minutos encontré su teléfono guardado en la guantera del vehículo. Lo encendí para hacer una llamada, pero no pude desbloquearlo ya que tenía una contraseña. Resoplé y sostuve el dedo intenté del hombre para desbloquearlo. Una vez hecho, busqué en sus contactos.

Sonreí cuando encontré el número de Giovanni y pulsé para marcarlo. Después de dos pitidos él colgó. Idiota. Volví a llamarlo, pero volvió a colgar. Insistí y la tercera vez fue la definitiva.

—¿Qué cojo...? —no lo deje terminar.

—¡Eres un idiota, Giovanni! —vociferé por el aparato—. ¡Deja de colgarme de una maldita vez!

Oí su respiración dura por la línea.

—¿Por qué tienes el teléfono de uno de mis choferes? —preguntó con un tono malhumorado.

¿Lo que escuché después de que hablara era un gemido? Idiota. Idiota. Idiota. Se estaba acostando con otra.

—Necesito que me ayudes —musité.

La tropa de Elijah se estaba acercando con sigilo hacia mí.

—No tengo tiempo ahora, voy a colgar —gruñó y entonces supe que estaba follando.

Rodeé los ojos y apreté los dientes enfadada. Imaginarme a Giovanni Lobo follando con otra chica me ponía de los nervios.

—Eres un estúpido. La DEA está buscándome en medio de la carretera, antes de llegar unos moteros encapuchados nos pararon e intentaron matarnos o no sé qué mierdas querían hacer. Pero mientras, tú te follas a alguna puta, tu amigo ha sido capturado por la policía y yo seguramente también me reúna con él pronto. Así que, si tienes un mínimo de decencia, saca tu puto pene de ese agujero en el que está metido y ven a ayudarme.

Reyes de la Mafia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora