11. Familia Potter

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Nos fuimos muy temprano del colegio, dirigiéndonos a la estación de Hogsmeade para coger el Hogwarts Express y llegar a Londres.

Allí vi al padre de Nessa junto a los de Cléa. Fui a saludarlos, por supuesto, antes de despedirme de mis mejores amigas e ir hacia mis nuevos amigos.

Me entristeció un poco esa situación. El hecho de pasar las vacaciones de navidad con otra familia... Tenía claro que este año quería pasarlo lejos de los míos, eso de seguro, pero era raro ir a una casa donde no conocías a nadie. 

No pienses en eso, Elna.

Mi mente estaba decidida y yo también. Mis padres habían aceptado y ahora que salíamos de la estación de Kings Cross, no había vuelta atrás.

- ¿Todo bien? – Lily se puso a mi lado.

- Sí – apreté los labios.

- ¿Nerviosa? – cogió el carrito junto a mí, yo no respondí. - ¿Por qué?

- No conozco a tus padres, ellos tampoco a mí – miré al frente. – No conozco Londres, nunca he venido aquí de vacaciones, y...

- Creo que va a explotarte la cabeza si sigues con eso – Albus caminaba con las manos en los bolsillos, ni él ni Lily habían traído sus baúles, solamente una maleta de espalda.

- Les vas a encantar a todos – dijo Lily ignorando a su hermano. – Nuestros padres siempre se esperan a fuera, en el coche, para no llamar mucho la atención; les piden demasiadas fotos y autógrafos cuando están en el mundo mágico.

- Normal - sonreí. - ¿Qué es un coche?

- Un artilugio muggle que sirve para ir de un lado a otro – explicó la morena. Nessa tenía uno de esos – Estoy ilusionada, vas a conocer a nuestro hermano mayor – Lily me agarró el brazo. – Es muy divertido, ya lo verás.

- ¿Lo voy a conocer hoy?

- Si no hay ninguna novedad, sí.

- ¿Algún problema? – preguntó el azabache.

- Ninguno – negué. – Solo me mentalizo.

- ¿Para qué?

- Bueno, son tres personas importantes, debo causar buena impresión.

- Debes ser tú, Elna. 

Salimos por la puerta, quedándome paralizada. 

- Joder, que frío – me encogí de hombros. - ¡Está nevando!

- Normal, estamos en invierno – la entonación burlona del chico no me pasó desapercibida.

- En mi casa no suele nevar, casi nunca nieva en realidad – gruñí.

- ¡Allí están! 

Dejamos el carrito en uno de los sitios habilitados fuera de la estación, Albus cargaba mi baúl y yo la bolsa de mano, antes de acercarnos al matrimonio.

- Hola Elna, soy Harry – el hombre, mucho más apuesto que en las fotos, periódicos o posters, me extendió la mano con una gran sonrisa.

- Hola – sonreí. – Es un placer conocerlos – saludé a su mujer. – Gracias por aceptarme en su cas...

- No nos trates de usted, por favor – la pelirroja me miró divertida. – Tampoco somos tan mayores, ¿sabes? – asentí. – Puedes llamarme Ginny.

- Bueno, ¿nos vamos? – interrumpió Albus. – Tengo hambre.

- ¿Dónde está el coche? – Lily miraba a su alrededor.

La profecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora