14. Familia Weasley

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Alcé la barbilla al salir por el otro lado de la chimenea, encontrándome en una cocina comedor con demasiadas cosas.

- Bienvenida a La Madriguera – tenía a Albus detrás, él fue el último en salir. – Permíteme que coja tu túnica, por favor – me la sacó gentilmente.

- ¡Joder! – el grito de Lena me hizo reír. Entraba por una puerta exterior, junto a Isabella y Scorpius. – Ese vestido no es tuyo – señaló a Lily.

- Me lo ha prestado Elna.

- Es tuyo – le recordé.

- ¿Se lo has regalado? – preguntó Isabella haciendo una vuelta alrededor suyo.

- Así es – asentí. – Le queda mucho mejor que a mí, ¿verdad, Scorpius?

Malfoy tenía la boca ligeramente abierta, mirándose a Lily de arriba abajo.

- No sé cómo te queda a ti, – se recompuso – pero le queda fabuloso.

- Gracias – la chica se acercó a él. – Tú tampoco estás nada mal.

- Un simple esmoquin – se alisó un poco la americana.

- Pero el azul realza tus ojos – le tocó la corbata. – Estás muy guapo.

- Gracias.

- Vosotras también – añadí mirándome a las chicas.

- ¡Gracias! – gruñó Lena. – Pensaba que no diríais nada.

Su vestido era ceñido, color rosa palo, que le llegaba por debajo las rodillas. Llevaba unos tacones muy altos que resaltaban su figura esvelta y el flequillo en perfectas condiciones. Isabella, por el contrario, llevaba un vestido largo verde claro que marcaba su cintura gracias a un cinturón plateado. La parte de arriba estaba decorada con lentejuelas del mismo color y sus zapatos eran plateados con poco tacón. Se había llevado el pelo hacia atrás con una diadema. 

Estaban realmente bonitas.

- No es por nada, pero la abuela se va a mosquear si no salimos ya – comentó Albus.

- Todos tienen muchas ganas de conocerte, Elna – rio Scorpius. – ¿Preparada para ser el centro de atención?

- Por supuesto – sonreí. – Nací para esto.

- Prepotente – se burló Albus.

- No tanto como tú – le guiñé un ojo. - ¿Me indicas?

- Debéis saber que no todos van bien vestidos – puntualizó Isabella.

- Y Victoire ha traído a su novio – añadió Lena. – Es un puto bombón, de verdad, te derrites solo con mirarlo.

- ¿Habéis hablado con él? – preguntó Lily abriendo la puerta exterior.

- Que va – negó la azabache mientras Albus me colocaba la túnica encima los hombros. – Hemos llegado cinco segundos antes que vosotros; solo hemos entrado a dejar las túnicas y a saludar a los señores Weasley.

- Cuando hemos visto a tus padres, hemos entrado a por vosotros – aclaró Malfoy. 

El patio era grande, muy grande, y en el había una enorme carpa de color blanco.

- ¿Preparada? – asentí.

- Gracias por estar a mi lado.

- Quiero ser el primero en reírme – le pegué cariñosamente mientras los otros entraban en el lugar, soltando todo el aire antes de hacerlo yo.

La profecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora