25. Sí

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Estuvimos nadando hasta la salida del sol, observando esa escena sentados uno al lado del otro, hablando calmadamente sobre la vida.

- ¿Qué querías decirme? – el chico me miró extrañado. – Me has dicho que querías hablar sobre la profecía, ¿no?

- Ah, sí, cierto – se colocó la goma del pelo correctamente, echándolo hacia atrás. – Tengo unas dudas.

- Di.

- La profecía dice que debes casarte y tener un hijo antes de los dieciocho, – asentí mirando al horizonte – pero tú nos dijiste que te casarías con él en verano.

- ¿Y qué? – susurré.

- Significa que él no conoce realmente la profecía; haces los dieciocho en mayo.

- Lo sé – reí sin gracia. – No tiene ni puta idea de nada, en realidad.

- Esa lengua – su voz sonó divertida. - ¿De quién carajos has sacado eso?

- Pues no lo sé – lo miré. – Creo que tengo malas influencias alrededor.

- ¿Qué me dices? Deberías alejarte de esas personas, Elna.

- ¿Tú crees? – lo encaré con una gran sonrisa.

- Bueno, depende.

- ¿De qué?

- De las intenciones de la persona.

- Y dime, Albus Potter, ¿cuáles son tus intenciones conmigo?

- Uf – me sentó en su regazo. – Son buenas, muy buenas.

- ¿De verdad?

- Sí – coloqué mis brazos alrededor de su cuello, mirándonos en silencio durante un instante. - ¿Crees que alguien le dirá a él lo de la profecía?

- No – negué. – Creo que eso es un punto positivo para mí.

- ¿Has pensado en alguna cosa?

- Quiero pasar mis últimos momentos con las personas que me siento cómoda – susurré. – Contigo, el grupo, Nessa, mis hermanos...

- ¿Te gustaría que estuvieran aquí?

- Me gustaría verlos una última vez antes de morir. 

Cogió aire con fuerza, mirándome unos segundos antes de volver a hablar.

- ¿Quieres morir como muggle?

- No – murmuré. – Sabes que no tengo nada en contra de la gente no mágica, pero estoy muy orgullosa de mi linaje – solté un suspiro. – Es lo que más me duele, la verdad; me gusta mucho ser bruja.

- ¿Por qué no te casas con la persona que más te guste? – lo miré unos segundos.

- La profecía dic...

- Por intentarlo, Elna, ya sé que tienes que unirte con la persona que más te ame, pero... - acarició mis brazos, tomando mis manos lentamente. - ¿Quieres a alguien?

- Albus...

- Yo no quiero que mueras, mínimo no a tan corta edad – besó mis nudillos. – ¿Por qué no intentarlo?

- Porqué no quiero que otra persona desperdicie su vida por mí – susurré.

- ¿Desperdiciar? – dijo incrédulo.

La profecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora