3. Descubriendo lugares

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Caminaba en silencio detrás de los nuevos compañeros de casa que había hecho, los cuales hablaban alegremente mientras yo miraba fascinada todo el colegio. Era inmenso y estaba muy segura de que iba a perderme más de una vez si me dejaban sola.

- ¿Qué opinas tú, Elna? 

Salí del trance al oír mi nombre, pudiendo ver que todos me miraban expectantes. 

- Lo siento – me disculpé sonrojándome. – No estaba prestando atención.

- No te preocupes – Lily se acercó a mí con una sonrisa. - ¿En qué pensabas?

- En que el castillo es inmenso y voy a perderme todos los días – todos empezaron a reír después de escuchar mis palabras, lo que me relajó un poco.

- No te preocupes por eso, nosotros te ayudaremos en lo que necesites – dijo Scorpius con una sonrisa ladeada.

- ¿Podría haceros una pregunta? 

- Dispara, mujer – dijo Isabella empezando a andar otra vez.

- ¿Por qué os dividen en cuatro casas?

- Los cuatro fundadores de Hogwarts dieron los nombres a las casas y crearon al sombrero seleccionador para separar a los estudiantes según las habilidades y carácter que más destacaba en cada uno de ellos – empezó Isabella.

- Godric Gryffindor, representado por un león, caracterizados por el valor, la caballerosidad y el coraje – continuó Albus.

- Helga Hufflepuff, tejón, lealtad y fuerte ética de trabajo, además de la honestidad, amistad y paciencia – Lily siempre tenía una sonrisa para mí.

- Rowena Ravenclaw, águila; ingenio, sabiduría e intelecto – Lena miraba al frente.

- Salazar Slytherin, serpiente, ambición y astucia – finalizó Scorpius.

- Vamos, los mejores – la voz de Isabella me hizo reír.  

Seguimos andando mientras escuchaba algunas historias sobre los fundadores y fantasmas de la escuela, las cuales me parecían extremadamente interesantes. 

En Beauxbatons todo era tan distinto.

- ¡Hemos llegado! – exclamó Lena.

- De acuerdo, Elna – Lily me cogió del brazo mirando hacia la pared. – Esta es la entrada de nuestra sala común.

- Es un muro de piedra – fruncí el ceño.

- Exactamente – Albus se puso a mi izquierda. – Tienes que decir la contraseña y este se abrirá.

- La contraseña cambia cada dos semanas y se publica en el tablón de anuncios – continuó Scorpius.

- Vamos, chicos – interrumpió Lena poniéndose delante de todos. – Podemos contarle eso sentados, ¿no? – todos asentimos. – Abstinencia.

- Recuerda que la contraseña es abstinencia – me dijo Lily en un susurro antes de empezar a entrar. 

Al travesar el muro de piedra, me quedé paralizada en un rellano percatándome de las enormes ventanas que dejaban ver las profundidades del Lago Negro. 

A izquierda y derecha había unas escaleras que subían, las cuales conducían a los dormitorios de chicos y chicas, y otras que bajaban, dando paso a una sala común decorada con tapices. Estaba iluminada por lamparás de techo color verde con sillones de cuero negro y sillas y mesas de madera tallada cubiertas de elaborados manteles.

La profecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora