2. Llegada

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Llevábamos en un compartimento del Hogwarts Express las tres juntas más de una hora sin hablar, ese nuevo comienzo nos asustaba a todas. No sabíamos muy bien a dónde nos dirigíamos. Nunca habíamos visto dicho colegio, solo algunas fotos o comentarios al respecto además de una charla muy formal con la directora de Hogwarts para empezar los tramites y algunas explicaciones de los cambios más básicos que nos íbamos a encontrar, junto a toda la normativa.

- Gracias por acompañarme – dije en un susurro rompiendo el silencio.

- No nos  las tienes que dar – Nessa me miró con una sonrisa tierna. – Somos tus mejores amigas, nunca te dejaríamos sola después de lo que sucedi...

- Lo que sucedió es pasado – Cléa odiaba hablar del tema, era su manera de olvidar el suceso. – Además, sabes perfectamente que no venimos por ti – su sonrisa pícara salió a relucir. – Dicen que los chicos en esa escuela son realmente hermosos.

- Eres de lo peor Cléa – Nessa la empujó antes de empezar a reír sonoramente. 

Sí, a la señorita Dumont le encantaba que los chicos lucharan por ella; además de presumir y calentar. Pocas eran las veces que hacía alguna cosa con alguno, debían ser especiales y estar en su lista, pero jugar era uno de sus hobbies.

- Lo que más me gusta es que nos dará un nivel de inglés impresionante – dijo Nessa mirando por la ventana con una sonrisa. – ¡Eso nos dará currículum chicas! Podremos trabajar donde queramos.

- Pues a mí, - dijo Cléa mientras buscaba alguna cosa en su bolso de mano – lo que más me gusta son todos los contactos que haremos desde hoy.

- A mí, los paisajes – ambas me miraron levantando las cejas. – Sabéis que me encanta la montaña y la directora McGonagall nos dijo que estamos en medio de ellas; seguro que es precioso – se rieron un poco, pero sabía perfectamente que me entendían. 

La puerta se abrió lentamente dejando ver a una pequeña señora de edad avanzada un poco jorobada y regordeta que empujaba un carrito lleno de golosinas.

- ¿Quieren alguna cosa del carrito, queridas? – preguntó con amabilidad.

- ¿Qué es lo que vende, señora? – Nessa se levantó para mirar de cerca todos los productos.

- Principalmente golosinas, señorita, pero también tenemos empanadas y bebidas.

- Póngame uno de estos, por favor – continuó Nessa. Le pagó y volvió a su sitio admirando la caja que se había comprado.

- ¿Vosotras no queréis nada? – miró a Cléa, que negó con la cabeza acompañada de una sonrisa, mientras yo me levantaba.

- Tres de estas, por favor – le pagué el precio indicado con una sonrisa tierna. – Muchas gracias, señora...

- ¿Me está preguntado por mi nombre, señorita? – en su rostro se podía observar confusión, aunque sus ojos tenían una chispa de alegría. Asentí un poco cohibida con la situación. – Hacía mucho tiempo que nadie me preguntaba por mi nombre – una sonrisa apareció en su rostro. – Puede llamarme señora Fernsby, querida.

- Un placer, señora Fernsby – Nessa se había levantado y le extendió la mano formalizando la presentación. – Nosotros somos nuevas en el colegio.

- Se os nota por el acento, jovencitas – miró hacia delante y suspiró. – Tengo que seguir ofreciendo dulces a los otros pasajeros, pero si necesitáis cualquier cosa, buscadme – nos sonrió tiernamente y se fue. 

La profecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora