Las despedidas en casa fueron rápidas, marchándonos junto a los señores Nott, James y Ted al ministerio para coger un traslador. Las otras familias estaban realmente ocupadas con sus trabajos, igual que ambos chicos con la boda, así que disfrutamos de un día esplendido en la mansión Parkinson.
- Es más oscura que la tuya – se burló la chica.
- Mi familia conoce más colores que el negro y el blanco – le seguí.
Y reímos, mucho, después de pedir perdón a la señora Nott, la cual me fulminó no la mirada al oír mis palabras.
Los señores Potter nos vinieron a buscar entrada la tarde, pudiéndome instalar, otra vez, en la habitación de invitados, justo delante de la de Albus, colocando todas mis pertenencias en los armarios mientras Lily me contaba, una y otra vez, lo emocionada que estaba por el partido que tendría lugar en dos días.
Sus padres, entrenadores de equipos rivales, se enfrentaban en un partido épico, al cual había sido invitada por ellos mismos dándome el privilegio de observarlo desde los asientos más privilegiados.
Y vaya si fue espectacular.
Nunca, en mi corta vida en campos de quidditch, había presenciado un partido tan sumamente interesante. Doce horas, ¡doce!, jugando encima de las escobas, donde finalmente el equipo vencedor fue el del señor Potter.
Ginny y Harry, tras alzar la copa y proclamarse vencedores de la liga europea, ofrecieron palabras a todos los espectadores y fans, alagando que ese era su último partido como entrenadores, que se alejaban de los campos después del mundial.
Sus respectivos equipos, jugadores, técnicos y demás trabajadores, les otorgaron algunos regalos mientras los gritos halagadores y los llantos de muchos se escuchaban en el campo.
- No nos vamos para siempre – comunicó Ginny minutos más tarde.
- El uno de setiembre podréis encontrarnos en nuestra nueva tienda del Callejón Diagon, ¡Stitch!, en la zona norte – los gritos entusiastas resonaron en el estadio – en la antigua tienda de artículos de calidad.
- Todo lo relacionado con el Quidditch lo encontrareis allí.
No tardaron mucho más en irse, pudiendo despedirnos de ellos unos instantes antes de que se fueran de celebración con sus respectivos equipos.
- La abuela ha hecho la cena – comunicó James. – Muero de hambre.
- Joder, y yo – murmuró Albus cogiéndome la mano.
Los señores Weasley, igual que los hijos que se encontraban allí y algunos de los nietos, fueron sumamente agradables conmigo, pudiendo disfrutar de una cena deliciosa y acogedora.
- Se podría decir que Victoire se ha mudado a tu país – rio Fleur al terminar de cenar.
- Nunca había visto a mi hermano tan enamorado – era agradable poder hablar en francés con alguien. – Dar el paso y vivir juntos es lo mejor que podían haber hecho.
- Por suerte, Dom está convenciendo a Kai de quedarse en Inglaterra – se unió Bill.
- ¿De verdad? – pregunté sorprendida.
- No lo sabe – su esposa le acarició la mejilla tiernamente. – Mi marido lo desea con creces, es muy familiar, y ha hablado con Dominique al respeto, pero no han dicho nada aún.
- Solo quiero tener a mis niños cerca – se rascó la nuca sonrojándose. – Además, Biel es como nuestro nieto ya, así que también quiero conocerlo y, no sé, cuidarlo de ser necesario.
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La profecía
FanfictionAlbus Severus Potter, un nombre que recordaría toda mi vida y nunca podría agradecerle suficiente lo que ha hecho por mí. Me llamo Elna Petit; junto mis dos mejores amigas he hecho un cambio radical en mi vida iniciándola en el Colegio Hogwarts de...