29. Desgarro

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El último día en casa de la familia Potter me desperté demasiado temprano, con ganas de beber un delicioso y refrescante jugo, levantándome cuidadosamente para no despertar a mi precioso hombre, bajando lentamente por las escaleras.

- ¿Es verdad todo eso de la profecía? – la voz de Ginny me hizo parar de golpe, viendo una luz tenue en el comedor, escuchando con atención esa conversación.

- Vosotros no visteis lo que sucedió en el lago – Ted habló impresionado. – Fue realmente espectacular.

- ¿Pero no son muy jóvenes para...?

- Tú también tenías una profecía, papá – ese era James.

- Pero no me obligaba a casarme y tener un hijo – suspiró.

- Se quieren.

- No lo dudo, pero...

- ¿Cómo van a pagar los gastos del bebé? – la pelirroja cortó a su marido. – Y hacerse cargo, por supuesto, no es nada fácil.

- Yo estoy dispuesto a ayudarles – me sorprendió escuchar eso del chico Potter. – Elna lo ha pasado realmente mal, y se merece ser feliz.

- ¿Cómo sabes eso? – preguntó el patriarca.

- ¿Y qué ha sucedido?

- Eso no lo tengo que contar yo – apoyé la espalda en la pared. – Mirad, ya sé que parece una locura, pero me temo que Elna se va a quedar sin nada cuando su familia se entere de que está casada y embarazada de un mestizo.

- La sangre no...

- Su familia es sangre pura – recordó Ted.

- Pero sus hermanos están saliendo con Victoire y Dominique.

- Eso es otro tema – alguien se levantó. – Ya han tenido sus movidas por tener la sangre de Veela.

- Pero... - Ginny calló de golpe.

- Puedes sentarte con nosotros, Elna – la voz de James estaba mucho más cerca.

Solté un suspiro, cerrando los ojos unos segundos, viendo a mi actual cuñado aparecer en la puerta.

- ¿Todo bien? – me preguntó tendiéndome la mano.

Dudé demasiado al agarrarla, notando arder mis ojos mientras nos acercábamos a los otros.

El matrimonio Potter se tensó unos segundos mientras Sirius me ofrecía el sillón para sentarme y él hacía aparecer una silla.

- Yo... - jugueteé con mis manos nerviosa.

- ¿No puedes dormir? – miré a Ted, el cual me sonreía cariñoso.

- Tenía sed – murmuré sincera.

- Te traeré el zumo, ¿naranja y zanahoria? – preguntó James.

- Prefiero manzana – me mordí el labio inferior. – Con dos uvas y media naranja – añadí. – Podrías ponerle también un cuarto d... - callé cuando su ceja se levantó. – Manzana esta bien, lo siento.

- Rodonf – murmuró con la mandíbula tensa, haciendo aparecer al elfo segundos después. – Prepárale el manjar a la señora, por favor.

Le conté lo que quería, llevándome la mano a la barriga cuando el elfo desapareció tras una reverencia, viendo como Ginny me miraba divertida.

- Supongo que son los tentempiés más raros que has probado hasta el momento, ¿verdad?

- Ponerle regaliz a un zumo – Harry se burló un poco. – Aunque los tuyos fueron peores – le recordó a su mujer.

La profecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora