MESES DESPUÉS
Don.
—¿Puedo echar a un lado las cortinas para que te dé la luz? —la dulce voz de Casandra resonó en las paredes del hospital.
Carraspee.
—No.
No podía verla, pero durante todo este tiempo ella había adquirido una mejor salud. Sus mejillas llenas y sonrojadas ya no se veían tan desnutridas. Su cuerpo se redondeó y optó por cambiarse el cabello a castaña. Yo sé lo pedí. Sus hebras doradas me recordaban demasiado a Bianca.
Cass se acercó hasta la cama donde estaba postrado. Quería que se fuera.
—¿Ahora serás un vampiro? —cuestionó ella.
Me di la vuelta para darle la espalda, gruñí de dolor porque la pierna aun no había sanado. Pero tampoco sanó mi corazón. Maldita sea. Todo lo que hice, por todo lo que me arriesgué. Y para nada. La mujer que quería me engañó y ahora estaba encerrada en una prisión. Yo quería protegerla, de verdad que sí, aunque me hubiera enfadado al principio y quisiera matarla.
Pero tan solo los planes se me fueron por la borda. Primero iba a recuperar a Casandra y después a mi bonita.
Ahora estaba muerto sin ella.
Porque tan solo podía sanarme su mirada de fiera.
Lo que me pasaba no era su culpa, me lo merecía. Me merecía perder un pie porque yo actué mal robándole sus dedos. Cuando llegué al hospital mi pierna era irreconocible, pudieron reconstruirla y ponerme una prótesis en el pie y así no ir en silla de ruedas.
Estoy mutilado cómo mi corazón.
—¿Sigues pensando en ella? —su pregunta salió dolorosa.
—Ella está clavada en mi mente.
No había soltado ese velo blanco que llevó el último día, olía a ella, me recordaba a ella y era lo que necesitaba. Me daba fuerzas para seguir con lo mío. Perdí demasiado dinero, los clanes en la mafia fueron fortaleciéndose y todo giraba en mi contra. Pero no todo estaba perdido.
Estaba decidido a luchar por lo que quería.
Y lo iba a conseguir.
Casandra estaba incómoda y lo comprendía. Había sido mi novia hace muchos años, la quise demasiado, pero no lo bastante para hacerme sentir esas cosas que Bianca lograba. Ella hacía que todo de mi vibrara y quisiera comerla a cada rato. Ahora Casandra solo me trasmitía ternura y cariño.
No podía verla con otros ojos.
—Annika quiere volver a hacer tratos contigo —musitó andando por la habitación —. Después de que nos dejara salir, quiere que os llevéis bien.
Los orificios de mi nariz se agrandaron de la pura rabia que sentía.
—Que la follen. No haré tratos con esa puta —vocifere sin importar quien pudiera oírme.
—Escúchala, por favor.
La súplica de ella no me conmovió ni me hizo cambiar de opinión.
—He dicho que no.
—Giovanni...
Su cuerpo se acercaba a mi camilla, sigilosa, solo si tuviera miedo de mí.
Menos mal que toda la planta del hospital estaba desierta, había comprado todas las habitaciones para que nadie pudiera molestarme. Necesitaba rehabilitación, así que había trasladado a todos esos enfermos a otro hospital pagándole todas las molestias. Y Casandra no me estaba dando la paz que necesitaba.
ESTÁS LEYENDO
Reyes de la Mafia ©
General Fiction«El peligro siempre será lo más tentador». . . . Créditos correspondientes a la imagenes de la portada, fueron sacadas de Pinterest. Historia original, prohibida la copia o adaptación.