El viaje hasta casa fue raro. Nessa estuvo gruñendo y soltando distintos comentarios sobre Cléa hasta que tuvimos que separarnos para coger los trasladores que nos enviaban a nuestros países.
Allí nos separamos, después de abrazarnos y nos prometimos que solucionaríamos las cosas, dejando un tiempo prudencial para que la francesa se calmara.
- No conozco de nada a esa pava, pero, por lo que ha dicho, deberías enviarle algún que otro artilugio de W&W a su casa – la sonrisa malvada de Dominique nos hizo alzar las cejas. – Follarse al tío que te gusta, ¿qué amiga hace eso, joder?
- Cléa es especial – susurré.
- No intentes defenderla, Elna – negó. - ¿No le dirás nada a tu hermana?
- ¿Te has acostad...?
- ¡Por favor! – el grito de Dominique me hizo reír. – Déjala vivir y follarse a quien quiera, cariño, ¿no sabes que los orgasmos alegran el ánimo o qué?
- ¿Te alegran el ánimo? – pregunté divertida.
- ¿No ves lo simpática y divertida que soy? – sonrió con ojos angelicales.
- ¿Simpática? – se burló Kai. - ¿Tú?
- Imagínate lo amargada y gruñona que sería sin los polvos que nos damos.
- Estoy seguro de que encontrarías a otro muy fácilmente – rio.
- Lo haría, – se deshizo la coleta, dejando las maletas en el suelo – pero quiero hacerlo solo contigo.
- Soy irresistible, hermana, ¿lo ves?
La diversión duró poco al percatarme de que estábamos delante de los terrenos de nuestra mansión. Solté un largo suspiro antes de dar un paso hacia delante, notando la magia ancestral que reinaba en ese sitio.
- Señorita Petit – la voz estridente de Frig me hizo apretar los labios. – Yo le llevo las maletas, señorita, la hemos echado de menos.
- Gracias – alcé la cabeza al ver al elfo hacer una reverencia antes de levitar mis pertinencias.
- Señorita...
- Weasley, me apellido Weasley.
- Será nuestra invitada esta semana, Rogd – murmuró mi hermano. – Tratadla como si fuera de la familia.
- Claro, señor, lo que usted desee, señor – otra reverencia.
Saqué la varita de dentro de la fina túnica, separando ligeramente mis piernas antes de notar distintas presiones por mi cuerpo, haciéndome levitar por los terrenos hasta llegar a la mansión.
- Bienvenida a casa, Elna – las voces cantarinas de las ninfas me hicieron sonreír cuando me dejaron delante de la puerta.
- Gracias – con un movimiento de varita la abrí, soltando un largo suspiro sin moverme.
- No está – murmuró Kai.
- Deberías contárselo a Dom – la miré de reojo. – No va a entender una mierda de lo que sucederá si no lo haces – asintió. – Hazme un favor – miré a la rubia. – Entre nosotras hablaremos en inglés, ¿de acuerdo?
- Perfecto, guapa, será un placer – me guiñó un ojo.
El castillo, como nosotros llamábamos a nuestra casa, estaba situada encima de un pequeño acantilado al lado del mar. Era de piedra y lo suficientemente grande para poderlo llamar mansión.
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La profecía
FanficAlbus Severus Potter, un nombre que recordaría toda mi vida y nunca podría agradecerle suficiente lo que ha hecho por mí. Me llamo Elna Petit; junto mis dos mejores amigas he hecho un cambio radical en mi vida iniciándola en el Colegio Hogwarts de...